Congreso fracturado: no puede arreglar la frontera, financiar a aliados ni destituir a Mayorkas
La Cámara de Representantes no pudo llevar a juicio político a Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Un paquete de seguridad fronteriza fracasó de inmediato en el Senado. Y la ayuda para Ucrania en la guerra contra Rusia sigue persistentemente estancada.
El fracturado Congreso de Estados Unidos fracasó rotundamente esta semana luego de que los republicanos, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, se sublevaron de formas nuevas e inimaginables en contra de su propia agenda. Los legisladores volverán a intentar conjuntar todo de nuevo... y podrían empezar la próxima semana.
“En estos momentos priva la oclocracia en el Congreso... y estoy lista para la oclocracia... pero ésa no es la manera de gobernar”, dijo la representante republicana Victoria Spartz.
En sólo un lapso de 48 horas fue posible ver un espectacular nivel de disfunción, incluso para un Congreso que ya ha establecido nuevos estándares en lo que respecta a disputas internas, desorganización y caos después de la elección histórica el año pasado —y posterior destitución— del presidente de la cámara baja, el republicano Kevin McCarthy.
Eso muestra qué tan profundamente el Partido Republicano —bajo la gestión del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y del líder del Senado, Mitch McConnell— se ha ido alejando, ya sea por elección o por la fuerza, de su papel tradicional como socio de trabajo en el sistema bipartidista del país, hasta asumir un nuevo papel que está arraigado en la visión que el expresidente Donald Trump tiene sobre el partido.
Dos dramáticas escenas consecutivas esta semana —una sesión a puertas cerradas el lunes por la noche en la que privaron los gritos entre senadores republicanos que pusieron a prueba la cada vez más frágil autoridad de McConnell, y otra sesión el martes en la que Johnson presidió desanimado los fracasos de una cámara que no pudo controlar— proporcionaron nuevo material para los libros de historia.
“La política solía ser el arte de lo posible. Ahora es el arte de lo imposible”, dijo el senador republicano Mitt Romney, nominado presidencial del partido en 2012.
“Vamos a presentar propuestas imposibles de aprobar para que podamos decirle a nuestros electores: ‘Vean cómo luchamos por ustedes’”, comentó Romney al explicar la mentalidad actual. “Hemos pasado de lo sublime a lo ridículo”.
Existe una enorme incertidumbre respecto a cuáles serán los siguientes pasos mientras la desorganización revitaliza a una generación envalentonada de legisladores derechistas aliados a Trump, los cuales están ansiosos por impulsar su agenda emergente a pesar de que el hecho de que los republicanos tengan la mayoría en la Cámara de Representantes por un margen mínimo obliga a Johnson a aliarse con los demócratas para tener cualquier esperanza de hacer avanzar la mayor parte de los temas de mayor relevancia.
Se prevé que la cámara baja intente nuevamente llevar a Mayorkas a juicio político, posiblemente la próxima semana, si es que los republicanos pueden sumar votos con respecto a lo que en esencia fue un empate en la votación del martes.
La representante Marjorie Taylor Greene, quien encabezó el intento de destituir a Mayorkas, está decidida a conseguirlo mientras los republicanos reprochan la manera en que el gobierno federal ha abordado un repunte histórico de migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México.
“Es una época descabellada”, dijo el representante Hal Rogers, quien a sus 86 años es el decano de la Cámara de Representantes al ser el integrante de mayor experiencia, mientras volvía a Washington para la votación de juicio político luego de resultar lesionado en un accidente vial.
“Esperaba algo mejor”, reconoció.
Mayorkas, quien enfrenta dos cargos de juicio político por acusaciones de rehusarse a cumplir con las leyes de inmigración y abusar de la confianza del público, aseguró que los cargos son infundados.
“Estoy concentrado en el trabajo”, dijo Mayorkas en una conferencia de prensa en Las Vegas, en donde su agencia coordina la seguridad para el Super Bowl.
A los republicanos les faltó un voto para iniciar el proceso de juicio político, no sólo porque tres legisladores republicanos discreparon, sino también porque un demócrata, el representante Al Green, sorprendió a sus colegas al dejar su cama de hospital tras una cirugía para acudir a la votación, con lo que inclinó la balanza.
