Miles siguen muriendo de covid-19, ¿por qué nadie habla de eso de cara a las elecciones de mitad de mandato?
El covid-19 ha matado a más de un millón de estadounidenses y ha modificado de manera profunda la sociedad, entonces, ¿por qué no es un problema importante a tratar en las campañas para las elecciones de mitad de mandato?, investiga Josh Marcus
Para cuando termines de leer este artículo, alguien en Estados Unidos habrá muerto de covid-19, según datos de los CDC. Para el día de las elecciones, el 8 de noviembre, esa cifra podría aumentar a más de 4.700 personas.
Si la tendencia actual se mantiene, cada semana morirán por covid-19 tantos estadounidenses como los que murieron durante los atentados del 11-S. Esta última tragedia definió una época de la política estadounidense y mundial, pero la crisis del covid-19 parece haber pasado a un segundo plano político en esta temporada de campañas de mitad de mandato, gracias a una mezcla de mensajes de salud pública tibios, la fatiga entre el público y una disfunción política más profunda y superficial en Washington.
Se trata de una dinámica que hace que los que aún padecen covid-19, o los que corren más riesgo de contraerlo, sientan que tienen que valerse por sí mismos. La gente sigue muriendo y se siguen decidiendo asuntos de gran importancia sobre el coronavirus, pero si se echa un vistazo a los titulares, apenas te enterarías.
Para personas como Aliza Pressman, de 44 años, madre de dos hijos en Seattle, que lleva luchando contra el covid-19 de larga duración desde marzo de 2020, el silencio es desgarrador después de lo que ella y millones de personas han sufrido.
Ella ha tenido que pasar meses postrada en la cama y ha tenido que renunciar a pasar tiempo de calidad con sus hijos, que, según dice, a veces tienen miedo de ver a su madre visiblemente dolorida y agotada. Ha luchado contra la encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica, que la deja agotada si se mueve mucho, se agacha o hace un esfuerzo mental excesivo. Cuando ya se ha padecido covid-19, los riesgos agudos y a largo plazo asociados a una reinfección son aún peores, por lo que volverse a enfermar no es una opción para ella.
“Hay tanta gente vulnerable que está olvidada”, declaró para The Independent. “Me duele. Definitivamente he llorado por ello. Solo me concentro en seguir viva, literalmente. Gasté mucho tiempo y dinero pensando en cómo podemos sobrevivir a este invierno”.
Y siente que tanto las administraciones de Trump y Biden como sus partidarios la han defraudado, pues han optado por las ganancias políticas de una mentalidad agresiva de reanudación de actividades en lugar de un enfoque basado en la equidad y la seguridad de la comunidad.
“Realmente creo que si siguiera los consejos de los CDC, no sé si estaría viva hoy”, lamentó, haciendo referencia a lineamientos como la recomendación de la agencia a mediados de 2021 en la que aseguró que la mayoría de las personas vacunadas no necesitan usar cubrebocas. “Si fuera así, yo estaría en mucho peor estado”.
La desaparición de la conciencia pública ha sido profunda.
Según un sondeo reciente de la Universidad de Monmouth, los votantes ni siquiera sitúan al covid-19 entre sus 10 temas principales para estas elecciones. En su lugar, la inflación, la delincuencia y la integridad de las elecciones tienden a encabezar la lista, ya que el 70% de los votantes califican esos asuntos como muy o extremadamente importantes, más del doble de los que dijeron lo mismo sobre la pandemia. Apenas un tercio de los estadounidenses de entre 18 y 64 años tiene su vacuna de refuerzo.
Durante las elecciones de 2020, al menos en el bando demócrata, algún tipo de opción de salud pública para todos, como Medicare, se consideraba la prueba de fuego. Ahora, dos años después, incluso cuando los investigadores estiman que un programa de salud gubernamental universal podría haber salvado 212.000 vidas y US$105.000 millones en costos de salud relacionados con la pandemia, la idea apenas merece un comentario de la mayoría de los candidatos.
Puede que el sentimiento general en torno al covid-19 sea menos urgente, pero las decisiones que están en juego en Washington en estas elecciones y más allá sobre la pandemia podrían tener impactos masivos.
