Frank “Mitch” Bradley: ¿quién es el almirante implicado en la polémica por segundo ataque a “narcolancha”?
El almirante Frank “Mitch” Bradley, reconocido por su integridad y liderazgo, deberá rendir cuentas ante el Congreso por el letal ataque “de doble impacto” contra una lancha vinculada al narcotráfico
Un respetado almirante de la Marina de Estados Unidos se prepara para comparecer ante el Congreso, en medio de crecientes cuestionamientos por un ataque de “doble impacto” contra una lancha sospechosa de transportar drogas en el Caribe.
El primer ataque se produjo el 2 de septiembre, cuando Estados Unidos lanzó una operación letal en aguas cercanas a Venezuela, que dejó un saldo de 11 personas muertas. Sin embargo, nuevos reportes indican que la embarcación fue golpeada por segunda vez, pese a que aún había sobrevivientes aferrados a los restos tras el primer impacto.
Mientras el secretario de Defensa, Pete Hegseth, enfrenta acusaciones por posibles “crímenes de guerra” en relación con el incidente, la atención se centra ahora en el almirante Frank “Mitch” Bradley, el alto oficial que estuvo al mando y supervisó la misión.
Bradley comparecerá ante el Congreso el jueves, luego de que legisladores de ambos partidos expresaran serias dudas sobre lo sucedido.
¿Quién es el almirante Frank “Mitch” Bradley?

La carrera del almirante Frank “Mitch” Bradley en operaciones especiales se extiende por más de tres décadas, marcada por logros militares, académicos y un liderazgo excepcional en primera línea.
Originario de Eldorado, Texas, y padre de cuatro hijos, Bradley se graduó en 1991 de la Academia Naval de Estados Unidos en Annapolis, con una licenciatura en Física.
Desde sus años de formación, ya destacaba por su rigor académico y su fortaleza física como gimnasta, cualidades que lo convirtieron en un candidato natural para el exigente entrenamiento de los Navy SEAL, que completó al año siguiente.
Tras convertirse en oficial SEAL en 1992, ascendió rápidamente dentro de la fuerza, destacándose en dos equipos SEAL con base en Virginia Beach, antes de participar en una misión de intercambio con las fuerzas especiales navales de Italia.
Posteriormente, Bradley se incorporó al Naval Special Warfare Development Group, la unidad de contraterrorismo más elitista de la Marina, conocida como SEAL Team 6, donde llegó a comandar una unidad de asalto, según informó The New York Times.
Estuvo entre los primeros efectivos estadounidenses desplegados en Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y lideró varias misiones de fuerzas de tarea conjunta durante los primeros años del conflicto.

Aunque según reportes barajó la posibilidad de seguir una carrera como astronauta a mediados de los años noventa, los atentados del 11 de septiembre consolidaron su compromiso con las operaciones especiales.
A mediados de los años 2000, Bradley dejó el SEAL Team 6 para continuar su formación académica en la Naval Postgraduate School de Monterey, California, donde obtuvo una maestría en Física.
En octubre de este año, fue nombrado comandante del Mando de Operaciones Especiales de Estados Unidos (USSOCOM), la estructura que agrupa a todas las unidades de élite de las Fuerzas Armadas, incluido el Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC). Desde ese cargo, supervisa ahora las operaciones más sensibles y estratégicas del país, abarcando todas las ramas del servicio militar.
Ampliamente respetado entre sus colegas, un alto oficial que sirvió junto a él declaró a CNN: “Es el mejor entre los mejores”.
Y añadió: “Es un líder valiente, con integridad, profesionalismo y una habilidad incomparable. También es brillante y un comunicador excepcional. Es el ejemplo por excelencia no solo para la Marina y las Operaciones Navales Especiales, sino para toda la profesión militar”.
¿Qué se sabe sobre el ataque a la lancha?

