El jefe del Banco de Desarrollo Africano critica los préstamos opacos asociados a recursos naturales

Taiwo Adebayo
Martes, 12 de marzo de 2024 06:49 EDT
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AFRICA-PRÉSTAMOS-RECURSOS NATURALES (AP)

El jefe del Banco de Desarrollo Africano pidió el fin de la concesión de préstamos a cambio de las cuantiosas reservas africanas de crudo o minerales críticos utilizados en celulares y baterías de autos eléctricos, unos acuerdos que han ayudado a China a tomar el control de la extracción de minerales en lugares como República Democrática del Congo y han sumido a algunos países africanos en crisis financieras.

“Son simplemente malos, primero y antes de nada, porque no se pueden tasar adecuadamente los activos”, explicó la semana pasada Akinwumi Adesina en una entrevista con The Associated Press en Lagos, Nigeria. “Si uno tiene minerales o petróleo bajo tierra, ¿cómo fija un precio para un contrato de largo plazo? Es un desafío”.

Asociar los ingresos futuros por la exportación de recursos naturales a los pagos de préstamos se presenta a menudo como una forma de que los receptores consigan financiamiento para proyectos de infraestructura y los prestamistas reduzcan el riesgo de no recuperar su dinero.

La transición a las energías renovables y los vehículos eléctricos ha disparado la demanda de minerales críticos, lo que impulsa esta clase de préstamos. Eso incluye un acuerdo entre China y República Democrática del Congo que refuerza la posición de Beijing en la cadena de suministro global de vehículos eléctricos y otros productos al conseguir acceso a las reservas más grandes del mundo de cobalto, un mineral utilizado para las baterías de ion-litio, en el empobrecido país centroafricano.

Adesina, cuya institución con sede en Abiyán, Costa de Marfil, ayuda a financiar el desarrollo de países africanos, dijo que estos acuerdos conllevan una serie de problemas.

Recalcó la naturaleza dispar de las negociaciones, donde los prestamistas suelen tener la ventaja e imponen los términos a países africanos faltos de liquidez. Ese desequilibrio de poder, acompañado de la falta de transparencia y el potencial de corrupción, allana el camino a la explotación, señaló Adesina.

“Estos son los motivos por los que digo que África debe poner fin a los préstamos respaldados por recursos naturales”, dijo Adesina. Señaló a una iniciativa del banco que ayuda a los países “a renegociar estos préstamos que son asimétricos, no transparentes y con precios erróneos”.

Adesina dijo que los préstamos garantizados con recursos naturales suponen un desafío para bancos de desarrollo como el suyo y el Fondo Monetario Internacional, que fomentan un manejo sostenible de la deuda. Los países pueden tener problemas para conseguir o devolver préstamos de estas instituciones porque han utilizado sus ingresos por recursos naturales —que suelen ser cruciales para sus economías— para pagar deudas asociadas a recursos, señaló.

Adesina mencionó en concreto la asfixiante crisis financiera de Chad después de que un préstamo garantizado con petróleo de la operadora de materias primas Glencore hiciera que el país centroafricano dedicara la mayoría de sus ganancias por el petróleo a pagar su deuda.

Un vocero de Glencore no respondió en un primer momento a una petición de comentarios.

Después de que Chad, Angola y la República del Congo acudieran al FMI en busca de apoyo, la institución multilateral insistió en que se renegociaran sus préstamos avalados con recursos naturales.

Al menos 11 países africanos han firmado docenas de préstamos valorados en miles de millones de dólares garantizados con sus recursos naturales desde 2000, y China es de lejos la principal fuente de financiamiento a través de bancos institucionales y empresas vinculadas al estado.

Bancos y operadores occidentales de materias primas, como Glencore, Trafigura y Standard Chartered, también han financiado acuerdos de liquidez a cambio de crudo, en especial con la República del Congo, Chad y Angola.

Standard Chartered no respondió de inmediato a un email pidiendo comentarios, mientras que Trafigura mencionó su reporte de 2020 “Prepagos desmitificados”, que dice que “las firmas operadoras permiten una producción que de otro modo no sería posible, por lo tanto respaldando el crecimiento económico, la creación de empleo y la generación de ingresos fiscales en los países afectados”.

Adesina dijo que no había una “fijación” en ningún país concreto tras esta clase de préstamos, cuando se le preguntó por las críticas al financiamiento chino avalado con petróleo, minerales críticos como el cobalto y el cobre utilizados en vehículos eléctricos y otros productos, y la bauxita, el principal mineral en la fabricación de aluminio, que se ha utilizado en contratos recientes de préstamos avalados con recursos con Guinea y Ghana.

“No se trata de un país o el otro, cualquier país puede explotar cuando uno no sabe lo que está haciendo”, dijo. “La capacidad de negociar al nivel de país, la capacidad de planear, la capacidad de manejo de la deuda, es muy importante”.

Mao Ning, vocera del Ministerio chino de Asuntos exteriores, dijo el año pasado a periodistas que Beijing actúa bajo el “principio de transparencia y apertura” en sus relaciones con África.

República Democrática del Congo intenta revisar el acuerdo de infraestructura a cambio de minerales que firmó con China en 2008, entre preocupaciones sobre que obtiene unos beneficios demasiado escasos del acuerdo. El texto concede a las firmas chinas Sinohydro y China Railway Group una participación del 68% en un emprendimiento conjunto para extraer cobre y cobalto con la compañía minera estatal congoleña, Gecamines.

El auditor estatal de Congo reclamó el año pasado que la inversión china en infraestructura se incrementara en 20.000 millones, respecto a los 3.000 millones originales, para igualar el valor de los recursos vendidos por el estado dentro del acuerdo. China rechazó el reporte del auditor.

Adesina, exministro de Agricultura en Nigeria, dijo que la nueva Alianza para la Infraestructura Ecológica en África formada por el Banco de Desarrollo Africano aspira a movilizar 10.000 millones de dólares para ayudar a los países a financiar infraestructura sostenible “rentable”, también en los sectores de energía y transportes, lo que podría limitar el atractivo de los mecanismos problemáticos de financiamiento.

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