Pese a la crisis, las cubanas hacen de sus uñas lienzos creativos y las manicuras sacan rédito
La manicura cubana Marisel Darias se pasó casi seis horas arreglándole las uñas a su clienta. Pulió, preparó y colocó extensiones de varios centímetros, pintó a mano alzada en ellas a los personajes de la popular serie de dibujos animados Bob Esponja y las remató pegándoles pequeñas piedras brillantes.
Las cubanas se sumaron en los últimos años a la tendencia de convertir sus uñas en lienzos creativos y desplegar sobre ellas verdaderas instalaciones artísticas.
Pese a su extensa longitud, estas uñas puntiagudas o cuadradas resisten la gravedad. Desafían la teoría del color y en sus temáticas no hay tabú ni prejuicio.
Las mujeres cubanas disfrutan del placer de decorar sus uñas pese a las duras condiciones económicas que enfrentan diariamente. Mientras, las manicuras deben superar las barreras del desabastecimiento o las dificultades para conseguir productos especializados, aunque logran que su negocio sea lo suficientemente provechoso, lo que las ayuda a capear la crisis que asola a la isla.
Darias instaló su salón —llamado Mary Art—, en la sala de su casa en el municipio de Playa. Allí colocó estanterías con frascos de colores, solventes, spray y cremas. También una mesa adecuada, pulidoras, tijeras, alicates, cepillos, así como pantallas de luz blanca y otras de secado rápido que emiten destellos.
En un costado puso un generador de electricidad para sortear los apagones que se convirtieron en un clásico en cualquier hogar cubano estos meses.
Las uñas que Darias, de 26 años, le decoró a su clienta Mariam Camila Sosa sobresalían por lo menos dos centímetros de largo: Bob Esponja y Patricio Estrella —los personajes de la serie— mostraban los inmensos ojos en sus rostros de grandes sonrisas con sus característico color amarillo y rosado, respectivamente.
“Antes era un servicio de media hora”, comentó Darias a The Associated Press. “Eran manicuras de mesa, de pintura natural y ya; ahora todo se ha vuelto arte, no es solo arreglar. Es el cuidado de la piel, la hidratación, la estructura de la uña”, agregó con tono apasionado.
Con este nivel de detalle, aseguró que no puede dar más de dos turnos por día.
“La mujer cubana es extremadamente presumida…las uñas, el pelo, las pestañas, siempre tiene que estar arreglada”, dijo Darias. “A mí, clientas no me faltan”.
Pese a la crisis, la moda de las uñas largas y decoradas se convirtió casi en una necesidad por la que las cubanas están dispuestas a gastar tiempo y dinero.
No hay una cifra oficial de la cantidad de grandes negocios especializados, pero desde la pandemia del COVID-19 florecieron estos pequeños espacios privados, con resultados muy profesionales. Un trabajo de manicura puede durarle a sus clientas un mes antes de necesitar retoques.
Tanto Darias como una decena de manicuristas con las cuales AP habló son autodidactas; se iniciaron practicando con amigas y madres o viendo tutoriales por internet, hasta que tras la pandemia tomaron cursos especializados con profesionales que vinieron de México, España o Argentina.
Una salida laboral provechosa
Algunas de estas especialistas son incluso licenciadas universitarias, pero esta es una salida laboral que funciona en el contexto de crisis y bajos salarios.
Cada clienta acuerda con su manicura el costo del servicio, que puede ir desde los ocho hasta los 40 dólares.
La cifra no es irrelevante en un país donde un sueldo estatal alcanza los 5.000 pesos cubanos (unos 13 dólares) al mes, aunque muchas familias suman a los ingresos por sus empleos las remesas familiares y los subsidios estatales, que son cada vez menores pero todavía operan.
Los productos y utensilios de trabajo suelen provenir de Estados Unidos o Panamá, sea porque ellas viajan y los traen, o porque los compran a revendedores en la isla. Un frasco de pintura profesional cuesta unos 15 dólares.
Flores, mariposas... y también alacranes
Más allá del mal o buen gusto del consumidor, existe una enorme variedad de temáticas para plasmar en las uñas: flores, mariposas, logos de marcas conocidas, personajes animados, inscrustaciones de piedras, banderas o patrones geométricos.
Las historias sobre diseños insólitos abundan: en mayo un vídeo de una manicura de la provincia de Villa Clara se hizo viral cuando mostró que para satisfacer a una clienta le encapsuló un alacrán en las uñas y debió partirlo en dos para colocarlo en diferentes dedos. La AP verificó la historia con ella, pero la especialista declinó declarar alegando que había recibido muchos comentarios negativos.
Creadoras de contenido en las redes sociales
Según las especialistas, junto al encierro que produjo la pandemia y la necesidad de mantener sus hogares, el auge del cuidado de uñas también está relacionado con la masiva llegada de internet a la isla, que recién se abrió para el servicio de datos en 2018.
“Las redes sociales son la herramienta fundamental para poder atraer al público y a las clientas”, comentó a la AP la manicura Dayana Roche, de 41 años. “Hay que crear bastante contenido. Hay que mostrar tu trabajo, realizando un servicio o un resultado; además de ser manicuristas, somos creadoras de contenido”.
Roche ofrece sus servicios en su casa en la barriada del Cerro y es muy activa en Instagram y Facebook. Internet funciona tanto para cautivar a las clientas como para ver las tendencias en el mundo y replicarlas.
“Esto ha llegado a un nivel en que hay que estudiar mucho para brindar un buen servicio con calidad, duradero”, explicó Roche. “Hay que capacitarse”.
Para las clientas, el sacrificio en tiempo y dinero está bien compensado. Las uñas largas, según aseguraron, no suponen un estorbo para su vida cotidiana.
“Es cuestión de acostumbrarse”, dijo a la AP, Sosa, trabajadora independiente de 22 años, mientras Darias terminaba de darle forma a Bob Esponja. “Me gustan mucho los animados, las Chicas Superpoderosas, Unicornios Arcoíris, porque tengo una niña de tres años y ella también disfruta mis uñas”, contó la joven.
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