Trump, DeSantis o Daniels; ¿quién se beneficia de la posible detención del expresidente?
Los líderes del Partido Republicano han cerrado filas para apoyar al otrora mandatario ante su posible aprehensión por el presunto pago a la exestrella porno
El expresidente de EEUU, Donald Trump, aseguró que este martes podría ser aprehendido por las autoridades, por lo que instó a sus seguidores a manifestarse contra esa presunta medida judicial.
La investigación en curso se centra en el dinero en efectivo pagado en 2016 a la estrella de cine pornográfico, Stormy Daniels, antes de la victoria electoral de Trump. Daniels dice que tuvo una aventura con Trump y el expresidente lo ha negó rotundamente durante su mandato e, inclusive, después de este.
La investigación del fiscal de distrito, Alvin Bragg, detalla la falsificación de registros comerciales cuando, supuestamente reembolsó a su entonces abogado personal Michael Cohen, por pagar a Daniels. Trump habría entregado 130.000 dólares a la actriz para negar una relación sexual que sostuvo con él 10 años antes de su victoria presidencial.
Y es que, según las autoridades estadounidenses, el acuerdo de “dinero en silencio”, presuntamente elaborado semanas antes de su victoria presidencial, también podría poner a Trump en peligro de violar las leyes de financiación de campañas electorales.
¿Quién gana y quién pierde?
A raíz de estos hechos, la gente se ha preguntado quién o quiénes serán los beneficiados tras el escándalo Trump-Daniels; pues más que crear división, este hecho ha provocado que los líderes del Partido Republicano hayan cerrado filas para apoyar al otrora mandatario ante su posible detención por el presunto pago a la exestrella porno.
En el Congreso, los políticos adeptos a Trump han acusado constantemente al Partido Demócrata de “politizar” los hechos; e, inclusive, aseguraron que existe una “cacería de brujas” contra el magnate neoyorquino por su rápido ascenso en las encuestas rumbo a la contienda electoral de 2024.
Según un sondeo del diario The New York Times, Trump recuperó fuerza frente a su principal contendiente republicano, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien continua hundiéndose en las encuestas.
A nadie extrañó que, hasta el recién pasado lunes, DeSantis se uniera a los reclamos republicanos, al asegurar que el fiscal Bragg está “persiguiendo una agenda política” del Departamento de Justicia. Algunos tildaron estas acciones de “desesperadas”, al tratar de conseguir adeptos con causas ajenas.
Por su parte, colegas de partido como Nikki Haley, exgobernadora de Carolina del Sur, ha evitado emitir alguna declaración al respecto de los hechos, esperando a una posible aprehensión del exmandatario o que las propias declaraciones dañen por sí solas la eventual candidatura a la presidencia de Trump.
El exvicepresidente de EEUU, Mike Pence, refirió públicamente que cualquier acción del fiscal está “políticamente cargada” y no es necesariamente lo que el pueblo norteamericano esperaba ver de la justicia. El funcionario descartó una posible acusación contra el otrora presidente Trump.
Algunos analistas coinciden en que la estrategia del expresidente es justo esa. Que lo vean, que lo critiquen, que lo difamen e, inclusive, que lo demanden; pero que siempre hablen de él. El efecto Trump es un maximizador de los miedos y aversiones de la política que, curiosamente, se alimentan de los mismos miedos y aversiones de los votantes.