Flores silvestres de rojo brillante brotan entre las cenizas en el sur de Israel
Cada año, a medida que se acerca la primavera, surgen flores silvestres en todo Israel, un toque de color antes del duro verano de Oriente Medio. En ningún lugar tal espectáculo es más dramático que en el sur de Israel, cerca de Gaza, donde las anémonas de un color rojo brillante estallan con tal intensidad que las colinas parecen cubiertas de alfombras rojas.
A lo largo de la frontera de Gaza, las flores, que parecen amapolas, han sido coronadas con su propio festival, Darom Adom, o Sur Escarlata. Ha sido un importante motor económico y una fuente de orgullo local durante casi dos décadas, pues atrae a cientos de miles de personas a una parte de Israel poco visitada y marcada por el conflicto.
Este año, a pesar del estruendo de explosiones y el paso de tanques de guerra por los campos al tiempo que el conflicto en Gaza llega a su quinto mes, las flores han estallado con intensidad. Pero el festival ha sido cancelado: Otra víctima de la guerra.
Para la organizadora del festival, Vered Libstein, todo es diferente.
Libstein vivía en Kfar Azza, un kibutz en la frontera con Gaza duramente afectado por el ataque de Hamás del 7 de octubre que inició la guerra. Perdió a su esposo, Ofir Libstein, a su hijo de 19 años, Nitzan, a su madre, Bilha Epstein, y a su sobrino, Netta Epstein.
Ofir Libstein formaba parte del equipo de seguridad local del kibutz y su muerte fue una de las primeras confirmadas el 7 de octubre. Tomó 12 días encontrar el cadáver de Nitzan.
Ver de nuevo las dramáticas flores rojas después de pérdidas tan grandes le oprime el corazón, dijo Libstein al caminar por el campo.
“Por un lado es difícil, pero por el otro nos demuestra que la vida es más fuerte que todo y se renueva a sí misma, y necesitaremos encontrar la fuerza para renovarnos nosotros también”, añadió.
Hamás mató a unas 1.200 personas y secuestró a unas 250 durante el ataque del 7 de octubre. Israel respondió con una de las ofensivas aéreas y terrestres más mortíferas y destructivas de la historia reciente. Más de 28.500 palestinos han muerto, en su mayoría mujeres, niños y adolescentes, según el Ministerio de Salud de Gaza, que no distingue entre civiles y combatientes en su recuento.
Libstein fundó el festival Darom Adom con su esposo hace 19 años, más o menos cuando los extremistas palestinos comenzaron a lanzar cohetes frecuentes contra Israel desde Gaza. Las flores eran una forma de generar orgullo y atraer visitantes.
Las anémonas son un símbolo de resiliencia tanto para los palestinos como para los israelíes. El arte palestino presenta flores rojas, cuyo centro negro y blanco y hojas verdes son los colores de la bandera palestina. En 2013, un grupo conservacionista israelí realizó una votación popular que nombró a la anémona roja (Anemone coronaria) la flor nacional de Israel.
El Festival Darom Adom comenzó como una línea telefónica directa de voluntarios que ayudaba a los excursionistas a encontrar las mayores agrupaciones de flores. Creció rápidamente, generó su propia empresa de turismo y se convirtió en uno de los eventos de naturaleza más grandes de Israel, explicó Libstein.
Por lo general, tiene una agenda repleta de conciertos, caminatas organizadas, paseos en bicicleta, carreras, eventos para niños, mercados gastronómicos, galerías de arte y visitas a granjas. Los eventos se extienden a lo largo de cuatro semanas en enero y febrero, cuando las floraciones están en su punto máximo.
En los últimos años, Darom Adom ha atraído a más de 400.000 visitantes y representó más del 80% de los ingresos por turismo local del año, según el periódico financiero Globes.
Las anémonas crecen en todo Israel, en colores blanco, morado y rosa, pero en el sur solo florecen en un rojo escarlata brillante. El nombre del festival también es un guiño a las sirenas de “alerta roja” que advierten de la llegada de cohetes.
Aunque el festival fue cancelado este año, algunas empresas y artesanos locales han organizado mercados temporales. Los israelíes pueden ordenar bulbos de anémona para cultivarlos en casa, aunque algunos todavía realizan el viaje al sur.
“Es realmente hermoso ver esto florecer, porque cuando vinimos aquí todo estaba totalmente quemado”, dijo Moshe Federman, quien pasó tres meses como soldado de reserva en el cercano lugar del festival de música donde mataron a 364 personas.
Mientras que restos carbonizados de árboles todavía salpican el paisaje, una gran cantidad de flores rojas asoma entre los delgados troncos de los nuevos árboles jóvenes de eucalipto. Hace unas semanas, los familiares de quienes fueron asesinados en el festival de música plantaron árboles durante la festividad judía que honra a los árboles: Tu BiShvat, el año nuevo de los árboles.
Cerca de allí, un monumento conmemorativo en el lugar del festival de música tiene fotografías de las víctimas dispuestas en atriles en semicírculo alrededor de un escenario, como si bailaran juntas. Se ha convertido en lugar de peregrinación para que los visitantes enfrenten las secuelas del día más sangriento en la historia de Israel.
Federman dijo que era extraño regresar como civil con su esposa y ver los árboles recién plantados y las flores silvestres. Se detuvo junto a un árbol en honor a una víctima que conocía.
“Está creciendo de nuevo. Supongo que eso es parte de la vida”, agregó.
Mientras Anat Katz —una neoyorquina que visitaba a su hija que vive en Tel Aviv— caminaba alrededor del monumento de conmemoración, opinó que las flores eran hermosas, pero su floración parecía demasiado brillante y le recordaban la sangre y la muerte.
“La flor toca nuestras fibras en ambos sentidos: La belleza y el conflicto”, dijo.
“Las vemos aparecer dondequiera que vamos, así que eso se siente un poco esperanzador en un lugar que se sienta como un verdadero golpe en el estómago”, agregó Katz. “Hay algo que parece cíclico, cómo están vivas en este momento, cómo están en flor en un momento en que no parece que haya mucho florecimiento”.
Hoy en día, Libstein visita el sur esporádicamente. Ella vive con gran parte de la comunidad de Kfar Azza en un hotel al norte de Tel Aviv. Ayuda a supervisar su traslado a casas móviles en un kibutz a unos 20 kilómetros (12 millas) al este de Kfar Azza, mientras sus viviendas, muchas de las cuales sufrieron graves daños, son reconstruidas.
Es extraño estar entre las flores que ella y su esposo ayudaron a convertir en símbolo de la región —sin él y lejos del hogar que ama durante la época más hermosa del año.
Los dientes de león amarillos que florecen entre las anémonas le recuerdan a los 134 rehenes que se cree que todavía están retenidos en Gaza, dijo. Los lazos amarillos han surgido como símbolo de las protestas que exigen su liberación.
Libstein agregó que, aunque la naturaleza marca el paso del tiempo, es imposible seguir adelante mientras miembros de su comunidad aún permanecen en cautiverio.
“Es un símbolo para nosotros de la importancia de volver a florecer, pero eso requerirá mucho tiempo”, declaró.