El 2 de septiembre de 2025, un ataque nocturno con dron contra una supuesta “lancha de drogas” en el mar Caribe marcó una escalada significativa en la ofensiva de Estados Unidos contra embarcaciones sospechosas de transportar narcóticos hacia su territorio.
Ese mismo día, el presidente Donald Trump publicó en su red Truth Social imágenes aéreas del operativo, donde se observa una pequeña embarcación acelerando antes de convertirse, tras una explosión repentina, en una bola de fuego.
En el ataque murieron once personas, todas identificadas por Trump como miembros de la banda venezolana Tren de Aragua, quienes, según afirmó, transportaban drogas hacia Estados Unidos a través de aguas internacionales.
“Que esto sirva de aviso para cualquiera que incluso piense en llevar drogas a Estados Unidos. ¡Cuidado!”, publicó Trump.
Desde entonces, más de una docena de ataques adicionales por parte de Estados Unidos contra embarcaciones acusadas de traficar drogas han dejado más de 80 muertos en apenas tres meses, lo que ha desatado serias dudas sobre la legalidad de la operación.
La controversia se intensificó la semana pasada, cuando nuevos reportes revelaron que, tras el primer ataque, al menos dos hombres sobrevivieron a la explosión inicial y quedaron aferrados a los restos de la lancha destruida. En ese momento, según las fuentes, se emitió una segunda orden y fue lanzado otro misil.
“Los dos hombres fueron arrojados al agua por la fuerza del impacto”, relató un informe de The Washington Post, que citó a funcionarios con conocimiento directo de la operación.
El mismo reporte señaló que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, habría dado la orden de “matar a todos”, una afirmación que el propio Hegseth calificó como “falsa, provocadora y difamatoria”.
¿Qué ha dicho el Gobierno?

En medio del creciente escrutinio sobre un incidente que, según expertos, podría constituir un crimen de guerra, comienza a perfilarse una disputa política por la responsabilidad del ataque.
Según el Manual de Leyes de la Guerra del Pentágono, las personas que se encuentren “heridas, enfermas o náufragas” en alta mar deben ser “respetadas y protegidas en todas las circunstancias”, incluso en contextos de hostilidades, por parte de las fuerzas estadounidenses.
Frente a esta situación, el Gobierno afirmó que el almirante Frank “Mitch” Bradley, en su rol como comandante del Mando de Operaciones Especiales, fue quien ordenó el segundo ataque contra la lancha. Con esa declaración, la administración Trump desplaza la responsabilidad del segundo impacto e intenta alejar del centro de la polémica al secretario de Defensa, Pete Hegseth.
Cuando se le preguntó por el incidente, el presidente Donald Trump declaró a reporteros a bordo del Air Force One que él “no habría querido” un segundo ataque. Además, afirmó que Pete Hegseth había negado haber dado la orden de atacar a los dos sobrevivientes tras el primer impacto.
El lunes, el secretario de Defensa expresó su respaldo al almirante Bradley:
“Dejemos algo totalmente claro. El almirante Mitch Bradley es un héroe estadounidense, un verdadero profesional, y cuenta con mi apoyo absoluto”, afirmó Hegseth.
Sin embargo, el miércoles, una fuente del Pentágono aseguró que Bradley sabía que el segundo ataque era ilegal y acusó a Hegseth de usarlo como chivo expiatorio.
“Me indigna que Hegseth intente evadir toda responsabilidad”, dijo la fuente al The Telegraph. “Ese tipo no tiene un solo hueso honorable en el cuerpo”.
Hegseth ha sostenido que los ataques aéreos se ajustan tanto a la ley estadounidense como al derecho internacional, además de cumplir con las normas del conflicto armado, que —según afirmó— fueron avaladas por los principales asesores jurídicos, tanto militares como civiles, a lo largo de toda la cadena de mando.
“Como hemos dicho desde el principio y en cada declaración, estos ataques altamente efectivos están diseñados específicamente como ‘ataques letales y cinéticos’”, escribió en X. “La intención declarada es frenar las drogas letales, destruir las narcolanchas y matar a los narcoterroristas que están envenenando al pueblo estadounidense”.
Traducción de Leticia Zampedri






