París se inunda de bicicletas rumbo a los Juegos Olímpicos
¡Ring, ring! Es la hora pico en el Bulevar de Sébastopol de París y la congestión es severa — no sólo por los autos que consumen gasolina a montones, contaminan el aire y hacen sonar sus bocinas, sino también por los ciclistas, más silenciosos y sostenibles para el medio ambiente, aunque luchan por abrirse espacio.
Hasta hace cuatro años, los automovilistas tenían las calles de París para ellos mismos. Ahora, los embotellamientos en las ciclovías plasman una revolución ciclista que ha transformado a la capital de Francia — que por tanto tiempo fue un país de amantes del auto, la cuna de Renault, Citroen y Peugeot.
Esta revolución, como otras, ha tenido sus dificultades. El empeño de una década por parte de la alcaldesa socialista Anne Hidalgo en busca de que París deje de ser una ciudad hostil para los ciclistas — salvo por los que compiten en el Tour de Francia — y sea una en la que puedan pedalear sin miedo y en libertad ha sido tan transformativo que las bicicletas paulatinamente son las que están sacando a los automóviles de las arterias viales y con frecuencia se topan entre sí. Se prevén muchas más ciclovías para los Juegos Olímpicos de París el año próximo — parte de una gestión para reducir a la mitad la huella de carbono de la justa.
Desde ya, en algunos de los bulevares, las bicicletas superan a los autos en las horas de mayor tráfico. El congestionamiento de ciclistas, rueda a rueda haciendo sonar sus campanas y a veces perdiendo los estribos, está resultando en un dolor de cabeza.
“Es la misma sensación que tenía cuando era chico, con mis papás manejando su auto, con embotellamientos por todas partes. Ahora es un embotellamiento de bicicletas”, dijo Thibault Quéré, portavoz de la Federación de Usuarios de Bicicletas. “Pero es una dificultad que vale la pena tener. Especialmente cuando pensamos lo que París era”.
De unos exiguos 200 kilómetros (12 millas) en 2001, los ciclistas ahora cuentan con más de 1.000 kilómetros (620 millas) de ciclovías para circular, según el Ayuntamiento de París. Los automóviles no pueden pasar por algunas vías, principalmente en la ribera del Río Sena que solía ser una transitada autopista. Se ha convertido en un edén parisino para los ciclistas, corredores, familias y enamorados desde que Hidalgo ordenó el cierre para el tráfico automovilístico en 2016.
Más hacia el norte, la ruta para bicicletas en el Bulevar de Sébastopol se ha convertido en uno de los más transitados desde que fue inaugurada en 2019. Alcanzó una cifra récord de 124.00 usuarios semanales a inicios de septiembre, según una medición de la organización Paris en Selle (“París sobre el sillín”). El tránsito suele en esa avenida ahora suele superar las ciclovías más usadas en Londres y a la hora pico se acerca a las cifras de las populares rutas en Ámsterdam.
La dirección norte-sur de Sébastopol acaba en otra muy transitada, este-oeste en la Rue de Rivoli, que pasa frente al Museo del Louvre. También registró cifras récords de volumen diario y semanal en septiembre, según el análisis de Paris en Selle.
Al incluir a los automovilistas irritados, los scooters que también se abren paso, los peatones que se cuidan de no ser embestidos y las obras de construcción que han aflorado en cada rincón de París en la antesala a los Juegos, navegar en bicicleta por las calles se asemeja al juego de Mario Kart, pero con un peligro real de perder la vida.
Muchos ciclistas, sobre todo los principiantes, se creen que las luces rojas y otras reglas de tránsito no aplican a ellos. La decisión de París de prohibir los patines eléctricos de autoservicio tras un referendum en abril también ha provocado que esos usuarios recurran a las bicicletas.
“Ya no se puede vivir en París. No nos soportamos”, dijo el ciclista Michel Gelernt, al esquivar a los agentes de tráfico que silbaban y otros automovilistas en la plaza de la Concordia, donde el Rey Luis XVI fue decapitado durante la Revolución Francesa en 1793.
Exusuario de las patinetas y del transporte público, el jubilado se cambió al ciclismo durante la pandemia de COVID-19 y mantuvo el hábito. Usa Velib — el sistema de autoservicio de alquiler de bicicletas — para alrededor del 80% de sus viajes.
“Todo el mundo se comporta egoístamente”, se quejó Gelernt, un hombre 70 años. “El tráfico es peor de lo que era”
Dicho eso, Gelernt y demás no pueden rebatir que el flujo de bicicletas resulta mejor para la salud y el medio ambiente que la contaminación que aún arropa a París. El gobierno de Francia atribuye a la contaminación atmosférica a 48.000 muertes prematuras en el país por año.
En un fallo legal inédito, un tribunal de París otorgó en junio 5.000 euros (5.300) como compensación a dos familias con hijos que enfermaron por la contaminación ambiental, sufriendo asma y otros problemas de saludo al vivir cerca del atestado periférico de la ciudad. El tribunal dictaminó que el Estado era el responsable.
Hidalgo atribuye a la contaminación como la principal motivación para promover el uso de las bicicletas, y reducir el uso de los automóviles para tener “una París que respire”. Reelegida en el cargo en el 2020, su segundo “Plan de Bicletas” de cinco años asignó un presupuesto de 250 millones de euros (260 millones de dólares) para inversiones adicionales hasta 2026. Son más 100 millones euros que lo asignado para su primer plano. El gasto busca añadir más ciclovías y zonas de estacionamiento.
El Ayuntamiento asegura que todas las sedes olímpicas en la ciudad tendrán acceso para las bicicletas cuando se disputen los Juegos de París — entre el 26 de julio y el 11 de agosto — en una red de 60 kilómetros (casi 40 millas).
Y los visitantes olímpicos descubrirán algo que más y más parisinos están aprendiendo: experimentar la ciudad en bicicleta puede revivir el idilio con sus encantos.
Más allá de las avenidas más transitadas se encuentran calles más tranquilas que permiten a los ciclistas disfrutar de la esencia de la ciudad. Y para comenzar el día sin tener que gastarse el dinero con un carísimo espresso, nada mejor que pedalear por las calles adoquinadas de los Campos Elíseos.
“Es una sensación de libertad, en vez de estar metido en el Metro, sentado o en el calor”, dijo Ange Gadou, de 19 años, quien se hizo fan de la bicicletas tras conducir patinetas alquiladas antes de la prohibición.
“No hay nada al respecto que no me guste”.
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El periodista de AP Associated Press Alex Turnbull contribuyó a este despacho.