Nobel de la Paz otorgados a damas iraníes con 20 años de diferencia revelan tensiones con Occidente

Jon Gambrell
Viernes, 06 de octubre de 2023 19:48 EDT
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NOBEL-PAZ-IRÁN (AP)

El Premio Nobel de la Paz otorgado a una activista iraní por los derechos de las mujeres fue una señal del apoyo internacional a los empeños en pro de la democracia en la república islámica, y a la esperanza de que el país pudiera cambiar desde adentro.

Eso ocurrió hace 20 años, y la ganadora, Shirin Ebadi, enfrentó un acoso que finalmente la obligó a huir del país. El viernes, el Comité Nobel noruego entregó su prestigioso Premio de la Paz a la colega de Ebadi, Narges Mohammadi, quien ha entrado y salido de prisión durante más de una década debido a su activismo en apoyo a los derechos de las mujeres y la democracia.

Los premios son como los extremos que enmarcan un período en el que Irán y Estados Unidos han oscilado entre la confrontación y una posible reconciliación en torno a los límites al programa nuclear de Teherán, con tensiones que van en aumento desde que un acuerdo de 2015 se vino abajo. Durante esas dos décadas, los derechos de las mujeres han pasado al primer plano de las protestas en Irán.

La economía iraní ha estado por los suelos durante años debido a las sanciones impuestas por Occidente, y la gente está enojada por la devaluación de su dinero y la corrupción gubernamental. Es un agudo contraste con respecto a hace 20 años, cuando todavía parecía haber una posibilidad de algo parecido a una distensión con Estados Unidos.

SE DESVANECE LA OPORTUNIDAD PARA UN “DIÁLOGO ENTRE CIVILIZACIONES”

Cuando Shirin Ebadi ganó su Nobel en 2003, la teocracia iraní —gobernada en forma vertical por su líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei— enfrentaba una lucha interna.

De un lado estaba el presidente de Irán, Mohamed Jatamí, un reformista que buscaba cambiar el gobierno del país desde dentro. Jatamí abogó durante mucho tiempo por un “diálogo entre civilizaciones” mientras buscaba mejores relaciones con el mundo, particularmente con Washington.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, los iraníes manifestaron su apoyo a Estados Unidos espontáneamente, y el gobierno de Jatamí señaló que ayudaría a cualquier piloto estadounidense derribado durante su ofensiva contra los talibanes en el vecino Afganistán.

En el camino de Jatamí se interponían políticos de línea dura y miembros de las fuerzas de seguridad, que debilitaron su autoridad dentro del gobierno de Irán. La agencia de seguridad interna del país reprimió las protestas estudiantiles masivas que estallaron en 1999.

Cualquier intento de alcanzar una solución negociada con Washington se complicó aún más cuando el presidente George W. Bush etiquetó a Irán como parte de un “Eje del Mal”, junto con Corea del Norte e Irak, que Estados Unidos había invadido en 2003.

Jatamí dejó el cargo en 2005 debido a límites de mandato, y fue reemplazado por un gobernante muy diferente.

TENSIONES NUCLEARES Y UNA ELECCIÓN DISPUTADA

El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad se convirtió en una caricatura de las percepciones occidentales sobre los peores atributos de la República Islámica de Irán.

Puso en duda que el Holocausto hubiese ocurrido, insistió en que Irán no tenía ciudadanos homosexuales ni lesbianas, e insinuó que el país podría construir un arma nuclear si elegía hacerlo.

Bajo Ahmadinejad, el programa nuclear de Irán comenzó a avanzar lentamente hacia niveles de enriquecimiento de uranio apto para usar en armas, lo que preocupó a Occidente. Se sospechó que una serie de asesinatos selectivos contra científicos nucleares de Irán fueron llevados a cabo por Israel, su archirrival regional. También se conjeturó que Estados Unidos e Israel lanzaron conjuntamente un ciberataque conocido como Stuxnet que dañó las trascendentales centrifugadoras para enriquecer uranio de Irán.

Tan sólo unos años después de ganar el Premio Nobel por su activismo, Ebadi enfrentó un acoso cada vez mayor. No permaneció en Irán mucho más tiempo.

