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Lo que sabemos de las protestas por la escasez de agua en la Ciudad de México

Según el Gobierno del país azteca, durante más de 40 años, el Sistema Cutzamala ha sido la principal fuente de abastecimiento de agua de la capital mexicana y el área metropolitana; y ahora podría peligrar el suministro del líquido vital

José Luis Montenegro
Jueves, 01 de febrero de 2024 16:34 EST
México-Vertido de Aguas Radiactivas/Japón/Reacciones

En días recientes, residentes de la Ciudad de México han protestado fuertemente en contra de la escasez de agua; y los funcionarios del gobierno local han advertido que los niveles han sido los más bajos nunca antes registrados en un sistema que podría colapsar.

Según el Gobierno de México, durante más de 40 años, el Sistema Cutzamala ha sido la principal fuente de abastecimiento de agua de la capital mexicana y el área metropolitana. Para entender su estructura, hay que referir que este depende de las presas Tuxpan y El Bosque, proveniente del estado de Michoacán.

Asimismo, las presas de Ixtapan del Oro, Villa Victoria, Valle de Bravo y Colorines, en el Estado de México, surten a la megalópolis y sus más de 21 millones de demandantes del líquido vital. Cabe mencionar que, la Ciudad de México, está librando una dura batalla como una de las ciudades más grandes de América Latina, que tiene cada vez menos lluvias, más desabasto y un crecimiento desmedido de la mancha urbana.

Actualmente, el Sistema Cutzamala cuenta con seis macroplantas de bombeo; 205,7 kilómetros de tuberías de acero y concreto; y 72,5 de kilómetros de canales abiertos. Y pese a ello, aún no satisfacen la demanda a un 100%, refieren expertos.

El pasado 29 de enero, el Sistema Cutzamala tenía una capacidad de 39,7% en comparación con el 41% que registró en diciembre, según cifras retomadas por la agencia Reuters. Y, el año anterior, esta misma tenía una capacidad de 54%.

El exsecretario de Protección Civil de la Ciudad de México, Fausto Lugo García, refirió que “la escasez de agua no es un tema nuevo. La capital tiene problemas recurrentes en el suministro y ha habido ocasiones en las que el gobierno [tanto federal como local] tiene que limitarlo, ya que la demanda se satisface a través del Sistema Cutzamala, pero también a través de pozos. Y aun así es insuficiente”.

Lugo García dijo que los mexicanos tienen que aprender a racionar el agua y darle “prioridad a las acciones de supervivencia”. Actividades como lavar los carros o banquetas tendrán que parar para usar el agua solo para el consumo humano.

Otras ciudades como Guadalajara y Monterrey tienen los mismos problemas de escasez de agua porque “no tienen buenos sistemas de captación pluvial ni tampoco hay un segundo uso del agua que se ocupa diariamente, por ejemplo, para bañarse; toda esa agua se va a las coladeras y no se aprovecha”, recalcó Lugo García.

“El 40% del agua perdida es por fallas en las infraestructuras de los hogares mexicanos”, reveló el exfuncionario. “Hace poco más de 20 años, se ha venido anunciando el cambio climático con mucha fuerza; y la emergencia hídrica se ha decantado desde inicios de este siglo. El problema tiene muchos años y nadie lo quiere ver, solo lo hacen cuando nos afecta directamente”.

Recientemente, la comunidad de Acambay, en el Estado de México, los residentes del área irrumpieron en las oficinas de la Conagua (Comisión Nacional del Agua) a modo de protesta por la escasez del agua; algo similar ocurrió en la Alcaldía Azcapotzalco, en la Ciudad de México, donde los pobladores bloquearon algunas vialidades principales.

Algunos declararon a medios locales que llevaban más de un mes sin contar con agua en sus hogares, negocios e, incluso, en algunas dependencias de gobierno.

Cuando los españoles arribaron a la actual Ciudad de México –antigua Tenochtitlán– en 1521, la antigua urbe azteca estaba edificada sobre un lago, el de Texcoco. Fueron, precisamente los conquistadores, quienes desecaron durante por lo menos un siglo la capital mexicana.

Actualmente, la Ciudad de México está asentada sobre sedimentos del viejo lago de Texcoco. Las capas de arena y barro, según analistas, tienen una profundidad de hasta 91 metros. Este tipo de suelo hace que, particularmente la zona centro de la urbe, sea susceptible a sismos.

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