La administración de Biden, por ejemplo, está considerando poner fin a la emergencia de salud pública por covid-19, una decisión que podría sacar a 15 millones de personas de Medicaid y del Programa de Seguro Médico para Niños.
El Congreso aún no ha garantizado otra ronda de financiación para cosas como las vacunas gratuitas contra el virus de covid-19, y los fabricantes de medicamentos han advertido que una sola dosis podría costar hasta US$130, una barrera muy fuerte para las millones de personas que carecen de asistencia de salud patrocinada por un empleador.
Algunos candidatos de alto perfil se han centrado en la atención de salud, prácticamente todos ellos demócratas.
En la contienda por la gubernatura de Georgia, la candidata demócrata Stacey Abrams ha arremetido contra el actual gobernador Brian Kemp por su negativa a ampliar el Medicaid, en uno de los 12 estados que no ha aprovechado la financiación de la Ley de Cuidado de la Salud Asequible para ello. (Kemp está a favor de una ampliación parcial del programa federal de salud para personas con bajos ingresos, y ha aplicado otras medidas para reducir los costos y aumentar el acceso a la salud).
“Lo que es tan grotesco es que tenemos el dinero”, declaró en un evento reciente con Oprah Winfrey. “El gobierno tiene acceso al dinero y no lo acepta porque no cree que la gente tenga derecho al cuidado de la salud. No puedo concebir que alguien sea así de insensible”.
En Michigan, donde los protocolos de covid-19 ayudaron a inspirar un complot de secuestro que amenazó su vida, la gobernadora Gretchen Whitmer ha defendido su historial pandémico, a la vez que ha mencionado en su primer anuncio de televisión que “convirtió en prioridad que los niños volvieran a clases”.
“Tomamos decisiones difíciles porque hay vidas en juego”, declaró Whitmer durante un debate este mes. “Los estudios han demostrado que nuestras acciones han salvado miles de vidas”.
Su oponente, Tudor Dixon, respaldada por Trump, ha culpado a las políticas de la gubernatura de haber matado a su anciana abuela, cuyo “espíritu fue aplastado” por las reglas que impiden las visitas en los hogares de ancianos.
“Ella destruyó nuestra comunidad de pequeñas empresas, robó años de escolaridad de nuestros hijos y obligó a la gente trabajadora de Michigan a seguir sus órdenes intrusivas que decidían quiénes eran los ganadores y los perdedores”, le comentó recientemente la republicana Dixon a Bridge Michigan.
Incluso uno de los candidatos más liberales que se presentan a las elecciones, el aspirante al Senado John Fetterman, de Pensilvania, que apoya la atención de salud universal, no menciona en absoluto la pandemia en su página web de campaña.
La contienda por el Senado ha considerado menos a la pandemia como un problema a resolver, y más como combustible para burlarse del oponente de Fetterman, el célebre médico de la televisión Mehmet Oz, que ha recibido críticas por apoyar la hidroxicloroquina como tratamiento contra el covid-19, a la vez que posee acciones de un proveedor del medicamento.
Incluso hay un grupo llamado Real Doctors Against Oz (Médicos reales contra Oz) que hace campaña contra él.
“Estuve en la UCI durante lo peor de la pandemia de covid, vi la muerte. Oí los gritos de desesperación. Consolé a familias que me suplicaban que salvara a sus familiares. Y es mucho más difícil tratar a los pacientes cuando hay supuestos médicos que presionan con la hidroxicloroquina y realmente degrada la relación médico-paciente, esa confianza”, aseguró este mes el médico de Filadelfia, el Dr. Ezekiel Tayler, miembro del grupo.
El Partido Republicano, por su parte, ha perseguido al demócrata por apoyar los confinamientos por covid-19 durante su etapa como vicegobernador.
Todo ello está en consonancia con el tenor general de la contienda, llena de insultos, y ninguno de los candidatos ha dado a conocer planes detallados para detener la pandemia.
Las encuestas sugieren que republicanos y demócratas siguen profundamente divididos sobre la pandemia, sobre quién es responsable de su prolongación y sobre si figuras como el Dr. Anthony Fauci han mejorado o empeorado las cosas.
Esta división partidista en torno al covid-19 puede verse también en las contiendas republicanas de alto nivel, en las que la pandemia se ha enmarcado como una cuestión de guerra cultural, no de salud pública.
