El expresidente filipino Duterte acusa a Marcos de hacer esfuerzos para acaparar poder
El expresidente de Filipinas Rodrigo Duterte lanzó acusaciones contra su sucesor, Ferdinand Marcos Jr., e incluso planteó la perspectiva de derrocarle, lo que puso sobre la mesa una fractura entre los dos con la que se rumoreaba desde hacía tiempo.
En una diatriba repleta de insultos el domingo por la noche, el exmandatario populista afirmó que los aliados de Marcos en el parlamento planean enmendar la constitución para eliminar los límites de mandatos y advirtió que podría suponer que acabara depuesto como su padre, el fallecido dictador Ferdinand Marcos. Duterte también acusó a Marcos de ser un drogadicto.
Marcos restó importancia a las acusaciones de Duterte en unas declaraciones a los periodistas antes de salir de viaje a Vietnam. Marcos dijo que no dignificaría la pregunta con una respuesta, pero afirmó que su predecesor está consumiendo fentanilo, un potente opioide.
Duterte dijo en 2016 que había tomado fentanilo en el pasado para aliviar el dolor causado por las lesiones espinales provocadas por un accidente de motocicleta, pero no ha reconocido un consumo continuado.
“Creo que es el fentanilo”, dijo Marcos. “El fentanilo es el analgésico más fuerte que se puede comprar (...) Después de cinco, seis años, tiene que afectarle, creo que por eso ha pasado esto”.
Miembros de la Cámara de Representantes barajan una reforma de la constitución y Duterte afirmó sin presentar pruebas que los parlamentarios que apoyan a Marcos, como el presidente de la cámara, Martin Romualdez, está sobornando a funcionarios para enmendar la constitución de 1987 para eliminar el límites de mandatos para afianzar su control sobre el poder
Romualdez, que es el primo del actual presidente, ha negado esa afirmación y dice que sólo quiere enmendar la constitución para eliminar las restricciones a la inversión extranjera.
Marcos ha dicho que está dispuesto a modificar las cláusulas económicas de la carta magna, pero se opone a cambiar el texto que restringe la propiedad extranjera de tierras y otras industrias críticas como los medios. Los presidentes filipinos sólo pueden servir un único mandato de seis años.
Entre los que se oponen a reformar la constitución está el Senado, que la semana pasada emitió un comunicado advirtiendo que su labor de supervisión podría verse socavada si la Cámara de Representantes sigue adelante con sus planes de enmendar el texto en un pleno, en lugar de votando por separado en el Senado de 24 miembros y en la cámara baja de 316 escaños.
La constitución de 1987, que está llena de salvaguardas para evitar dictaduras, entró en vigencia un año después de que el padre de Marcos fuera depuesto en un alzamiento de “poder popular” respaldado por el ejército, entre acusaciones de expolio y atrocidades contra los derechos humanos durante su mandato.
El discurso revalidaba meses de rumores sobre una ruptura política con su sucesor, a pesar de que la hija de Duterte, Sara, es vicepresidenta de Marcos tras su arrolladora victoria electoral en 2022.
En las últimas semanas, los seguidores de Duterte se han enojado por los reportes de una visita no anunciada el mes pasado de investigadores de la Corte Penal Internacional que investigan las numerosas muertes durante la campaña antidroga que lanzó Duterte como presidente. Los reportes de la visita no se han confirmado.
Duterte, conocido por la violenta campaña que dejó miles de sospechosos muertos, en su mayoría pobres, afirmó en su discurso y sin presentar ninguna prueba que Marcos había aparecido en una lista oficial de sospechosos de consumir drogas.
“Lo saben ustedes, el ejército... tenemos un presidente que es un drogadicto”, dijo Duterte entre vítores de unos pocos miles de seguidores en su localidad natal, en la ciudad sureña de Davao.
La Agencia Antidroga de Filipinas dijo el lunes que Marcos nunca había estado en una lista de esa clase, en contra de las afirmaciones de Duterte.
En 2021, cuando era aspirante a la presidencia, su vocero mostró dos informes de un hospital privado y el laboratorio de la policía nacional que indicaban por separado que Marcos había dado negativo en cocaína y metanfetamina.
Los dos hombres también tienen diferencias en política exterior.
Mientras que Duterte fomentó una relación cordial con el presidente de China, Xi Jinping, y el presidente de Rusia, Vladímir Putin, cuando estaba en el cargo, Marcos se ha acercado a Washington debido a las disputas territoriales de su país con China en el Mar de China Meridiona. A principios del año pasado, Marcos autorizó una expansión de la presencia militar estadounidense en Filipinas según un acuerdo de defensa de 2014.
Marcos sucedió a Duterte a mediados de 2022 tras una campaña electoral basada en prometer que trabajaría para reactivar la economía tras la pandemia del coronavirus y llevar unidad a un país castigado desde hace mucho por una pobreza extrema y fuertes divisiones políticas.
Marcos lideró su propio mitin el domingo en un parque costero de Manila, donde según la policía se reunieron unas 400.000 personas tras el anochecer.
El mitin se convocó para presentar lo que Marcos describió como una campaña por una “nueva Filipinas” con una reforma de la gobernanza corrupta e ineficiente y una mejora de los servicios públicos. Durante el evento, el presidente evitó la confrontación ante las crecientes críticas del bando de Duterte.
“La ‘nueva Filipinas’ no es sólo un lema”, dijo Marcos entre vítores. “Para aquellos que han visto su imaginación sobrecalentada contaminada por la política tóxica: la ‘nueva Filipinas’ no son un caballo de Troya, no oculta ningún plan”.
En un mensaje a funcionarios y empleados, Marcos pidió el final de los servicios lentos al público. “Las llamadas de auxilio deben responderse sin demora. En cualquier oficina del gobierno, la línea roja de la burocracia debe sustituirse por una alfombra roja”, dijo entre aplausos.