Es el tipo de error de cálculo que muchos expertos del Congreso aseguran que rara vez hubiera ocurrido, si acaso, durante el liderazgo de la demócrata Nancy Pelosi al frente de la cámara baja.
Para reforzar sus filas, los representantes republicanos cuentan ya sea con ganar una elección especial para reemplazar al destituido representante republicano George Santos en Nueva York, o esperar a que el líder de la mayoría, Steve Scalise, regrese a Washington después de recibir tratamiento contra el cáncer.
“Son incapaces de respaldar nada que no sea el extremismo”, dijo la jefa de la bancada demócrata, la representante Katherine Clark.
En el Senado, McConnell enfrentó una rebelión por separado debido a un paquete de seguridad fronteriza al que accedió a regañadientes, ello con el fin de apaciguar las demandas de los derechistas de vincular la ayuda de seguridad nacional para Ucrania con un acuerdo negociado sobre migración casi imposible de alcanzar políticamente.
En cuanto se dio a conocer, el paquete bipartidista se topó con una férrea oposición de algunos republicanos, encabezados por el senador Mike Lee, el senador Ted Cruz y otros, lo que obligó a McConnell a dar un súbito giro de 180 grados para dejar de lado el intento.
Fue la segunda vez que McConnell —defensor de la asistencia a Ucrania— se ha visto obligado a dar marcha atrás, tal como sucedió a finales del año pasado cuando los senadores republicanos rechazaron su recomendación y se rehusaron a enviar más ayuda al extranjero.
“Es momento de desmantelar La Firma”, dijo Lee en redes sociales, refiriéndose a McConnell y al líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
Los republicanos archivaron el paquete fronterizo el miércoles en una votación que siguió las líneas partidistas, aunque los senadores iniciaron el debate de un paquete más chico por 95.000 millones de dólares para Ucrania, Israel, Taiwán y otros aliados. Sin embargo, su aprobación sigue siendo incierta.
Trump, expresidente y favorito a obtener la nominación presidencial por el Partido Republicano, movió los hilos a distancia y celebró que el paquete fronterizo se viniera abajo, diciendo que era la muerte de la “iniciativa de ley más tonta que haya visto”. Aprovechó para arremeter contra McConnell, quien es uno de los pocos miembros de la cúpula republicana que aún no respalda su intento por volver a la Casa Blanca.
McConnell y Trump no han cruzado palabra desde diciembre de 2020, una vez que quedó claro que Joe Biden había ganado la contienda presidencial y que Trump había perdido. En un discurso inusualmente mordaz después del ataque del 6 de enero de 2021 contra el Capitolio federal, McConnell atribuyó la insurrección exclusivamente a Trump por difundir “disparatadas” afirmaciones de que las elecciones habían sido robadas, lo que provocó el distanciamiento de ambos, que en ocasiones habían sido aliados.
Ahora, sin llamar a Trump por su nombre, McConnell dice que apoyará al eventual nominado a la presidencia por el Partido Republicano, aunque está claro que la relación entre ambos está deteriorada.
La senadora demócrata Patty Murray le ruega a sus colegas que entiendan la magnitud de lo que está en juego, criticando a los republicanos por aliarse nuevamente con Trump después de que “todos nosotros tuvimos que salir huyendo o atrincherarnos en nuestras oficinas” durante el asalto del 6 de enero perpetrado por una turba de simpatizantes de Trump.
“¿Qué caso tiene ser senador si permiten que Donald Trump tome todas las decisiones por ustedes?”, preguntó.
Cory Mills, representante republicano en su primer periodo, reconoció que los reveses de esta semana no fueron la razón por la que acudió al Congreso tras desarrollar una carrera militar.
Pero al salir del Capitolio el miércoles declaró: “Definitivamente estamos viendo un cambio en la política”.
Mills, simpatizante de Trump, explicó cómo este Congreso “pasó de ser de la vieja escuela” a una “agenda de Estados Unidos primero”, refiriéndose a la postura de Trump.
“No hemos terminado de luchar”, comentó Mills. “Pienso que la próxima semana habrá algo completamente nuevo”.
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Los periodistas de The Associated Press Kevin Freking, Stephen Groves, Mary Clare Jalonick y Rebecca Santana en Washington, y Ken Ritter, en Las Vegas, contribuyeron a este despacho.