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En una Libia dividida, las inundaciones se convirtieron en un llamado a la unidad nacional

Hazem Turkia,Jack Jeffery
Lunes, 18 de septiembre de 2023 22:56 EDT

Zahra el-Gerbi no esperaba que su recaudación de fondos virtual tuviera mucho éxito, pero supo que algo tenía que hacer después de que cuatro de sus familiares fallecieron en la inundación que diezmó la ciudad de Derna, en el oriente de Libia. Entonces, publicó una convocatoria para recaudar donativos para los desplazados por la aluvión.

El-Gerbi, que trabaja como nutricionista clínica y vive en Bengasi, asegura que tanto amigos como desconocidos empezaron a prometer ayuda económica y material ya desde la primera media hora en que publicó su petición en Facebook.

“Es para responder a necesidades básicas como ropa, alimentos y alojamiento”, explicó.

Para mucho libios, el duelo colectivo por las más de 11.000 víctimas se ha convertido en un llamado a la unidad nacional en un país marcado por 12 años de conflicto y división. A su vez, la tragedia ha exacerbado la presión sobre los principales políticos del país, considerados por algunos como los arquitectos de la catástrofe.

El país, rico en petróleo, está dividido entre administraciones rivales desde 2014, con un gobierno reconocido internacionalmente en Trípoli y una autoridad rival en el este, donde se encuentra Derna. Ambos están respaldados por patrocinadores internacionales y milicias armadas cuya influencia en el país ha aumentado desde que un levantamiento de la Primavera Árabe respaldado por la OTAN derrocara a Moamar Gadafi en 2011. Numerosas iniciativas impulsadas por Naciones Unidas para acortar la división han fracasado.

En las primeras horas del 11 de septiembre, dos represas situadas en las montañas que dominan Derna colapsaron, enviando un muro de agua de dos pisos de altura a la ciudad, donde arrastró barrios enteros hacia el mar. Por lo menos 11.300 personas murieron y otras 30.000 quedaron desplazadas.

Tras los hechos, se produjo una oleada de apoyos para la población de Derna. Los habitantes de las vecinas ciudades de Bengasi y Tobruk se ofrecieron para acoger a los desplazados. En Trípoli, a unos 1.450 kilómetros (900 millas) al oeste, un hospital aseguró que operaría gratuitamente a los heridos por la inundación.

Ali Khalifa, un trabajador de una plataforma petrolífera de Zawiya, al oeste de Trípoli, dijo que su primo y un grupo de otros hombres de su barrio se unieron a un convoy de vehículos que se dirigía a Derna para ayudar en las tareas de socorro. Incluso el grupo local de los scouts se sumó, de acuerdo con Khalifa.

Mohamed al-Harari, de 50 años, compartió ese sentimiento. "La herida o el dolor de lo ocurrido en Derna le duele a todo el pueblo, desde el oeste hasta el sur y el este de Libia”, afirmó.

La catástrofe ha propiciado casos sin precedentes de cooperación entre las administraciones rivales para ayudar a los afectados. Apenas en 2020, los dos bandos estaban en guerra total. Con el fin de conquistar la capital, las tropas del general Khalifa Hifter mantuvieron un asedio militar fallido durante un año, lo que mató a miles de personas.

“Incluso hemos visto a algunos comandantes de la coalición militar aliada de Trípoli llegar a Derna para mostrar su apoyo”, dijo Claudia Gazzini, analista senior del International Crisis Group.

Sin embargo, la distribución de la ayuda en la ciudad ha estado extremadamente desorganizada. En los días posteriores a la catástrofe, sólo una cantidad mínima de suministros han llegado a las zonas afectadas por las inundaciones.

En todo el país, el desastre también ha puesto al desnudo las fallas del fracturado sistema político libio.

Mientras jóvenes y voluntarios se apuraban para ayudar, “había una suerte de confusión entre los gobiernos del este y del oeste” sobre qué hacer, comentó Ibrahim al-Sunwisi, un periodista local de la capital, Trípoli.

Otros han imputado la responsabilidad del derrumbe de las presas a funcionarios de gobierno.

En 2021, un informe de una agencia de auditoría estatal reportó que ninguna de las dos presas había recibido mantenimiento a pesar de que en 2012 y 2013 se asignaron más de 2 millones de dólares para ese fin. A medida que se acercaba la tormenta, las autoridades pidieron a la población —incluida la de las zonas vulnerables— que se quedara en sus casas.

“Todos los que están en el poder son responsables”, afirmó Noura el-Gerbi, periodista y activista nacida en Derna y prima de El-Gerbi, quien organizó la colecta virtual de donaciones.

La tragedia se suma a una larga serie de problemas derivados del desgobierno en el país. Más recientemente, en agosto, estallaron combates esporádicos entre dos milicias rivales en la capital en los que murieron al menos 45 personas: un recordatorio de la influencia que esos grupos armados ejercen en toda Libia.

Bajo presión, el fiscal general de Libia, al-Sediq al-Sour, declaró el viernes que los fiscales abrirían un expediente sobre el derrumbe de las dos presas e investigarían a las autoridades de Derna, así como a los gobiernos anteriores.

Pero los líderes políticos del país han eludido hasta ahora su responsabilidad. El primer ministro del gobierno libio de Trípoli, Abdul-Hamid Dbeibah, dijo que él y sus ministros eran responsables del mantenimiento de las presas, pero no de las miles de muertes causadas por las inundaciones.

Mientras tanto, el portavoz de la administración oriental de Libia, Aguila Saleh, dijo que las inundaciones eran simplemente un desastre natural incomparable. “No digan: ‘Si hubiéramos hecho esto, si hubiéramos hecho lo otro’”, dijo Saleh en una rueda de prensa difundida por televisión.

Cuando termine la operación de rescate y recuperación en Derna, quedarán por delante otras tareas abrumadoras. Sigue sin estar claro cómo las autoridades libias van a reconstruir la ciudad y a alojar a gran parte de su población.

El-Gerbi, que desde entonces ha cerrado la página de donaciones para animar a la gente a donar directamente a la Media Luna Roja, dijo que dos de sus tíos están en camino de Derna a Bengasi, y que decenas de miles de personas podrían estar haciendo el mismo viaje.

“No tienen trabajo, no saben dónde vivir, ni siquiera saben qué comer”, dijo.

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Jeffery colaboró en esta historia desde Londres.

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