Trump contrata a un nuevo arquitecto para salón de baile de $300 millones tras desacuerdos con el anterior
El arquitecto saliente, James McCrery II, seguirá en el proyecto como “asesor”, según la Casa Blanca
El presidente de EE. UU., Donald Trump, reemplazó al arquitecto original designado para supervisar la construcción de su salón de baile de 300 millones de dólares debido al enorme tamaño del proyecto, según un informe.
James McCrery II y su empresa boutique habían estado trabajando en el proyecto de 27.000 m² durante tres meses, hasta octubre, informó el Washington Post . McCrery y Trump se habían enfrentado por el interés del presidente en ampliar el tamaño del salón de baile, pero una combinación del pequeño equipo de McCrery y sus dificultades para cumplir los plazos acabaron provocando la salida de la empresa, informó el periódico.
No está claro si el arquitecto se marchó voluntariamente, pero los dos hombres siguen en buenos términos, dijo una fuente al Post.
Trump eligió al arquitecto Shalom Baranes Associates para encargarse del proyecto en su lugar. La empresa de Baranes ha sido responsable de numerosos grandes proyectos federales, entre ellos el edificio principal del Tesoro y la sede de la Administración de Servicios Generales.
“A medida que comenzamos la transición a la siguiente etapa de desarrollo en el Salón de Baile de la Casa Blanca, la Administración se complace en compartir que el altamente talentoso arquitecto Shalom Baranes se ha unido al equipo de expertos para llevar a cabo la visión del presidente Trump sobre la construcción de lo que será la mayor adición a la Casa Blanca desde la Oficina Oval: el Salón de Baile de la Casa Blanca”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Davis Ingle, a The Independent.

“Shalom es un arquitecto consumado cuyo trabajo ha dado forma a la identidad arquitectónica de la capital de nuestra nación durante décadas, y su experiencia será un gran activo para la realización de este proyecto”, añadió.
McCrery permanece en el proyecto en calidad de asesor mientras el proyecto pasa a la siguiente fase, según confirmó la Casa Blanca. The Independent ha pedido más información a la empresa de McCrery.
Will Scharf, secretario de personal de Trump y presidente de la Comisión de Planificación de la Capital Nacional, dijo en una reunión el jueves que la Casa Blanca presentará los planes para un nuevo salón de baile a finales de este mes.
“Una vez que se presenten los planes, es cuando realmente empezará el papel de esta comisión, y de su personal profesional”, dijo Scharf.


La Casa Blanca declaró en octubre que no presentó a la comisión planes para derribar el Ala Este a principios de este año porque el panel solo supervisa proyectos de construcción, no demoliciones.
Por su parte, Richard Blumenthal, senador demócrata por Connecticut, presentó el jueves una ley que pondría restricciones a los procesos de construcción y demolición de la Casa Blanca. La Ley No Palaces Act (“No a los Palacios”) obligaría a la Casa Blanca a exigir la aprobación de la comisión para las demoliciones y permitiría al Congreso desaprobar los cambios propuestos en el edificio histórico.
“El presidente Trump llevó una bola de demolición a la Casa Blanca: demolió la icónica Ala Este para dar paso a su monstruoso y multimillonario salón de baile”, dijo Blumenthal en un comunicado, y añadió: “Las restricciones en esta medida garantizarán que los futuros presidentes no puedan convertir la Casa del Pueblo en su palacio personal”.
El salón de baile se financiará íntegramente con fondos privados procedentes de donantes y empresas adineradas, según ha subrayado la Casa Blanca. La lista de donantes incluye a los gigantes de la gran tecnología Amazon, Apple y Google, las empresas de criptomonedas Coinbase y Ripple, y la familia del Secretario de Comercio Howard Lutnick, entre otros.
El mes pasado, los demócratas presentaron otro proyecto de ley destinado a imponer restricciones a las donaciones para el proyecto del salón de baile. La legislación prohibiría las donaciones de personas con conflictos de intereses, impediría que el presidente y el vicepresidente contribuyeran y obligaría a utilizar nombres reales al hacer donaciones, entre otros requisitos.
Traducción de Sara Pignatiello






