Aumentan el miedo y la vigilancia ante el incremento de ataques a lugares de culto en el mundo

Cada semana, cientos de millones de personas en todo el mundo se reúnen para rendir su culto en paz. Pero para algunos, llega un día en que la violencia mortal invade sus espacios sagrados y destroza esa sensación de santuario y seguridad.
Eso ocurrió recientemente en una sinagoga en Inglaterra y en dos iglesias en Estados Unidos. Antes de ello, hubo ataques de alto perfil en mezquitas de Nueva Zelanda, una sinagoga en Pensilvania y un templo sij en Wisconsin. Esta violencia puede intensificar la ansiedad y el miedo absoluto entre el clero y los fieles de todo el mundo.
Las medidas de seguridad han sido reforzadas, se ha puesto en alerta a los feligreses, y aun así, la pregunta clave persiste: ¿pueden los creyentes sentirse seguros —y en paz— al celebrar sus cultos juntos?
El ataque del 2 de octubre a una sinagoga en Manchester, Inglaterra, dejó dos feligreses muertos y, según la policía, fue perpetrado por un hombre que había jurado lealtad al grupo Estado Islámico. Dos días después, una mezquita en una ciudad costera inglesa fue blanco de un presunto ataque incendiario.
Tras esos dos ataques, “existe un miedo real”, dijo el reverendísimo Toby Howarth, obispo de la Iglesia de Inglaterra. “La gente debe sentirse segura al acudir a los lugares de culto”.
La manera de infundir esa sensación es un desafío constante. En Alemania, en respuesta a varios ataques, muchas sinagogas han sido rodeadas con barreras y son custodiadas por policías fuertemente armados. En Estados Unidos, la mayoría de las sinagogas —y muchas casas de culto no judías—, emplean estrategias de seguridad de varios niveles que pueden incluir guardias de seguridad, cámaras y diversos sistemas para controlar el acceso a los eventos mediante entradas, registro u otras formas de verificación.
Buscar seguridad sin incrementar la ansiedad
El ataque más mortífero contra judíos en Estados Unidos ocurrió en octubre de 2018, cuando un hombre armado mató a 11 fieles de tres congregaciones en la sinagoga Árbol de la Vida, de Pittsburgh.
Eric Kroll, subdirector de seguridad comunitaria de la Jewish Federation of Greater Pittsburgh (Federación Judía de la Zona Metropolitana de Pittsburgh), reportó que las sinagogas allí habían iniciado capacitaciones sobre seguridad sistémica antes del ataque.
Algunas de las recomendaciones de la capacitación —como tener un teléfono a mano para emergencias incluso en sabbat, cuando los judíos observantes no lo utilizan—, ayudaron a salvar vidas durante ese ataque, agregó. La federación aún evalua ataques como el de Manchester para prepararse ante la evolución de las tácticas de los agresores.
“Las heridas todavía son profundas para mucha gente aquí en Pittsburgh”, expuso Kroll, y añadió que los preparativos les ayudan a celebrar sus cultos juntos con confianza.
“Es muy fácil hablar de todas estas cosas y sentir miedo”, dijo. “Pero si enseñas formas de responder a esas situaciones, eso empodera a la gente para vivir su vida”.
Un tono similar expresó la obispa Bonnie Perry, líder de la Diócesis Episcopal de Michigan, en una carta a sus congregaciones dos días después de que un hombre armado matara a cuatro personas dentro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en el municipio de Grand Blanc, Michigan, el 29 de septiembre.
“Muchos de nosotros sentimos dolor, miedo y una profunda inquietud”, escribió Perry. “Es natural preguntarse si los lugares donde oramos y nos reunimos son seguros”.
Procedió a detallar un enfoque equilibrado para la seguridad, en el que rechazó las sugerencias de cerrar las puertas de las iglesias durante el culto, pero alentó a tener una mayor vigilancia y estado de preparación, incluida la formación de equipos de respuesta ante emergencias en las iglesias de la diócesis.
“No queremos que nuestras iglesias se sientan como fortalezas. Son casas de oración para todas las personas”, escribió. “Al mismo tiempo, el amor al prójimo incluye la disposición a actuar con rapidez en caso de peligro. … Nuestro objetivo no es excluir a la gente, sino mantener a todos a salvo sin dejar de lado la hospitalidad radical del Evangelio”.
Diferencias sobre armas en la iglesia
Si bien algunos pastores cristianos en Estados Unidos animan a los feligreses a portar armas de fuego en la iglesia como medida de seguridad adicional, numerosas denominaciones y lugares de culto prohíben esto. Tras el ataque en Grand Blanc, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días afirmó que prohíbe que se porten armas de fuego y otras armas letales dentro de sus centros de reunión y templos, a excepción de los agentes del orden en activo.
Las iglesias afrodescendientes en Estados Unidos han resistido un largo historial de ataques violentos, desde décadas de incendios y atentados con bombas en iglesias hasta el asesinato de nueve participantes de un estudio de la Biblia en 2015 en la Iglesia Metodista Episcopal Africana (AME, por sus siglas en inglés) Emanuel —comúnmente llamada Madre Emanuel— en Charleston, Carolina del Sur. El perpetrador de ese ataque, quien ya fue condenado a muerte, publicó selfis con una bandera confederada para ostentar su justificación racista para disparar contra feligreses afrodescendientes.
