EEUU: Rotación de personal e inseguridad afectan a oficinas electorales locales en estados clave
Las urnas acababan de abrir para las elecciones de mitad de mandato del año pasado en Pensilvania cuando los teléfonos empezaron a sonar en la oficina electoral del condado de Luzerne.
Las casillas de votación se estaban quedando sin papel para imprimir las papeletas. Los voluntarios estaban frustrados y los votantes empezaban a ponerse nerviosos.
Emily Cook, subdirectora interina de la oficina, que sólo llevaba dos meses en el cargo, corrió al almacén del departamento. Encontró pilas de papel, pero era del tipo equivocado, encargado hacía mucho tiempo y demasiado grueso para funcionar en los equipos de votación del condado.
Las teorías de conspiración —como que los distritos electorales republicanos estaban en la mira y que los demócratas que supervisaban las elecciones intentaban privar a los republicanos de su derecho al voto— no tardaron en propagarse.
“La sensación al principio del día era de alarma —preocupación—, que fue creciendo hasta convertirse en un pánico abrumador”, relató Cook, de 26 años, originaria de Luzerne. “Y luego, en algún momento del día, hubo definitivamente una sensación de que la gente estaba empezando a buscar culpables, antes de que terminara el día, antes incluso de que se investigaran las cosas”.
La escasez de papel, corregida posteriormente el mismo día, resultó ser un descuido administrativo de un nuevo miembro del equipo electoral, pero ha tenido consecuencias que aún reverberan en este condado de 200.000 votantes, sembrando la duda sobre cómo se gestionan las elecciones y dando lugar a una audiencia en el Congreso.
También sirve como advertencia sobre los peligros de un cambio que ha permanecido en gran medida oculto para el público, pero que ha transformado el panorama electoral en todo Estados Unidos desde las elecciones presidenciales de 2020: un éxodo de directores electorales locales y de su personal.
Las oficinas electorales han estado desprovistas de personal durante años. Pero 2020 fue un punto de inflexión, con todos los desafíos relacionados con la pandemia antes de la elección presidencial y la hostilidad posterior impulsada por falsas acusaciones de una elección robada.
A ello siguió una oleada de jubilaciones y dimisiones que creó un vacío de competencias institucionales en todo el país. Los expertos en la materia afirman que la inexperiencia generalizada crea riesgos en un entorno en el que el más mínimo error relacionado con la votación o el recuento de papeletas puede ser tergiversado por seguidores de teorías de conspiración en un nefasto complot para subvertir el voto.
“Creo que el hecho de que la gente se canse de lidiar con la crítica constante, la carga de trabajo interminable, la incapacidad absoluta de tener cualquier tipo de equilibrio entre la vida laboral y personal, además de estar constantemente en el centro de atención y bajo escrutinio, nos ha puesto en una crisis nacional”, dijo Jennifer Morrell, exfuncionaria electoral local en Utah y Colorado. ”Es una circunstancia realmente precaria”.
En Pensilvania, los funcionarios estiman que 40 de las 67 oficinas electorales del estado tienen nuevos directores o subdirectores desde 2020. La rotación es aún más marcada en otros estados sin tendencia clara para las elecciones presidenciales. En Nevada, los directores electorales de 11 de 17 condados supervisarán sus primeras elecciones presidenciales el próximo año, mientras que en Arizona al menos 12 de 15 condados han perdido por lo menos un alto funcionario electoral.
En Carolina del Norte, donde la legislatura republicana se ha movilizado recientemente para obtener un mayor control de las juntas electorales estatales y locales, aproximadamente un tercio de los 100 directores electorales de los condados se han ido desde las elecciones de 2020.
Los peligros no pasan desapercibidos para Al Schmidt, un republicano que ayudó a supervisar las elecciones en Filadelfia y enfrentó amenazas de muerte en 2020. Schmidt, que ahora es el máximo funcionario electoral de Pensilvania, dijo que su departamento ha estado trabajando para aumentar los materiales de capacitación y construir relaciones entre los funcionarios electorales locales con la esperanza de reducir futuros errores.
“El día de las elecciones no tiene reediciones”, dijo Schmidt. “Todo tiene que salir bien, y tiene que salir bien siempre”.
No ha sido así en los últimos años en el condado Luzerne. La debacle de las boletas electorales de 2022, conocida localmente como “papergate”, fue apenas el último problema en un condado que está en su quinto director electoral en los tres años transcurridos desde las elecciones presidenciales de 2020.
Los problemas no han hecho sino aumentar las dudas entre los votantes, algunos de los cuales ya desconfiaban de las elecciones debido a las persistentes falsedades sobre la última contienda presidencial, a pesar de que los republicanos ocupan 10 de los 11 escaños de la junta local de gobierno.
“Hemos tenido toda una serie de cosas que han sucedido en este condado en las que la gente ahora se cruza de brazos, el electorado se cruza de brazos y dice: ‘Simplemente están amañando las elecciones’”, indicó el contralor del condado Walter Griffith Jr, un republicano residente en la zona desde hace mucho tiempo. “Trato de decirle a la gente que tenemos que encontrar una manera de superar todas esas cosas porque no vas a ganar nada y no vas a mejorar nada haciendo eso”.
No existe una única razón que explique por qué el condado ha experimentado tanta rotación en su oficina electoral, pero no cabe duda de que esos movimientos han agravado los problemas a los que se enfrenta el departamento. Los empleados dicen haber encontrado instrucciones sobre procedimientos electorales importantes escritas en trozos de papel.
Griffith y otros observan que los nuevos empleados carecen de experiencia electoral significativa.
