La realidad de los niños migrantes: ¿qué pasa con los menores no acompañados en la frontera de EEUU?
Los menores quedan bajo custodia de las autoridades migratorias para que sean reunificados con sus familias o entregados a patrocinadores, si califican para el asilo. El problema es que el proceso se ha complicado por el enorme flujo de migrantes en la frontera
En los últimos años, el número de niños que cruzan solos la frontera sur de Estados Unidos ha aumentado de forma dramática. Las autoridades migratorias estiman que, entre 2003 y 2021, más de 400 mil menores no acompañados llegaron a solicitar asilo.
Las causas son de sobra conocidas: Casi todos estos niños, a quienes el gobierno de Estados Unidos llama “menores no acompañados” buscan asilo por las terribles circunstancias que enfrentan en sus países de origen, entre ellas la violencia de las pandillas y las amenazas del crimen organizado que ponen en peligro sus vidas.
Muchos niños emprenden el viaje con sus padres. Pero, cuando las familias llegan a la frontera, se dan cuenta que no es fácil que los dejen entrar a todos. Es entonces cuando algunos se ven forzados a tomar la dolorosa decisión de enviar solos a sus hijos, sobre todo si tienen familiares en Estados Unidos que puedan hacerse cargo de ellos.
Esta tendencia se acentuó a partir de 2019, cuando el gobierno de Joe Biden implementó la política de devolver a México a las familias, pero no a los menores no acompañados debido a que son muy vulnerables. Por razones humanitarias, como dijo el secretario de Seguridad Interna, Alejandro Mayorkas, no se les puede expulsar del país y abandonarlos a su suerte.
¿Qué pasa entonces con los niños?
De acuerdo con las leyes actuales, cuando la Patrulla Fronteriza detiene a los menores extranjeros no acompañados mientras cruzan la frontera, quedan bajo la custodia de la CBP (Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras). De aquí, son transferidos a los albergues del programa ORR (Oficina de Reubicación de Refugiados) que administra el HHS (Departamento de Salud y Servicios Humanos).
Los niños permanecen en los refugios del ORR hasta que los entregan a parientes o patrocinadores en Estados Unidos.
En estos centros tienen derecho a recibir los siguientes servicios: comida, ropa, atención médica y dental, educación, entretetenimiento, representación legal, así como ayuda para comunicarse con sus familiares en Estados Unidos y reunificarse con ellos.
El problema radica en que, debido a que el gobierno federal se ha visto rebasado por el enorme número de personas que llegan a la frontera en busca de asilo, el proceso para atender y reubicar a los niños que llegan solos se ha complicado de manera considerable.
Retraso de casi 2 millones de casos
Hasta el 30 de agosto de 2022, las cortes de inmigración reportaron que tenían un retraso de más de 1,9 millones de casos y que el tiempo de espera para una audiencia con un juez es de más de dos años.
Este retraso ha tenido como consecuencia que los menores detenidos, tanto en las instalaciones de la CBP como en los centros del ORR, pasen un tiempo excesivo y, además, sin ayuda legal apropiada
Lejos de solucionarse, el problema se agrava cada año. Entre 2012 y 2019, la cifra de menores en refugios del ORR pasó de 13.625 a 69.4488. En el año fiscal 2021 el número se disparó a 122.731.
Con el fin de enfrentar este reto, el programa ORR decidió abrir centros de admisión de emergencia para complementar los refugios existentes. Sin embargo, una investigación de la OIG (Oficina del Inspector General) reveló que las condiciones de estas nuevas instalaciones dejaban mucho que desear. En concreto, se refirieron al Centro de Fort Bliss.
Según los informes de la OIG, el centro de Fort Bliss tuvo que contratar de emergencia a 300 administradores de casos sin experiencia. Como resultado de ello, cientos de menores pasaron semanas sin recibir actualizaciones de sus casos. Esta falta de comunicación causó una enorme angustia, desesperación, ansiedad y ataques de pánico entre los niños.
Reducción de medidas de seguridad
Otra acción que ha resultado contraproducente es que, para acelerar el proceso de reubicación de los niños con sus familiares o patrocinadores, se ha eliminado la implementación de medidas de seguridad básicas. Por ejemplo, se redujo la revisión por parte de terceros del proceso de selección de patrocinadores.
Debido a la vulnerabilidad de los niños, el proceso original para entregarlos a patrocinadores indica que éstos deben someterse a un exhaustivo proceso de verificación de antecedentes y evaluación con el fin de identificar factores de riesgo. Bajo ninguna circunstancia, como señalan los defensores de los inmigrantes, se deben omitir pasos en este proceso, sobre todo porque, aunque la mayoría tiene 14 años (72 por ciento) hay niños muy pequeños, incluso menores de 3 años.
Por otra parte, hay que considerar que el proceso no finaliza cuando los menores son enviados a la casa de un patrocinador. Se supone que estos niños deben ser enviados a su país de origen si no se puede establecer la elegibilidad para el asilo o alguna otra forma de alivio de la deportación.
Durante el año fiscal 2020, el CBP reportó que el 68 por ciento de los casos de los 290 mil niños que fueron detenidos entre 2014 y 2019 aún estaban sin resolver. Solo al 28 por ciento se les otorgó algún tipo de alivio y el 72 por ciento permaneció en Estados Unidos, incluso si se les negó el asilo u otra forma de alivio. De hecho, el 16 por ciento se fugó después de recibir una orden final de deportación o un permiso para salir voluntariamente del país.
El DHS reportó que solo ha podido repatriar al 4,3 por ciento de ellos.
Las estadísticas de la CBP indican que la mayoría proviene de Centroamérica. Guatemala ocupa el primer lugar con 47 por ciento, seguido de Honduras con 32 por ciento y El Salvador con 13 por ciento.