Sequía vacía reservas de agua en noreste de España
La iglesia medieval de Sant Romà desapareció de la vista en la década de 1960, cuando el pueblo de Vilanova de Sau, a una hora de Barcelona, fue inundado para crear un embalse
La iglesia medieval de Sant Romà desapareció de la vista en la década de 1960, cuando el pueblo de Vilanova de Sau, a una hora de Barcelona, fue inundado para crear un embalse.
En las últimas tres décadas, su campanario espectral ha surgido a la superficie en varias ocasiones, como un puntual recordatorio de los delicados recursos hídricos de España.
Pero hoy, la torre de la iglesia, su nave y los cimientos del edificio están expuestos. Las montañas desnudas y empinadas de la reserva Sau muestran cuánto ha retrocedido su nivel, y la tierra agrietada alrededor del charco de agua restante es pisoteada por turistas atraídos por la reaparición del pueblo fantasma.
La sequía en el noreste de España alcanzó niveles “excepcionales” el mes pasado y amenazó el acceso al agua potable para 6 millones de personas en el área metropolitana de Barcelona.
Los niveles de agua de la reserva Sau ahora están a 9% de su capacidad, según datos de la Agencia Catalana del Agua, así que los funcionarios tomaron la decisión de sacar los peces para evitar que se asfixiaran. Pero es posible que ya esté perdida la carrera contra el reloj para rescatarlos, ya que muchos flotan muertos en la superficie.
El resto de agua en la cuenca se está desviando a otra reserva más llena no lejos de ahí para evitar que su calidad se deteriore al grado de no ser potable.
España entró oficialmente a un periodo de sequía de gran duración, informó la agencia meteorológica del país, Aemet, la semana pasada, debido a las altas temperaturas y pocas lluvias de los últimos tres años.
Pero en Cataluña, la situación es crítica, ya que los niveles promedio de sus reservas rondan el 27% de su capacidad. Hay restricciones en el uso de agua agrícola e industrial, y está prohibido usar agua potable para lavar autos o llenar piscinas.
Mientras tanto, España en general se ha calentado 1,3 grados centígrados (2 grados Fahrenheit) desde la década de 1960, un fenómeno notable el año entero, pero particularmente en verano, cuando las temperaturas promedio han aumentado 1,6 grados.