“Son contratados porque mucha gente no quiere trabajar en las elecciones, y eso es comprensible con tanta división”, comentó Denise Williams, una demócrata que preside la Junta Electoral, un grupo de ciudadanos formado bajo los estatutos del condado que, entre otras funciones, certifica los resultados de las elecciones.
Cook conoce la presión de primera mano. Contratada como auxiliar administrativa, en menos de un año se encontró ejerciendo de subdirectora interina a pesar de no tener experiencia electoral previa. Cuando empezó en septiembre de 2021, el director que la contrató presentó su dimisión el primer día. Su sustituto estuvo en el puesto unos ocho meses antes de renunciar también.
“En los dos años que llevo aquí, me resulta difícil creer que cuando alguien empieza vaya a estar aquí mucho tiempo”, dijo Cook. “No le guardo rencor a nadie que se haya marchado. Es un papel muy difícil”.
A nivel nacional, el acoso a los trabajadores electorales ha llamado la atención del Congreso, de los legisladores estatales y de las fuerzas del orden. Durante una audiencia en el Congreso en 2021, Schmidt citó una de las amenazas que había recibido: “Di la verdad o tus tres hijos morirán a tiros”. Los legisladores de varios estados han aumentado las sanciones penales para quienes amenacen a los trabajadores electorales, y el Departamento de Justicia ha formado un grupo de trabajo que ha presentado cargos contra más de una docena de personas en todo el país.
En el condado de Luzerne, la desconfianza hacia las elecciones se ha desbordado a veces en las reuniones públicas. Una reunión reciente de la junta electoral se centró casi por completo en los buzones de voto, blanco frecuente de teorías conspirativas. Algunas ciudades del condado los han prohibido, y la junta estaba considerando la posibilidad de sustituir uno que tuvo que ser trasladado como consecuencia de ello.
Los comentarios del público estuvieron dominados por quienes no confían en los buzones y creen que la junta hace caso omiso de sus preocupaciones. Pidieron a la junta que hiciera públicas las imágenes de seguridad de los buzones de elecciones anteriores.
“Si realmente no tienen nada que ocultar, ¿por qué no hacen lo necesario para ser transparentes, sobre todo conociendo todos los problemas que hemos tenido en las elecciones de los últimos años?”, preguntó un vecino a la junta.
La frustración también fue evidente durante una audiencia en el Congreso a principios de año sobre la escasez de papeletas durante las elecciones de mitad de mandato. Un vecino de la zona, Theodore “T.J.” Fitzgerald, dijo a los legisladores que la junta electoral dirigida por demócratas estaba “más interesada en los buzones que en asegurarse de que hubiera políticas y procedimientos”. Fitzgerald, que ha pedido cambios de liderazgo y más formación para los trabajadores electorales, también representa la transformación política del condado.
Solía ser demócrata, pero ahora está descontento con los dos partidos principales y ha comenzado su propio grupo con conservadores de ideas afines. Los votantes del condado, en elecciones anteriores, apoyaron a los demócratas Al Gore, John Kerry y Barack Obama, pero luego votaron dos veces por Trump.
Fitzgerald dijo que sabe que en la oficina electoral local están tratando de mejorar. “Pero no están cumpliendo cuando más se les necesita”, observó. “Estaría bien que no pasara nada”.
El fiscal de distrito Sam Sanguedolce, un republicano elegido en 2021, dijo que estaba decepcionado de que la audiencia del Congreso se celebrara antes de que su investigación sobre la escasez de papel estuviera completa. Dijo que no había pruebas de eliminación de votantes.
Los funcionarios electorales locales se encontraban en una posición difícil tratando de explicar lo sucedido dada la investigación activa, explicó Sanguedolce.
”No importa lo que dijeras, iba a ser tergiversado por personas que querían que las cosas fueran tergiversadas”, dijo.
Bryan Steil, un representante federal republicano de Wisconsin que preside la comisión que celebró la audiencia, afirmó que ésta proporcionó importantes respuestas y rendición de cuentas a los residentes locales.
Este año se contrató a una nueva administradora del condado, Romilda Crocamo, responsable de supervisar todo, desde el aeropuerto y las carreteras del condado de Luzerne hasta la oficina electoral. Ha contratado a un consultor para que elabore un manual electoral, de modo que no haya confusión sobre lo que hay que hacer si un empleado deja el cargo.
También ha animado al personal a ser más accesible, a hacer demostraciones públicas de cómo trabajan y a proporcionar actualizaciones periódicas sobre los preparativos electorales, incluida la forma en que manejan los problemas inesperados, como un reciente desajuste que mezcló las elecciones de concejales en algunas papeletas
“Cuando no se hace eso, los relatos empiezan a transformarse en algo que realmente no está sucediendo”, dijo Crocamo. “No tenemos nada que ocultar”.
Mientras el condado se prepara para las elecciones municipales de noviembre, el recuerdo de las elecciones pasadas y sus consecuencias sigue vivo para Cook. Recuerda a los votantes enfadados que se presentaron en la oficina electoral, las polémicas reuniones públicas y a las fuerzas del orden advirtiéndole de amenazas.
“Ojalá hubiera palabras para describir la sensación de estar sentada en una habitación con detectives de la fiscalía de distrito y del sheriff y que te digan: ‘Esto es lo que la gente dice de ti, tienes que tener cuidado’”, comentó.
Después de esa reunión y de que le dijeran que merecía ser ajusticiada, Cook dijo que se planteó dejar el trabajo.
“Sólo hay una manera de arreglar lo que ha ocurrido en esta oficina, y no es dimitiendo y dejándola en una situación aún más turbulenta”, dijo. “Dentro de dos años, alguien podría cometer el mismo error. Pero yo estoy aquí. Lo he vivido y no volveré a cometer los mismos errores”.
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