Paciente que recibió primer trasplante exitoso de corazón de cerdo fue encarcelado por apuñalar a un hombre
En los círculos médicos, generalmente se considera poco ético basar la atención médica en los antecedentes penales
El trasplante de un corazón de cerdo genéticamente modificado, que además fue el primero de su tipo, generó algunos cuestionamientos éticos, luego de que se reveló que el paciente a quien se le hizo la cirugía había apuñalado varias veces y dejado paralizado a un hombre.
David Bennett Sr, de 57 años, quien murió apenas dos meses después, fue noticia en todo el mundo a principios de año, cuando se anunció que estaba en vías de recuperación del primer trasplante exitoso de corazón de cerdo genéticamente modificado del mundo en el Centro Médico de la Universidad de Maryland.
En ese entonces, los médicos de la universidad anunciaron el procedimiento como un paso importante para contribuir a que las más de 110.000 personas que cada año están en las listas de espera para el trasplante de órganos obtengan ayuda a tiempo. Cabe señalar que muchas de esas personas mueren antes de poder someterse a una cirugía.
“Esta fue una cirugía revolucionaria y nos acerca un paso más a la solución a la crisis de escasez de órganos. Simplemente no hay suficientes corazones de donadores humanos disponibles para atender a la larga lista de potenciales beneficiarios”, dijo en un comunicado el Dr. Bartley P Griffith, quien llevó a cabo la cirugía.
La noticia sin duda le provocó un sentimiento diferente a Leslie Shumaker Downer, cuyo hermano fue víctima de un ataque de Bennett en un bar de Maryland en 1988. Como consecuencia de las puñaladas que recibió, el hermano de Shumaker quedó paralizado. Declaró para The Washington Post, medio que dio a conocer el delito y la condena, que aunque reconoce la importancia del trasplante de corazón, él no considera que Bennet sea un héroe.
“Ed sufrió”, comentó Downey para the Post. “La devastación y el trauma con los que mi familia tuvo que lidiar por años y años... Ahora [David Bennett] tiene una segunda oportunidad con un corazón nuevo... pero desearía, en mi opinión, que hubiera sido para un beneficiario que la mereciera”.
El 30 de abril de 1988, Bennett apuñaló siete veces a Ed en un bar de Hagerstown, Maryland, presuntamente después de verlo coquetear con su esposa. Fue declarado culpable y sentenciado a 10 años de prisión, y además se le ordenó pagar a la familia Shumaker US$3,4 millones en una demanda civil, aunque la familia afirma no haberlos recibido nunca. Edward Shumaker estuvo en silla de ruedas las siguientes dos décadas, sufrió un derrame cerebral en 2005 y finalmente falleció dos años después. Mientras tanto, el resto de la familia sufrió junto con él, pues tuvieron que pedir préstamos para pagar una camioneta accesible para sillas de ruedas. El hermano de Ed, un técnico en emergencias médicas, fue quien lo dejó en el bar el día del ataque, y después lo llamaron para responder a la escena sangrienta; luchó con la culpa, se hizo adicto a los opioides, y murió en 1999 de una sobredosis a los 28 años, según su familia.
El Centro Médico de la Universidad dijo en un comunicado que brinda “atención vital a cada paciente que entra por sus puertas en función de sus necesidades médicas, no de sus antecedentes o circunstancias de vida... Este paciente acudió a nosotros con una necesidad extrema y se tomó una decisión sobre su elegibilidad para el trasplante basada solo en sus registros médicos”.
En la mayoría de los círculos médicos, se considera poco ético negarle a alguien atención médica en función de sus antecedentes penales.
“Las actitudes punitivas que excluyen por completo a las personas condenadas por delitos de recibir tratamiento médico, incluido un trasplante de órganos, no son legítimas en cuanto a la ética”, escribió un panel de ética en 2015 para la Administración de Servicios y Recursos de Salud federal, y agregó: “Se espera que los delincuentes no condenados a muerte regresen a la sociedad y sean considerados dignos de recibir trato igualitario en la recepción de otros artículos/servicios distribuidos por la sociedad”.
A Bennett se le negó la elegibilidad para un trasplante en otros hospitales, tanto por razones médicas como ajenas a la disciplina. Su historial de insuficiencia cardíaca y de ritmo cardíaco irregular lo hicieron inelegible para algunos trasplantes. Lo mismo pasó debido a su historial de incumplimiento al seguir las órdenes del médico, asistir a las visitas de seguimiento o tomar los medicamentos de manera constante, según su hijo.
David Bennett Jr, hijo de Bennett, confesó que su padre nunca habla de su pasado, y lo elogió por correr un riesgo que podría beneficiar a la ciencia médica. Este invierno, ante el panorama de su posible muerte en un hospital de Baltimore, Bennett presuntamente comenzó a investigar cómo ser donador de órganos u otras formas de beneficiar a la ciencia si fallecía a causa de su afección cardíaca.
“Mi intención aquí no es hablar sobre el pasado de mi padre. Mi intención es centrarme en la cirugía innovadora y el deseo de mi padre de contribuir a la ciencia y la posibilidad de salvar vidas de pacientes en el futuro”, comentó David Bennett, Jr. en un comunicado.
Alrededor de 17 personas mueren cada día mientras esperan un trasplante de órganos.