‘Descompuesto sin remedio’: 150 ejecutivos, incluida Sheryl Sandberg, se unen a The Independent para exigir el fin de la pena de muerte

El joven, apenas un niño, se enfrentaba a una decisión mortal. Celia Ouellette, su abogada defensora, le dijo al adolescente negro de 18 años de los Apalaches, Kentucky, que no le quedaban buenas opciones: Podía aceptar un acuerdo de culpabilidad que le mantendría en prisión hasta la mediana edad, o podía arriesgarse a ir a juicio y que le impusieran la pena de muerte por un crimen en el que solo estaba implicado indirectamente. El adolescente, cuya identidad Ouellette no puede divulgar por razones legales, formaba parte de un grupo de cinco implicados en una venta de marihuana durante la cual alguien resultó muerto. Su cliente no estaba en la casa donde ocurrió. No fue acusado de ser el asesino. Su crimen fue esperar fuera de la escena del crimen. Los cinco miembros del grupo se enfrentaban potencialmente a la ejecución.

“Estas opciones son una mierda”, se lamentó, según recuerda la señora Ouellette. Ninguno de los jóvenes se había propuesto matar a nadie. Habían pensado que solo estaban haciendo un negocio de drogas de bajo nivel. Todo se torció en un instante.

Ella le explicó que lo mejor que podía hacer como abogada -lo mejor que el sistema ofrece a muchos jóvenes negros en su situación- era cambiar una larga condena de prisión por conservar su vida. Él aceptó el acuerdo, pero dejó a Ouellette con una misión. Le dijo que saliera a hacer que los chicos como él tuvieran una segunda oportunidad tras cometer errores, incluso mortales, y no la pena de muerte.

“Tienes que cambiarlo”, dijo. “Si no tienes el poder de arreglar esto, tienes que encontrar a alguien que lo tenga”. Y eso es lo que hizo.

En 2017, Ouellette, una veterana abogada de defensa de la pena capital, lanzó la organización sin fines de lucro con sede en el Reino Unido RBIJ (Responsible Business Initiative for Justice). Su objetivo es inspirar a los líderes de las empresas y los medios de comunicación para que presten su voz para acabar definitivamente con la pena capital. La gente presta atención a quienes tienen la mayor plataforma. La RBIJ quería que los que ya están bajo los reflectores ayudaran a iluminar uno de los rincones más oscuros del sistema de justicia penal.

“Nosotros, como movimiento, reconocimos el valor que pueden aportar las empresas”, dijo a The Independent. “Cuando lancé la RBIJ en 2017, hubo un marcado aumento del interés de las empresas en temas de justicia social, justicia racial y derechos humanos en ese momento. Teníamos la teoría de que, si colgábamos nuestra placa y abríamos nuestra puerta, ellos estarían allí, y eso ha sido cierto.”

Pronto, los teléfonos no dejaron de sonar.

Hasta ahora, la campaña de RBIJ ha atraído a más de 150 conocidos firmantes de su declaración Líderes empresariales contra la pena de muerte, que se lanzó a principios de este año en South by Southwest, una importante conferencia que se celebra anualmente en Texas. Ejecutivos de alto nivel como Ariana Huffington, Sheryl Sandberg de Facebook y el fundador del Virgin Group, Richard Branson, forman parte ahora de la iniciativa. (The Independent también se ha unido a la declaración, con el compromiso de destacar las injusticias de la pena de muerte en nuestra cobertura).

La pena de muerte, como institución, tiene múltiples facetas: Es el resultado final e irrevocable de las políticas criminales estatales y federales, de la actuación policial y de numerosos sistemas judiciales interconectados. Es un castigo que afecta a cuestiones de justicia racial, ética, fe, el valor de una vida humana. Por ello, el creciente número de líderes empresariales que se han manifestado en contra de la pena capital lo han hecho por diversas razones. Para algunos, es el hecho de que la pena de muerte se ha demostrado una y otra vez que se aplica de forma desproporcionada a los hombres de color; para otros, que no hay ninguna relación probada entre la pena capital y la reducción de la delincuencia.

“La pena de muerte está rota sin remedio, y es evidente que no hace justicia desde cualquier punto de vista razonable”, ha escrito Branson sobre su decisión de oponerse a este castigo. “Está marcada por la crueldad, el despilfarro, la ineficacia, la discriminación y un riesgo de error inaceptable. Al hablar en este momento crucial, los líderes empresariales tienen la oportunidad de ayudar a poner fin a esta práctica inhumana y defectuosa”. Explicó su pensamiento con más detalle durante una entrevista con The Independent: “Creo que, para ser un país verdaderamente civilizado, hay que darse cuenta de que matar a la gente como forma de intentar enseñar a la gente a no matar a la gente no es la forma de hacerlo. Es inhumano y está mal”.

Para otros firmantes, se trata de que en la era moderna se exonera a casi una persona del corredor de la muerte por cada 8,3 que se ejecutan, una tasa de error que consideran demasiado grande cuando hay vidas en juego.

“Eliminar la pena de muerte es un imperativo moral por derecho propio”, dijo el director general de Unilever, Alan Jope, sobre su decisión de unirse a la misión de RBIJ. “Y cuando a la privación de la vida se suma el conocimiento de inocentes a los que se les impone tal sentencia, es aún más horrible.”

