Peña, la garantía de la continuidad colorada en Paraguay
El economista Santiago Peña, sin trayectoria política partidaria ni manchas en su foja que hayan salido a la luz, es la apuesta del longevo Partido Colorado para sostenerse otros cinco años al mando de Paraguay, en medio de un creciente descontento social por la corrupción y las deficiencias en la salud y la educación
De físico atlético por su pasado como jugador de rugby y con mirada seductora y sonrisa cómplice, Santiago Peña dedicó varios minutos a tomarse selfies con los teléfonos móviles de sus partidarios, entre ellos muchas mujeres y jóvenes, tras un reciente acto de campaña para las elecciones generales del próximo domingo en Paraguay.
El economista de 44 años, sin trayectoria política partidaria ni machas en su foja que hayan salido a la luz, es la apuesta del longevo Partido Colorado para sostenerse otros cinco años al mando de la nación sudamericana en medio de un creciente descontento social por la corrupción y las deficiencias en la salud y la educación.
“Mi responsabilidad como parte de la oferta de política pública es no ser más de lo mismo, sino ser una opción diferente dentro de un partido que ha tenido más de 100 años de historia”, dijo Peña en una entrevista con The Associated Press días antes de las elecciones.
La renovación que aparenta representar Peña tiene como contrapartida la desconfianza que genera su cercanía con el expresidente Horacio Cartes (2013-2018), el todopoderoso magnate paraguayo que enfrenta duras acusaciones en Estados Unidos por corrupción y vínculos con el terrorismo.
“Es su delfín”, apuntó Magui López, coordinadora del Grupo de Estudios Sociales sobre Paraguay (GESP) de la Universidad de Buenos Aires. Peña "tiene bastante poca experiencia de gestión. Su única práctica política fue como ministro de Hacienda (2015-2017) y está asociado a la estabilidad macroeconómica del gobierno de Cartes... No tiene cintura de negociación política”.
Mientras se desempeñaba como miembro del Departamento Africano y analista del Fondo Monetario Internacional en Washington, fue designado director del Banco Central de Paraguay en 2012.
Tres años después Cartes lo convocó a su gabinete, pero antes de aceptar Peña tuvo que renunciar a su afiliación al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), histórico rival de los colorados.
En los últimos años Peña se sumó al conglomerado de negocios de Cartes como director del Banco BASA de su propiedad.
En medio de la campaña electoral, Cartes -actual presidente del Partido Colorado- fue calificado por Estados Unidos formalmente como “persona significativamente corrupta”. Tras enumerar una serie de delitos como sobornos, lavado de dinero y vinculaciones con el terrorismo, el Departamento de Estado congeló los activos del empresario y le impidió operar en el sistema financiero estadounidense.
La medida supuso un duro golpe para Peña, que no sólo perdió respaldo económico para la campaña sino que debió tomar distancia, al menos pública, de su mentor.
“La vinculación con Horacio Cartes es innegable, pero las responsabilidades son personales”, remarcó Peña.
Algunos analistas advirtieron sobre las dificultades que podría enfrentar Peña como presidente electo si Cartes fuera extraditado a Estados Unidos o encarcelado en Paraguay.
“No hay gobernabilidad asegurada”, planteó la historiadora y analista política Milda Rivarola. “Llega a ganar y va a tener el grave problema de que tiene la mitad o más del Partido Colorado en contra", dijo la experta en referencia a la línea interna que lidera el actual presidente Mario Abdo Benítez, enemistado con Cartes.
A pesar de las acusaciones contra Cartes y las críticas a su inexperiencia, Peña se mantuvo como un candidato competitivo ante el opositor Efraín Alegre, de la Concertación para un Nuevo Paraguay, quien públicamente lo comparó con el jefe de sicarios del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.
“Me afilié y voté siempre al Partido Colorado. Yo no pienso cambiar porque entiendo que si uno no trabaja nadie te da nada”, dijo a AP Sara Thompson, de 63 años, dueña de un puesto de herboristería en el mercado municipal de Asunción. “Nosotros vivimos muy bien con la venta de los yuyos. Ganamos un promedio de seis o siete millones por mes (unos 1.000 dólares), no hay por qué cambiar”.