Tras la disputada reelección de Ahmadinejad en 2009, sus fuerzas de seguridad pusieron fin violentamente a las protestas del llamado Movimiento Verde. Ebadi, quien posteriormente se estableció en el Reino Unido, apoyó a los manifestantes desde lejos.

Deseosas de sofocar la influencia de Ebadi, las autoridades allanaron sus oficinas, confiscaron sus documentos y su medalla de oro del Nobel, y congelaron sus finanzas. Desde entonces permanece en el extranjero. Posteriormente, Irán le devolvió su medalla debido a la indignación internacional.

EL ACUERDO Y SU DESPLOME

Para reemplazar a Ahmadinejad, quien dejó el cargo en 2013, los iraníes eligieron a Hasán Rohaní, una figura relativamente moderada dentro de la teocracia.

Con la aprobación del líder espiritual del país, los funcionarios de Rohaní iniciaron conversaciones secretas con sus homólogos en el gobierno del presidente estadounidense Barack Obama.

Eso ayudó a generar el acuerdo nuclear de 2015 con las potencias mundiales, en el que Irán acordó reducir drásticamente sus reservas de uranio y reducir también, en gran medida, su enriquecimiento. A cambio se levantaron las sanciones económicas, y los iraníes salieron a las calles a celebrar.

La teocracia todavía mantuvo límites firmes sobre el derecho a manifestarse y la libertad de expresión. Durante ese tiempo —más de una década antes de que le concedieran el Premio de la Paz— Mohammadi cumplió una serie de sentencias de prisión por su activismo. En 2018, el acuerdo nuclear se vino abajo luego de que el presidente Donald Trump retirara unilateralmente a Estados Unidos. Irán mantuvo sus compromisos durante aproximadamente un año, pero luego comenzaron una serie de ataques en el mar atribuidos a Teherán, en 2019.

Las tensiones aumentaron y surgió el espectro de la guerra después de que, en 2020, drones estadounidenses mataran al destacado general iraní Qasem Soleimani en Bagdad. Irán respondió con un ataque con misiles balísticos que hirió a decenas de soldados estadounidenses en Irak.

Teherán está ahora más cerca que nunca de enriquecer uranio a niveles aptos para usarlo en armas nucleares, y tiene suficiente uranio para varias bombas si decide construirlas, dicen los expertos.

EL IRÁN DE HOY MIENTRAS SE INTENSIFICAN LAS PROTESTAS

Mohammadi permanece tras las rejas, luego de que en 2021 asistió a un homenaje para una persona que murió en unas protestas a nivel nacional, surgidas tras un aumento en los precios de la gasolina.

La economía de Irán sufre bajo las sanciones internacionales, y la devaluación de su moneda, el rial, ha hecho que los ahorros de la gente valgan cada vez menos. A medida que las protestas públicas se han vuelto más frecuentes, las medidas represivas de las fuerzas de seguridad se han tornado más violentas.

Las protestas se han mantenido en gran medida sin líderes, en parte debido a que activistas como Mohammadi enfrentan el encarcelamiento, el acoso y potencialmente la muerte. Jamenei y otros miembros de la teocracia dicen —sin ofrecer pruebas— que las protestas son un complot orquestado por Occidente, una idea que probablemente resurgirá tras el reconocimiento que el comité del Nobel le dio a Mohammadi.

Los derechos de las mujeres han estado en primer plano en la última ronda de protestas, las cuales se desataron tras la muerte en septiembre de 2022 de Mahsa Amini, de 22 años, quien había sido detenida por la policía de la moral del país, supuestamente por no usar su hiyab de la manera que le gustaba a un funcionario. Irán y su vecino Afganistán son los únicos países que exigen que las mujeres usen el velo islámico en señal de devoción.

A pesar de la creciente represión gubernamental, ahora algunas mujeres en Teherán se niegan a usar el hiyab. La misteriosa lesión sufrida esta semana por una joven de 16 años sin velo islámico en el metro de la capital iraní amenaza con provocar más ira.

Luego de recibir el galardón, Mohammadi manifestó, según reportes: “También espero que este reconocimiento haga que los iraníes que protestan por el cambio sean más fuertes y más organizados. La victoria está cerca”.

El tiempo lo dirá.

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