La pregunta que atormenta a los amigos y familiares de las víctimas de Idaho: ¿por qué Bryan Kohberger lo hizo?
El exestudiante de doctorado fue sentenciado a cadena perpetua por asesinar brutalmente a Madison Mogen, Kaylee Goncalves, Xana Kernodle y Ethan Chapin. ¿Pero sabremos alguna vez por qué?, se cuestiona Andrea Cavallier, desde Boise, Idaho
Alivea Goncalves se desató contra el hombre que asesinó a su hermana pequeña durante la audiencia de sentencia del miércoles. Acribilló a Bryan Kohberger con preguntas que, según ella, “reverberan violentamente” en su cabeza con tanta fuerza que no puede “pensar con claridad”.
“¿Cómo era tu vida antes de asesinar a mi hermana?”, preguntó.
“¿Te preparaste para el crimen antes de salir de tu apartamento? ¿Dónde está el arma homicida, la ropa que llevabas esa noche? ¿Qué llevaste a la casa? ¿Cuáles fueron las últimas palabras de Kaylee?”.
En el centro de los cuestionamientos de Alivea estaba la misma pregunta abrumadora que sigue atormentando a los seres queridos de Kaylee Goncalves, Madison Mogen, Ethan Chapin y Xana Kernodle, así como al público: ¿por qué lo hizo?

Kohberger, de 30 años, se negó a hablar durante la audiencia de su sentencia en el tribunal del condado de Ada, en Boise (Idaho), por los asesinatos en 2022 de los cuatro estudiantes universitarios, por los que ahora será encarcelado de por vida sin posibilidad de libertad condicional. Cuando se le preguntó si deseaba dirigirse al tribunal, se limitó a decir: “Respetuosamente declino”.
Es la frase más larga que ha dicho en público en años. Pero su vaga respuesta sigue frustrando a las familias que simplemente quieren saber por qué sus hijos fueron asesinados.
Sin ninguna explicación ni vínculo conocido entre el asesino y las víctimas, el motivo de uno de los crímenes más espeluznantes de la historia de Idaho sigue siendo un misterio.
Incluso el juez, que dedicó emotivos comentarios a las familias en su intervención, reconoció la frustración.
“Mientras nos sentamos hoy aquí, este caso llega a su fin, y ahora tenemos la certeza de quién cometió estos actos atroces de maldad”, dijo el juez Steven Hippler al tribunal antes de dictar cuatro cadenas perpetuas consecutivas.
“Pero no sabemos, y lo que quizá nunca sepamos, es por qué”.
Un delito sin móvil conocido
El 13 de noviembre de 2022, los estudiantes fueron apuñalados hasta la muerte en su casa fuera del campus en la ciudad universitaria de Moscú, Idaho. Otras dos compañeras de casa estaban en casa en ese momento y sobrevivieron sin ninguna herida.
Casi siete semanas después, las autoridades detuvieron a Kohberger en casa de sus padres, en Pensilvania, tras una intensa persecución.
Entre las pruebas clave que condujeron a la detención y condena de Kohberger figuraban las imágenes de vigilancia de su Hyundai Elantra blanco y el ADN hallado en la funda de un cuchillo abandonada en el lugar del crimen.


Aunque la policía pudo rastrear pistas físicas y construir un caso, no encontró ningún hilo que conectara a Kohberger con las víctimas.
“Nunca, hasta el día de hoy, hemos encontrado una sola conexión entre él y cualquiera de las cuatro víctimas o las dos compañeras de casa supervivientes”, observó el teniente Darren Gilbertson de la Policía Estatal de Idaho en una conferencia de prensa tras la sentencia el miércoles
“No hay pruebas de un historial de violencia, ni de un asesino en serie en potencia”, añadió el fiscal del condado de Latah, Bill Thompson.
“Si a la gente le preocupa que tuviera algún historial o rastro de comportamientos perturbadores antes de esto, no somos conscientes de ello”.
Preguntas sin respuesta
La sentencia de Kohberger marcó el final de la batalla legal, pero ofreció poca paz a las familias de las víctimas.
Hippler reconoció el deseo de las familias y de la opinión pública de comprender por qué ocurrió el crimen, pero advirtió del peligro de otorgar a Kohberger el poder que se deriva de la atención pública.
“La necesidad de saber lo que intrínsecamente no es comprensible nos hace depender del acusado para que nos dé una razón, y eso le da el protagonismo, la atención y el poder que parece ansiar”, aseveró Hippler. “Sin embargo, aunque pudiera obligarlo a hablar, cosa que legalmente no puedo, ¿cómo podría alguien estar seguro de que lo que dice es la verdad?”, planteó.
“¿De verdad creemos que, después de todo esto, es capaz de decir la verdad o de renunciar a algo de sí mismo para ayudar a las mismas personas cuyas vidas destruyó? Más bien, sospecho que la supuesta razón se repartiría en tentadoras, interesadas y engrandecedoras partes falsas, dejando así a la gente con ganas de más información, más perspicacia y, por tanto, aumentando aún más el poder que pretende ostentar”, añadió Hippler.

El fiscal Bill Thompson evocó la misma idea en la rueda de prensa.
“No creo que haya nada que salga de su boca que sea la verdad”, dijo Thompson.
Kohberger fue condenado a cuatro cadenas perpetuas consecutivas por asesinato, a 10 años adicionales por robo con allanamiento de morada y a pagar 290.000 dólares en concepto de indemnización. Aun así, para las familias de Mogen, Goncalves, Kernodle y Chapin, la justicia parece incompleta.
Al final, puede que nunca sepan qué llevó a un hombre sin relación conocida con las víctimas a cometer un acto de violencia tan calculado y por qué decidió destrozar una comunidad.
Alivea dejó claro en su mordaz discurso a Kohberger que el hecho de que respondiera a sus preguntas no la haría pensar mejor de él.
“Actúas como si nadie pudiera entender tu mente”, dijo. “Pero la verdad es que eres común y corriente. Eres un estereotipo de inseguridad disfrazada de control. Tus patrones son predecibles. Tus motivos son superficiales. No eres profundo. Eres patético”, reclamó.
“No eres especial ni profundo, ni misterioso ni excepcional. No te vuelvas a confundir”, sentenció.
Traducción de Michelle Padilla