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Plumas, oración y ofrendas animan la fiesta de San Francisco Solano en Paraguay

R. Mara Teresa Hernndez
Viernes, 25 de julio de 2025 09:48 EDT

La lluvia intensa de la mañana no evitó que Blanca Servín vistiera a su hijo de ocho años como un pájaro y juntos se unieran a la procesión en honor a San Francisco Solano, el patrono del pueblo de Emboscada en Paraguay.

Al igual que su pequeño, otros católicos del pueblo —a 32 kilómetros de la capital, Asunción— visten disfraces hechos con plumas cada 24 de julio. Forma parte de un ritual que los locales realizan para cumplir con una promesa realizada al fraile español, quien vivió como misionero en Sudamérica durante el siglo XVI y es considerado milagroso.

“Yo no podía tener hijos”, dijo Servín. “Seguí muchos tratamientos y, cuando finalmente me embaracé y llegó mi niño, los doctores me dijeron que tenía sólo días de vida”.

Entonces rezó a San Francisco y le prometió lo mismo que otros devotos: Si haces lo que te pido, te honraré en tu día durante siete años.

“Ahora mi niño va a cumplir 7 y ya cumplí la promesa”, añadió Servín. “Pero voy a seguir viniendo”.

¿Por qué las plumas?

Los devotos que se visten con plumas son conocidos como “promeseros”. Parte de su ritual implica cubrirse el rostro, imitar el sonido de los pájaros y distorsionar la voz al hablar.

Marcos Villalba dijo que pasó tres meses confeccionando su disfraz. Trabajó en él un día sí y un día no, y explicó que su padre y sus hermanos también llevan años siendo promeseros.

Susana Villalba —quien no es familiar de Marcos— le dedicó seis meses a la misma tarea. Ella no usa disfraz, pero sí pegó cientos de plumas a la ropa de sus dos hijos y su marido.

Ella, como Servín, ya cumplió la promesa que le hizo a San Francisco, pero contó que aún forman parte del festejo porque se convirtió en una tradición que disfrutan.

¿Qué hay detrás de la fiesta?

De acuerdo con Ireneo López, un laico que está a cargo de las actividades recreativas de la capilla de Emboscada, San Francisco Solano es recordado como un misionero que evangelizó a los indígenas a través de la música. El primer templo en su honor se erigió en los años 30, pero conforme la congregación creció, una iglesia más grande se construyó a un costado. Unas 2.500 personas se congregan cada año en los alrededores de la capilla.

López dijo que los promeseros usan hasta 30 gallinas y gansos para crear sus disfraces. “Esta vestimenta representa lo que se usaba en la época antigua”, dijo. “Hacían trajes de gala a través de lo que les proveía la naturaleza: las aves”.

Jessica López, quien asistió al festejo con sus dos hijas y una sobrina, dijo que juntó plumas durante meses, y justo antes de confeccionar las prendas, su familia disfrutó de un banquete encabezado por una gallina que eligieron para la ocasión.

Ella también pidió buena salud a San Francisco, pero otros feligreses le solicitan todo tipo de milagros.

Las procesiones y danzas comienzan el 22 de julio. La noche previa a la fiesta patronal, una familia de la comunidad se lleva a casa una figura del santo para decorarla y devolverla al templo al día siguiente.

El 24 de julio los promeseros y feligreses asisten a misa en la capilla, después inician una procesión y concluyen con un baile frente a la iglesia.

Una historia de territorio y disputas

De acuerdo con la historiadora Ana Barreto, el contexto del festejo es tan fascinante como la celebración en sí. De entrada, se realiza en un territorio que se disputó entre los indígenas guaraní y chaqueños desde antes que los españoles llegaran en el siglo XVI.

Los europeos eventualmente subyugaron a los guaraníes, pero los chaqueños continuaron defendiendo su tierra incluso después de que comunidades afrodescendientes que dejaron de estar esclavizadas se establecieron ahí.

“Los indígenas buscaban robarse mujeres jóvenes, llevarse armas y otros objetos valiosos, dejando arder por incendio los ranchos”, dijo Barreto.

No todos los asistentes a la fiesta de San Francisco están al tanto, pero sus disfraces y festejos recuerdan aquel pasado histórico.

De acuerdo con Barreto, el nombre en guaraní del evento, Guaykurú Ñemondé, se traduce como “vestirse al modo de un bárbaro”. Es decir, de algún modo, los participantes guaraníes se visten como sus enemigos ancestrales.

Las razón de esto podría estar en un antiguo rito. Tras enfrentarse en batalla a los chaqueños, los guaraníes mantenían a sus enemigos presos. Les proveían comida, bebidas energizantes y les permitían tener sexo con sus mujeres. Sólo después de nutrirlos los asesinaban, los cocinaban y los servían en un banquete en el que incluso mujeres y niños participaban.

“De esta manera, el enemigo pasaba a fortalecer a los guaraníes”, dijo Barreto.

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La cobertura de noticias religiosas de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de todo el contenido.

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