Esta primavera, la candidata a gobernadora de Arizona (y negacionista de las elecciones) Kari Lake propuso un plan de educación que prohibía los cubrebocas, los requisitos de vacunación, la teoría crítica de la raza y la educación sexual antes del 5º grado.
En Dakota del Sur, la gobernadora Kristi Noem, que se presenta a la reelección, ha hecho campaña contra los “medios de comunicación liberales”, que según ella están en su contra porque sus políticas menos restrictivas frente al covid-19 fueron eficaces. (El estado fue en su momento un epicentro mundial de muertes por la pandemia durante su mandato).
“Así que ahora me tienen en el punto de mira de todas las formas posibles. Están atacando a mi familia, están atacando cada decisión que tomo, y están tratando de derribar a Dakota del Sur”, acusó en septiembre. “Pero eso no va a suceder. No bajo mi mandato”.
También se comprometió en octubre a no imponer nunca las vacunas contra el covid-19 a los niños en edad escolar.
En Ohio, el candidato al Senado por el Partido Republicano, JD Vance, ha instado anteriormente a la “desobediencia civil masiva” para oponerse a los mandatos de vacunación.
“No cumplas con los mandatos”, escribió el prominente inversionista de riesgo en una publicación en las redes sociales. “No pagues las multas del gobierno. No permitas que te intimiden y te controlen. Solo la desobediencia civil masiva nos salvará del autoritarismo descarado de Joe Biden”.
De manera más discreta, los republicanos de todo el país también han estado impulsando reglas para eliminar o reducir los cambios al proceso de votación que se hicieron en función de la pandemia, como los votos por correo y los buzones.
Rastrear el origen de este malestar por la pandemia puede ser difícil.
¿Es culpa de la administración de Biden, que afirma que la pandemia “ha terminado”? ¿Es culpa de Donald Trump y sus colaboradores republicanos, que impulsaron falsas curas para el covid-19 y socavaron los consejos de salud pública? ¿Cuándo fue la última vez que viste a algún funcionario público, de cualquier partido, en cualquier condado, usando un cubrebocas? ¿Está el pueblo estadounidense simplemente harto de la pandemia, o más preocupado por pagar las facturas y por la inflación galopante?
Sea cual sea el caso, personas como Paul Davis, director de políticas de Right to Health Action, que aboga por inversiones en salud pública global para luchar contra la pandemia, espera que tanto los líderes electos como los votantes recuerden que la pandemia aún no ha terminado, y que nunca terminará de verdad a menos que se asuma un compromiso profundo con la política de salud.
“Hay una enorme cantidad de personas que no pueden seguir adelante y que no olvidarán”, aseveró. “Son los millones de trabajadores de la salud que luchan contra el TEPT. Las 9 millones de personas que les sobrevivieron a las más de un millón de personas que murieron, y las decenas de millones de personas que han quedado discapacitadas por el covid de larga duración”.
Pressman argumentó que muchos miembros de la comunidad responden a los lineamientos del gobierno, y estarían dispuestos a continuar con las medidas contra la pandemia si se les pidiera. El gobierno solo tiene que tener el valor de seguir intentándolo, añadió.
“Mucha gente aquí en Seattle estaría de acuerdo con usar cubrebocas en las farmacias y supermercados si se les pidiera”, aseguró. “Aquí no hubo controversia. Simplemente no se les pide que lo hagan”.
“Existe la idea, más o menos aceptada por los dirigentes, de que los cubrebocas son radiactivos. Realmente no creo que eso sea cierto”, añadió. “Es como renunciar a una gran herramienta porque alguien se burló de ti. Los demócratas dejaron que los republicanos demonizaran los cubrebocas y simplemente renunciaron a ellos y dijeron que teníamos vacunas”.
A ella le encantaría que los demócratas que sigan en el poder después de las elecciones de medio mandato continúen con las soluciones como el envío gratuito de cubrebocas N95 de alta calidad a los estadounidenses, como hicieron a principios de este año, y que inviertan en la instalación de cajas Corsi-Rosenthal, dispositivos de filtración de aire de bajo costo y fácil construcción que un creciente contingente de científicos y activistas del bricolaje defienden como una herramienta esencial para vencer a la pandemia, en espacios públicos.
