El pasajero que hizo aterrizar el avión después de que el piloto enfermara describe su heroico aterrizaje
El futuro padre de Florida, Darren Harrison, fue guiado con seguridad hasta la pista por el controlador aéreo Robert Morgan
Darren Harrison estaba descalzo, descansando en la parte trasera de un avión de un solo motor mientras viajaba a casa para ver a su mujer embarazada de siete meses, cuando su piloto cayó enfermo en pleno vuelo, lo cual desencadenó una serie de acontecimientos heroicos que podrían estar sacados de una superproducción de Hollywood.
El residente de Florida, de 38 años, sabía que le correspondería aterrizar la aeronave en la que viajaban el piloto, el amigo del piloto y él mismo.
“Haces lo que tienes que hacer para controlar la situación, o vas a morir”, declaró Harrison a Today de la NBC en una entrevista exclusiva menos de una semana después del espeluznante vuelo desde las Bahamas. “Y eso es lo que hice”.
Todo comenzó cuando el piloto se movía de un lado a otro en su asiento, quejándose de un dolor de cabeza y de un mareo, relató Harrison - hecho que hizo realidad uno de sus peores temores personales.
“Mi pesadilla siempre ha sido, cuando me subo a vuelos como este: ¿Qué pasa si al piloto le ocurre algo relacionado con su salud? ¿Qué va a pasar?”, señaló a Today, añadiendo que había considerado la posibilidad “muchas veces”.
Cuando se produjo la aterradora situación, el piloto dejó de responder en cuestión de segundos, y Harrison entró en acción.
“Me acerqué a la parte delantera del avión y, para cuando me adelanté, me di cuenta de que habíamos entrado en picado a gran velocidad”, explicó Harrison el lunes. “Lo único que vi, cuando me acerqué a la parte delantera, fue agua por la ventanilla derecha, y supe que se acercaba rápidamente”.
El avión cayó en picado, indicó.
“En ese momento, supe que si no reaccionaba moriríamos”.
Después de acercarse al piloto que no respondía, Harrison “tomó los controles del avión y comenzó a tirar lentamente de la palanca y a girar”, explicó, agregando que el “sentido común” fue que impulsó sus decisiones.
No tenía experiencia de vuelo; Harrison trabaja en la colocación de suelos.
“Sabía que, si subía y tiraba, el avión entraría en pérdida, y también sabía que, a la velocidad que íbamos, probablemente íbamos demasiado rápido y arrancaría las alas del avión”, comentó a Today.
Cuando se sentó en el asiento del piloto, trató de ponerse los audífonos que llevaba el hombre inconsciente, solo para hacer otro descubrimiento espantoso. Los cables estaban deshilachados y las clavijas del extremo de los audífonos habían desaparecido, explicó.
“Así que inmediatamente me dirijo al tipo que estaba a mi lado y le digo: ‘Voy a necesitar tus audífonos porque tengo que hablar con alguien’”.
Ese alguien resultó ser el controlador aéreo Robert Morgan, que por suerte también es instructor de vuelo a tiempo parcial.
“Todos mis GPS se han apagado; no tengo ni idea de dónde estoy”, dijo el lunes Harrison, añadiendo que el control aéreo le preguntó: “Bueno, ¿qué ves?”
“Veo el estado de Florida, y veo un pequeño aeropuerto - y me preguntaron: ‘¿Puedes bajar a 5.000 pies y mantenerte?’ Y yo respondí: ‘Puedo intentarlo... Todavía estoy tratando de entender esto’”.
Cuando identificó el estado, comentó Harrison, “en ese segundo, supe: voy a aterrizar allí”.
“No sé cuál va a ser el resultado, no sé cómo va a suceder, pero voy a tener que aterrizar este avión, porque no hay otro resultado”.
Bajo la guía de Morgan en tierra, Harrison comenzó su descenso al aeropuerto internacional de Palm Beach.
“Me decía todo el tiempo: ‘La pista se va a hacer más grande a medida que te acercas a ella; mantente concentrado en eso, y sigue descendiendo’”, señaló Harrison en la entrevista del lunes. “Y recuerdo que al llegar a unos 200 pies, me comentó: ‘Oye, vas a tener que reducir la velocidad un poco más; todavía estás llegando muy rápido’”.
“Y en ese momento, le mencioné al otro tipo: ‘Oye - toma el acelerador y tíralo hacia el suelo. Tíralo hacia el suelo hasta donde pueda llegar’”.
Sorprendentemente, ante la mirada del control de tráfico aéreo, el piloto novato sin experiencia aterrizó con seguridad en la pista de PBI, “echó los frenos” e incluso se ofreció a estacionar el avión, permaneciendo increíblemente tranquilo.
“Dije: ‘Gracias por todo’, lancé los audífonos al tablero y recé la mayor oración que he rezado en mi vida”, contó Harrison a Today. “Fue entonces cuando toda la emoción se apoderó de mí”.
La oración, indica, era de agradecimiento “por la seguridad y por todo lo que había sucedido - pero la última parte de la oración y la más fuerte fue por el tipo de atrás, porque sabía que no era una buena situación”.
El piloto fue trasladado al hospital y en un principio no se esperaba que viviera, apuntó Harrison - pero, en otro acontecimiento milagroso, pronto será enviado a casa del hospital, según señaló el pasajero a Today.
La primera llamada de Harrison fue a su esposa, Brittney, que entró en pánico cuando vio su nombre en el identificador de llamadas, dándose cuenta de que debería estar todavía en el aire y preocupándose de que hubiera ocurrido algo malo. Todavía estaba conmovida por la muerte, el año pasado, de su cuñado, que falleció cuando su hermana estaba embarazada de seis meses.
“Sinceramente, respiré hondo y me preparé para que no fuera él quien estuviera en la otra línea”, subrayó.
En cambio, su marido estaba vivo y sano, con una historia increíble que contar.
En su mente, mientras estaba en el aire, Harrison afirmó que “sabía que no iba a morir, y nunca se me pasó por la cabeza llamar y decirle adiós a mi mujer”.
Relató: “Una de las primeras cosas que se me pasó por la cabeza, mientras subía a la parte delantera y el avión caía en picado, fue mirar y decir: ‘No puedo morir hoy. Tengo a Brittney [que está] embarazada; tengo un bebé en camino. Hoy no me toca. Hoy no me toca’”.
Junto con su propio sentido común, Harrison da la mayor parte del crédito a un poder superior.
“Todo el mundo me preguntaba: ‘¿Cómo hizo el avión lo que hizo? ¿Cómo se mantuvo unido? ¿Cómo lo sacaste?’” declaró Harrison a Today. “La mano de Dios estaba en ese avión. Es lo único a lo que puedo atribuirlo, no hay otra explicación para ello”.