El enfoque es emblemático de un cambio más amplio en la cultura empresarial de Estados Unidos, según Tom CW Lin, profesor de la facultad de Derecho de la Universidad de Temple y autor del libro de próxima aparición The Capitalist and the Activist: Corporate Social Activism and the New Business of Change.

“Cada vez vemos más, sobre todo por parte de los consumidores más jóvenes, que quieren comprometerse con empresas que consideran buenos ciudadanos corporativos, y no solo buenos motores de beneficios para los servicios y proveedores de productos”, dijo el profesor Lin.

Se trata de una idea que, de una forma u otra, lleva tiempo rondando. Todo el mundo, desde la Conferencia Internacional de Cricket hasta las instituciones financieras, utilizó el mordisco económico de los boicots y las sanciones para presionar a Sudáfrica para que pusiera fin al apartheid. Las empresas le costaron a Carolina del Norte cientos de millones de dólares cuando se retiraron del estado en protesta por una ley que negaba a las personas transgénero el acceso a los baños que coincidían con su identidad de género, hasta que el estado anuló la ley en 2017.

“Sucedió gradualmente”, añadió el Sr. Lin. “No hay un punto de inflexión en particular, pero yo diría que, en el transcurso de las últimas dos décadas más o menos, simplemente ha habido una línea de tendencia cada vez más hacia esta noción de que las empresas deben obligaciones a las partes interesadas más allá de su estrecha base de accionistas.”

Sin embargo, en los últimos años se ha dado un paso más, ya que las grandes marcas están prácticamente obligadas a adoptar posturas sociales en cuestiones como Black Lives Matter y la crisis climática para ser consideradas legítimas, tanto dentro como fuera de la empresa. Una encuesta reveló que tres cuartas partes de los trabajadores esperan que sus empleadores adopten una postura sobre temas de actualidad, y casi la misma cantidad consideraría cambiar de trabajo si sus empresas no lo hicieran.

“Creo que si tomas la generación anterior a la mía, los líderes empresariales solo pensaban que estaban ahí para ganar dinero. Pero nosotros tenemos voz”, dijo Richard.

Según la RBIJ, quienes se han unido a ella en su lucha contra la pena de muerte responden a algo más que a las expectativas de los consumidores o de los empleados. Una vez que estas empresas comprenden los abusos más flagrantes de la pena de muerte, empiezan a actuar con verdadera urgencia moral.

“Es muy difícil no verlo”, dijo Ouelette. “No tenemos reparos en decir que lo que queremos es trabajar con las empresas para hacer cosas y crear un cambio. Si la respuesta a esta pregunta no es afirmativa, debemos dedicar nuestro tiempo a otra cosa.”

La campaña celebró un gran éxito a principios de este año, cuando sus partidarios empresariales de Ohio y otros lugares ayudaron a presionar al estado para que aboliera las sentencias de cadena perpetua sin libertad condicional para niños y delincuentes juveniles, una especie de pena de muerte en vida. Es el tipo de política que, si se aplica a nivel nacional, podría hacer que los adolescentes ya no tengan que elegir entre la cadena perpetua y la muerte en prisión.

Y es solo el principio. La organización está poniendo sus miras en un objetivo aún más ambicioso: Conseguir que el presidente, Joe Biden, cumpla su promesa electoral de buscar el fin de la pena de muerte. Como presidente, Biden tiene un gran poder para “despejar la fila”, como dicen algunos, conmutando las sentencias de muerte de todos los delincuentes federales, por no hablar de un púlpito para impulsar una legislación duradera.

Hasta que Estados Unidos se una a los más de 170 Estados miembros de las Naciones Unidas que han abolido la pena de muerte en la ley o en la práctica, la RBIJ seguirá intentando hacer honor al cargo que le impuso un adolescente en Kentucky hace tanto tiempo: “Si no tienes el poder de arreglar esto, tienes que encontrar a alguien que lo tenga.” Por suerte, ahora tienen algunos poderosos aliados de su lado.

Este artículo fue modificado el 13 de octubre de 2021. Anteriormente afirmaba de forma inexacta que una de cada nueve personas condenadas a muerte resultaba ser inocente. El estudio al que se hace referencia determinó que por cada 8,3 personas ejecutadas entre 1972 y este año, una persona había sido exonerada. Sin embargo, hay muchas más personas condenadas a muerte de las que se ejecutan. Alrededor del 2% de las personas condenadas a muerte durante ese periodo han sido exoneradas posteriormente.

The Independent y la organización sin ánimo de lucro RBIJ (Responsible Business Initiative for Justice) han lanzado una campaña conjunta para pedir el fin de la pena de muerte en Estados Unidos. La RBIJ ha atraído a más de 150 conocidos firmantes de su declaración de Líderes Empresariales contra la Pena de Muerte, siendo The Independent el último de la lista. Nos unimos a ejecutivos de alto perfil como Ariana Huffington, Sheryl Sandberg de Facebook y el fundador del Virgin Group, Richard Branson, como parte de esta iniciativa, y nos comprometemos a destacar las injusticias de la pena de muerte en nuestra cobertura.