Otros dicen que una solución clave es elegir más médicos para el propio Congreso. En este momento, solo hay 14 médicos en el Congreso, y la mayoría de ellos son republicanos.
El Dr. Asif Mahmood, neumólogo y demócrata, se presenta como candidato a la Cámara de Representantes en el distrito 40 de California, a las afueras de Los Ángeles, en el condado de Orange que es más conservador y está representado por el republicano Young Kim.
Su discurso principal para los votantes ha sido que el enfoque de los médicos de ayudar a la gente sin hacer daño es lo que Washington necesita, en un momento en el que una pandemia hace estragos, en el que el derecho al aborto está bajo ataque, y en el que los tiroteos masivos marcan a las comunidades de todo el país.
“Mi mensaje integral es que todos los temas que están realmente en el nivel más alto de estas elecciones están relacionados con la atención de salud, ya sea la pandemia o la lucha contra la violencia armada, ya sea el costo de los medicamentos con receta, ya sea la revisión de nuestro sistema de salud, ya sea el cambio climático”, declaró para The Independent. “Un médico en activo puede representar y defender esos derechos mejor que nadie”.
Como neumólogo, estuvo en la primera línea de la batalla contra el coronavirus.
“Sinceramente, he visto morir a más gente en esos dos años que en mis 20 años de práctica”, aseguró. “Gente de todas las edades, de todas las razas”.
Si lo eligen, espera luchar por la continuidad de la financiación federal de las vacunas y por una comunicación mejor y más clara con el público sobre la lucha contra la pandemia.
El Dr. Mahmood es uno de los candidatos respaldados por Healthcare for Action, un comité de acción política que anima a más profesionales de la medicina a presentarse a las elecciones.
El grupo fue fundado por la Dra. Anahita Dua, una destacada cirujana vascular de Harvard y del Hospital General de Massachusetts, quien dijo que trabajar en la pandemia del covid-19 y ver tiroteos masivos como la tragedia de Uvalde la inspiró a pensar en tener un impacto más allá del quirófano.
“[Los médicos] tienen grandes trabajos y buenas vidas y ya tienen el respeto de la comunidad”, comentó. “Pero se les han abierto los ojos, como a mí. No pueden sentarse en su torre de marfil y fingir que todo está bien”.
La Dra. Dua cree que los profesionales de la medicina deberían involucrarse en política porque están acostumbrados a tomar decisiones difíciles que equilibran la ciencia, los datos, la ética y los resultados, y a ser capaces de comunicar estas decisiones de manera clara a las personas que confían en ellos.
“El problema es que el mundo político está reaccionando ante el covid-19 casi como reaccionaría Hollywood ante algo. El público está cansado de ello. Ya nadie quiere oírlo”, sostuvo. “La política está dando a la gente lo que quiere, pero en su detrimento. El trabajo del gobierno es cuidar de la gente”.
“La política de nuestras vidas se merece algo más que las frases hechas de Twitter. Merecen personas reflexivas y críticas que conozcan los problemas”.
Davis, de Right to Health Action, dice que ha visto una señal alentadora en estas elecciones. Su grupo ha organizado a los afectados directamente por el covid-19 para que pregunten a los candidatos en la campaña electoral si apoyarían una inversión pública a gran escala para prevenir futuras pandemias.
Puede que la política de D. C. haya envenenado el debate sobre el covid-19, pero parece haber un acuerdo bipartidista más amplio en que vale la pena detener la próxima pandemia. Han llevado a cabo manifestaciones de este tipo con unos 10 candidatos diferentes en estados indecisos, desde liberales hasta republicanos acérrimos partidarios de MAGA, y dice que han obtenido un acuerdo sorprendentemente sólido.
“Es horrible que los poderes fácticos hayan renunciado a la protección de la salud pública. Piensan que la gente está cansada de la pandemia y quizá haya algo de verdad en ello”, aseguró. “Lo que hemos descubierto es que aunque el covid-19 ha sido politizado por partes malintencionadas, como el ala derecha del Partido Republicano, las futuras pandemias no. La mayor parte del mundo está muy dispuesta a hablar de la prevención de futuras pandemias”.
Es de poco consuelo para las millones de personas que aún luchan contra nuestra pandemia actual, pero centrarse en aprender de los numerosos errores de Estados Unidos en materia de pandemias podría ser la segunda mejor alternativa.