Khaleelah Harris, de 29 años, miembro de la AME Metropolitana en Washington, D.C., dijo que la amenaza de violencia está presente en su mente con frecuencia.
“Puede ser difícil participar en un servicio de culto cuando miras a tu alrededor y ves a cinco policías en servicio porque alguien acaba de entrar y parece un poco sospechoso. Eso cambia el ambiente”, agregó Harris, quien está en proceso de ordenación en la Iglesia Metodista Episcopal Africana.
Su iglesia ganó una demanda a principios de este año contra los Proud Boys, después de que el grupo de extrema derecha vandalizara la propiedad de la iglesia en 2020. La congregación ha reforzado la seguridad, y en cierto momento tuvo que pagar 20.000 dólares al mes.
Es difícil alcanzar un equilibrio para ser una congregación que da la bienvenida a todos con protocolos de seguridad más estrictos, opinó Harris. “¿Cómo puede el dar la bienvenida a todos y no ser —entre comillas— ‘juzgador’ impedir que alguien use su discernimiento o ponga en práctica medidas de seguridad?”.
Un problema mundial
De diversas formas, se han producido ataques a lugares de culto a lo largo de la historia. Actualmente, los ataques a lugares de culto en lugares como Estados Unidos y Europa Occidental suelen atraer los reflectores internacionales más que los ataques que forman parte de conflictos más amplios —como las iglesias cristianas incendiadas por militantes islámicos en algunas partes de África o la destrucción de numerosas mezquitas en Gaza debido a los ataques israelíes en su guerra contra Hamás—.
Los ataques a mezquitas —generalmente atribuidos a militantes islámicos con ideologías rivales— se han producido en otros países de Oriente Medio. Egipto se sorprendió en 2017 por la muerte de más de 300 personas en un ataque extremista contra una mezquita en el Sinaí frecuentada por sufís — seguidores de un movimiento místico dentro del islam—. El 4 de marzo de 2022, un terrorista suicida afgano hizo estallar un atentado en una mezquita chií en la ciudad de Peshawar, al noroeste de Pakistán, y mató a más de 60 fieles. El grupo Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad.
Entre esos ataques, se produjo un día de horror en Christchurch, Nueva Zelanda, cuando un supremacista blanco armado mató a 51 creyentes en dos mezquitas durante las oraciones del viernes en 2019. Eso motivó nuevas leyes que prohíben una serie de armas semiautomáticas y cargadores de gran capacidad. También provocó cambios globales en los protocolos de las redes sociales luego de que el agresor transmitiera en vivo su ataque en Facebook.
Durante una ola de incidentes antisemitas en Australia, una sinagoga en Melbourne fue atacada con bombas incendiarias en diciembre de 2024. Las autoridades australianas han acusado a Irán de dirigir ese ataque.
Australia se encuentra entre varios países —incluidos Sudáfrica y Reino Unido— que colaboran con la Secure Communities Network (Red de Comunidades Seguras, o SCN) con sede en Estados Unidos, para compartir información sobre posibles amenazas antisemitas, según Michael Masters, director nacional de la SCN. La red proporciona asesoramiento y capacitación en seguridad a instituciones judías de Estados Unidos y Canadá.
“Actuamos más como la Interpol de lo que nos gustaría”, dijo Masters a The Associated Press. “Muchos de estos actores maliciosos y sus ideologías cruzan fronteras. Así que todos hemos reconocido que somos más fuertes cuando trabajamos juntos”.
Los siguientes pasos
En Estados Unidos, líderes religiosos instan al Congreso a ampliar el Nonprofit Security Grant Program (Programa de Subvenciones para la Seguridad de Organizaciones sin Fines de Lucro) que ayuda a ese tipo de organizaciones y a lugares de culto a financiar la actualización de sus sistemas de seguridad y planificación ante emergencias.
En Reino Unido, tras el reciente atentado de Manchester, el primer ministro Keir Starmer dijo que más recursos policiales serían desplegados en las sinagogas.
Tanto la comunidad judía como la musulmana de Reino Unido piden a las autoridades y a los líderes cívicos que frenen la retórica antisemita y antimusulmana que puede incitar futuros ataques.
Dave Rich, del Community Security Trust (Fideicomiso de Seguridad Comunitaria), una organización de beneficencia que brinda seguridad a la comunidad judía, declaró a la BBC: “Existe una incapacidad para reconocer el antisemitismo o una reticencia a abordar la incitación de manera que simplemente ha permitido que crezca”.
"Creo que muchos judíos dirán: ‘OK, la compasión es grande, pero, ¿dónde está la acción?’”, agregó Rich.
Wajid Akhter, secretario general del Muslim Council of Britain (Consejo Musulmán de Reino Unido), dijo que un mayor despliegue policial es solo una respuesta parcial.
“Debe haber una confrontación con el odio que se fomenta en nuestra conversación pública”, enfatizó. “La seguridad de los musulmanes británicos —y de todas las comunidades religiosas— depende de ello”. ___________________________________
Los periodistas de The Associated Press Sylvia Hui y Lydia Doye, en Londres; Geir Moulson, en Berlín; y Mariam Fam, en El Cairo, contribuyeron a este despacho.
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