Uruguay inaugura temida y festejada planta de celulosa
Con la bandera de ser la mayor inversión de Uruguay y, a la vez, el temor de la población por la explotación de recursos, se inauguró el martes en el país una nueva planta de pulpa de celulosa
Con la bandera de ser la mayor inversión de Uruguay y, a la vez, el temor de la población por la explotación de recursos, se inauguró el martes en el país una planta de pulpa de celulosa. La industria, a cargo de un consorcio extranjero, es celebrada por el gobierno uruguayo que proyecta un empuje a la economía nacional del 2% del Producto Interno Bruto a través de las exportaciones.
La multinacional finlandesa UPM dio por iniciadas las operaciones de su nueva planta de pulpa de celulosa en Durazno, a 250 kilómetros al norte de Montevideo, enfocada a la venta internacional de dos millones de toneladas de celulosa por año y beneficiada con una baja carga impositiva por estar en una zona franca. La compañía, que ya tiene otra instalación similar en el país, asegura la “sostenibilidad” de su operación.
No obstante, una parte de la población tema que haya un excesivo uso de recursos naturales y que derive en la degradación del segundo río más importante del país. La instalación está recostada en el caudaloso Río Negro, uno de los más extensos de Uruguay, y la academia ya advirtió de posibles impactos ambientales, como el del excesivo consumo de agua de los eucaliptus y sus consecuencias para el suelo, entre otros.
Según las proyecciones empresariales, puede procesar más de dos millones de toneladas de celulosa al año y demandará siete millones y medio de metros cúbicos de madera en el mismo período. En paralelo, utilizaría 136 millones de litros diarios de agua y devolvería 106 millones al río.
La inversión asciende, según la multinacional y el gobierno, a 3.470 millones de dólares, entre obras de infraestructura y la terminal de carga en el puerto de la capital. El Estado desembolsa 2.800 millones de dólares en varias obras, entre ellas 273 kilómetros de vía férrea e infraestructura en los próximos años para facilitar la actividad de la misma. También pagó las expropiaciones de inmuebles a lo largo del trazado del ferrocarril que transportará la carga al puerto de Montevideo.
El acuerdo final para la inversión fue firmado en 2019 por el ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez bajo un estricto secreto. Uno de los primeros en criticar ese “secretismo” y una “mala negociación” fue el entonces senador Luis Lacalle Pou, que pedía renegociar los contratos con la empresa. Desde que fue electo presidente en 2019, Lacalle Pou moderó su discurso.
El mandatario remarcó el martes el respeto a los estándares de protección ambientales y dijo que “en Uruguay hay leyes y contratos que siempre se van a respetar”. Reconoció que la relación con el proyecto “no ha estado exenta de tensiones, pero lo importante es la resolución de los conflictos” y concluyó que es un “día de celebración" ante la presencia de Henrik Ehrnrooth, presidente del consejo administrativo de UPM.
Con la planta, llamada UPM2, Uruguay tendrá capacidad de exportar 5,7 toneladas anuales de celulosa. La empresa finlandesa administra 270.000 hectáreas forestadas en Uruguay y el área de cultivos forestales, según sus estimaciones, aumentará entre 10 y 20% de las 1.087.109 hectáreas ya forestadas, según números oficiales a 2021.
La primera planta de UPM está en la localidad de Fray Bentos, sobre el Río Uruguay, y tiene capacidad para exportar 1,3 toneladas por año. La tercera gran planta de pasta de celulosa, Montes del Plata, pertenece a un consorcio formado por la sueco-finesa Stora Enso y la chilena Arauco con la misma capacidad.