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El tuit de Musk a Putin debería hacer que dejemos de creer que es un héroe tecnológico cool

Musk es solo otro egoísta hipermasculino performático vestido con un traje de geek, y es hora de que lo aceptemos

Noah Berlatsky
Lunes, 14 de marzo de 2022 16:49 EDT
James O’Brien reacciona al reto que Elon Musk lanzó a Vladimir Putin
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Los oligarcas despliegan la hipermasculinidad para justificar su propio poder y agresión. Ese es el caso del líder ruso Vladimir Putin. Pero también es el caso (de una forma más geek, autoparódica, pero igualmente tediosa y predecible) del director general de Tesla y multimillonario tecnológico Elon Musk.

Hoy, Musk tuiteó un mensaje extraño: “Por la presente desafío a Владимир Путин [Vladimir Putin] a un combate singular”. Añadió: “La apuesta es Україна [Ucrania]. ¿Estás de acuerdo con esta pelea?”.

El director general de la agencia espacial rusa, Dmitry Rogozin, respondió rápidamente: “Tú, pequeño demonio, todavía eres joven”. “Compite conmigo, debilucho; solo sería una pérdida de tiempo”, fue la respuesta.

El espectáculo de Musk y los funcionarios rusos fanfarroneando y golpeándose el pecho como en la WWE para generarse publicidad es inapropiado y desagradable, por decir lo menos. La agresiva invasión rusa a Ucrania ya ha dejado miles de muertos y ha obligado a millones a abandonar sus hogares. Es una tragedia humanitaria masiva, no una oportunidad para que Musk se comercialice.

Sin embargo, los comentarios de Musk también destacan la forma en que la autopromoción, la hipermasculinidad y la violencia muchas veces se entrelazan de manera grotesca. Solo como ejemplo obvio, Putin promueve un culto al vigor y la fuerza en Rusia. Constantemente se hace fotografiar sin camisa mientras hace cosas varoniles al aire libre, a menudo con caballos.

Putin también trató de definir la identidad nacional rusa alrededor del odio a la decadencia occidental feminizada, que muchas veces asocia con las personas LGBT. Esta rabiosa homofobia cayó a otro punto más bajo recientemente cuando el líder de la iglesia ortodoxa rusa dijo que la invasión a Ucrania se justifica en parte como un intento de erradicar los “desfiles gay”. La intolerancia hipermasculina tóxica justifica horribles excesos militaristas.

Elon Musk no invadió ningún país, y su propio aprovechamiento de una masculinidad más extravagante y cerebral puede considerarse al menos de alguna forma algo más benigno. En el pasado, ha demostrado su dureza, no tomando las armas, sino trabajando 120 horas a la semana. Su personalidad pública se trata de la fuerza del cerebro, no la fuerza física. Su empresa Tesla se dedica a desarrollar carros eléctricos de tecnología ecológica, mientras que SpaceX promete llevar humanos a Marte en cinco años. Esto es hipermasculinidad, sí, pero con una arrogancia geek, supuestamente con consciencia social.

Sin embargo, al mirar más de cerca, la energía geek masculina de multimillonario de Musk no es muy diferente de la postura estándar de macho alfa. Su intensa ética laboral es utilizada contra sus propios empleados: ha sido condenado por reventar sindicatos ilegalmente y violar las leyes laborales. También ha sido acusado de maltratar a los trabajadores, especialmente a los trabajadores negros.

Su exesposa, Justine Musk, dice que Elon la trató como una empleada en muchos sentidos, su numerito de “gran hombre en la oficina” encajaba perfectamente en la dinámica sexista en casa. Ha tenido destellos de transfobia, además de tuitear “los pronombres apestan”, lo que la mayoría interpretó como un comentario de desprecio velado hacia la forma en que las personas no binarias eligen cómo ser llamados. Su pareja intermitente Grimes, que se identifica como no binaria y ha dicho que es “imparcial” hacia los pronombres, le pidió a Musk públicamente que no atacara a las personas trans, y eliminó el tuit. Pero atacar a una comunidad marginada para verse atrevido sigue siendo desagradable, sobre todo cuando es una comunidad marginada con la que sabes que tu pareja se identifica.

La extraña oferta de Musk para luchar contra Putin no es impropia de él; es solo otra muestra de cómo su masculinidad de tipo inteligente puede caer fácilmente en la masculinidad tradicional, agresiva y militarista.

También es un ejemplo de cómo el poder económico y social de los oligarcas se construye y alimenta las fantasías hipermasculinas de dominación física y control. Musk bromea en cierto sentido, pero obviamente disfruta la imagen de él mismo peleando contra Putin (¿a golpes? ¿Con espadas? ¿Con pistolas a veinte pasos de distancia?). Y disfruta de ponerse en la posición de un heroico salvador caballeresco, que corre a rescatar una Ucrania postrada para poder... ¿Qué? ¿Declararse rey? ¿Casarse con la hija de Ucrania y cabalgar hacia el atardecer? ¿Aceptar el aplauso universal de los ucranianos agradecidos porque un multimillonario tecnológico esté dispuesto a luchar por su libertad mientras están siendo bombardeados?

Los detalles exactos de esta narrativa heroica son confusos. Pero está claro que Dmitry Rogozin agradeció la oportunidad de participar. Putin está feliz de plantear la guerra en Ucrania como una prueba de fuerza personal y de determinación masculina, más que como una toma de poder brutal e insensible que implica bombardear hospitales de maternidad y enviar reclutas adolescentes para que les disparen.

Una vez más, Musk no es Putin. Pero sus reflexiones tontas sobre pelear físicamente por Ucrania sugieren que tal vez le gustaría serlo. Los multimillonarios poderosos muchas veces hablan y actúan como si las únicas personas en el mundo fueran ellos mismos y su masculinidad. En el mejor de los casos, suenan insensibles y fuera de lugar. En el peor, hacen lo que Putin está haciendo hoy.

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