El misterio de las puntas Clovis: revelan técnica de caza de los humanos primitivos que extinguió a los mamuts
Los cazadores prehistóricos utilizaban lanzas con punta de piedra como picas para matar mamuts y mastodontes
Los primeros humanos de Norteamérica cazaron mamuts hasta casi extinguirlos utilizando sus lanzas como picas clavadas en el suelo, no como armas arrojadizas, como se creía hasta ahora, según un nuevo estudio.
Entre los artefactos desenterrados con más frecuencia en yacimientos arqueológicos de Norteamérica de hace 13.000 años se encuentran las puntas Clovis, que son puntas afiladas hechas moldeando rocas como el chert, el sílex o el jaspe.
Estas armas especiales, que deben su nombre al pueblo de Nuevo México donde se descubrieron por primera vez, tienen un tamaño que oscila entre el pulgar de una persona y un iPhone. Tienen un borde afilado y marcado con hendiduras estriadas en la base.
Se han encontrado puntas Clovis en yacimientos de la Edad de Hielo en América, algunas alojadas en esqueletos de mamut. El modo exacto en que los primeros humanos utilizaban estas armas afiladas ha sido objeto de debate.
Algunas teorías sugieren que las puntas especiales se clavaban en las lanzas para rodear y pinchar a los mamuts, mientras que otras sospechan que se utilizaban para hurgar en los animales heridos.
Sin embargo, había un número limitado de rocas adecuadas para fabricar este tipo de lanzas, por lo que los científicos pensaron que los primeros humanos no podían arriesgarse a lanzarlas o utilizarlas sin cuidado. Los experimentos también sugirieron que las lanzas con punta de piedra disparadas a los mamuts podrían no haberlos matado, sino que solo les habrían causado pinchazos a las bestias de hasta nueve toneladas.
El nuevo estudio, publicado el miércoles en la revista PLoS One, demuestra que es probable que los cazadores apoyaran las lanzas en el suelo e inclinaran las puntas Clovis hacia arriba, como un lucio, para empalar a los mamuts que embestían.
“El tipo de energía que se puede generar con el brazo humano no tiene nada que ver con la que genera un animal al correr con fuerza y rapidez. Es un orden de magnitud diferente”, afirmó Jun Sunseri, coautor del estudio.
Esta técnica era popular en las batallas para detener a los caballos, pero no hay pruebas de que se utilizara antes de la llegada de las armas de metal.
Según los investigadores, la fuerza de este montaje de lucios plantados habría clavado las lanzas con mayor profundidad en el cuerpo de la presa, causando así más daño que el cazador prehistórico más fuerte.
En el estudio, los científicos revisaron anécdotas históricas sobre personas que cazaban con lanzas plantadas y realizaron un estudio experimental de armas de piedra utilizadas como picas.
Construyeron una plataforma de pruebas para evaluar cómo reaccionaba el sistema de arpones ante la fuerza simulada de un animal que se aproximaba y midieron la fuerza que podían soportar antes de que la punta Clovis se partiera.
Una vez que las piedras afiladas sujetas a un sistema de montaje de este tipo perforaban a un animal, los científicos descubrieron que las puntas funcionaban como las balas de punta hueca actuales, capaces de infligir “heridas graves” a mastodontes, bisontes y felinos dientes de sable.
“Este antiguo diseño de los nativos americanos fue una asombrosa innovación en las estrategias de caza. Esta tecnología autóctona tan característica nos ofrece una ventana a las técnicas de caza y supervivencia utilizadas durante milenios en gran parte del mundo”, afirmó Scott Byram, coautor del estudio.
Los investigadores afirman que la punta Clovis es testimonio del ingenio de los primeros indígenas para cohabitar el gélido paisaje con megafauna ya extinguida, como mastodontes y mamuts.
“A diferencia de algunas puntas de flecha con muescas, era un arma más sólida. Y probablemente también se utilizaba en situaciones de defensa propia”, argumentó el Dr. Byram.
“Estas lanzas se diseñaron para proteger al usuario”, añadió el Dr. Sunseri.
Traducción de Michelle Padilla