Bryan Kohberger irá a una prisión en Idaho que ha sido denunciada por tener paredes cubiertas de heces
La prisión de máxima seguridad de Idaho alberga a algunos de los reclusos más peligrosos del estado, incluido el asesino convicto Chad Daybell
Bryan Kohberger, quien esta semana se declaró culpable de los asesinatos de cuatro estudiantes de la Universidad de Idaho, pasará probablemente el resto de su vida en una de las prisiones más severas del país.
Ubicada en una zona remota a las afueras de Boise, la Institución de Máxima Seguridad de Idaho (IMSI) ganó notoriedad por las duras condiciones reportadas en su interior, lo que incluye denuncias de abusos por parte del personal, enfrentamientos violentos entre reclusos, patios de recreación descritos como “jaulas” cubiertas de excrementos y un sistema de ventilación considerado un “riesgo biológico”.
Esta prisión de máxima seguridad alberga a algunos de los criminales más peligrosos del estado, entre ellos Chad Daybell, condenado por asesinato y esposo de la autodenominada “madre del fin del mundo”, Lori Vallow.
Ahora, se prevé que Kohberger, de 30 años, se una a ellos tras su sentencia programada para finales de julio. El caso, que conmocionó a la comunidad universitaria de Moscow en noviembre de 2022, involucró el homicidio de Maddie Mogen, Kaylee Goncalves, Xana Kernodle y Ethan Chapin, según informó New York Post.

Desde su detención hace dos años y medio, los abogados de Bryan Kohberger intentaron sin éxito evitar que los fiscales solicitaran la pena de muerte e impugnaron las pruebas de ADN. Ante la inminencia del juicio previsto para agosto, un acuerdo con la fiscalía se convirtió en la última vía para evitar una posible condena capital.
Kohberger evitó la pena de muerte al declararse culpable esta semana, a cambio de una condena de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Actualmente permanece bajo custodia en la cárcel del condado de Ada, en Boise, donde ha estado recluido en régimen de máxima seguridad desde que el juicio fue trasladado desde Moscow. Sin embargo, ahora se espera que pase el resto de su vida en una remota prisión ubicada a unos 16 kilómetros al sur: la IMSI, un complejo rodeado por doble valla perimetral con alambre de cuchillas, sistema de detección electrónica y vigilancia armada las 24 horas del día.
El centro está diseñado para albergar a lo que el Departamento Correccional de Idaho define como los “residentes varones más problemáticos” del estado.
En 2024, la revista Security Journal Americas la incluyó en su lista de las “15 peores prisiones de Estados Unidos”, junto con instalaciones como la Penitenciaría Estatal de Luisiana, San Quintín en California y Attica en Nueva York.

El desfavorable reconocimiento a la IMSI se produjo tras una huelga de hambre protagonizada por 90 reclusos que exigían mejoras en la atención y los servicios penitenciarios.
De acuerdo con el Idaho Statesman, los reportes de la época señalaban el uso excesivo del aislamiento, la escasez de recursos en salud mental y un “ambiente tenso y volátil”, atribuido al hacinamiento y a la violencia entre internos.
La práctica del confinamiento en régimen de aislamiento en la IMSI ha generado preocupación durante años. En 2016, el entonces director del Departamento Correccional de Idaho, Kevin Kempf, impulsó reformas tras confirmar que muchos reclusos permanecían solos hasta 23 horas al día, con contacto humano mínimo, alimentos entregados directamente en sus celdas y acceso limitado a duchas —reducido a solo tres veces por semana—, una rutina que, en algunos casos, se extendía por años, según reportó el medio local KBOI.
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“El 97 % de estos individuos regresará algún día a una comunidad en Idaho” declaró Kempf al medio local KBOI en ese momento.
“Si los tratamos como animales, saldrán de prisión comportándose como tales”.
Para Bryan Kohberger, su traslado a la IMSI marcará el inicio de una cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional, resultado del acuerdo judicial al que llegó para evitar la pena de muerte.

La sorpresiva decisión de último momento se produjo a pocas semanas del inicio del juicio contra Kohberger.
Durante la audiencia del miércoles, en la que se declaró culpable, el exestudiante de criminología se mantuvo impasible al admitir que irrumpió en una vivienda fuera del campus y asesinó a cuatro estudiantes con los que, aparentemente, no tenía relación previa.
Los fiscales no ofrecieron ningún motivo para los crímenes.
Traducción de Leticia Zampedri