Pequeño pueblo en el sur de México alberga a miles de migrantes
Mientras los migrantes, especialmente los venezolanos, luchan por aceptar la nueva política de Estados Unidos que desalienta el cruce de la frontera, una pequeña ciudad del sur de México acoge inesperadamente a miles de migrantes que acampan lejos de la frontera con Estados Unidos
Mientras los migrantes, especialmente los venezolanos, luchan por aceptar la nueva política de Estados Unidos que desalienta el cruce de la frontera, una pequeña ciudad del sur de México acoge inesperadamente a miles de migrantes que acampan lejos de la frontera con Estados Unidos
San Pedro Tapanatepec tenía 7.000 migrantes, alrededor de 75 por ciento de ellos venezolanos, cuando The Associated Press lo visitó a principios de octubre. El lunes, el alcalde Humberto Parrazales estimó que el número había aumentado a 14.000. La AP no pudo verificar esta cifra de manera independiente.
Aunque muchos venezolanos habían planeado llegar a la frontera con Estados Unidos, la nueva política estadounidense dice que solo se admitirá a los que soliciten la entrada por Internet y lleguen por aire. Los que crucen la frontera serán simplemente expulsados. Eso deja a muchos que han estado acampanando en cinco grandes refugios temporarios con la incertidumbre de qué harán ahora.
Alivian el calor del día con unos pocos ventiladores eléctricos para mantener la temperatura baja.
Obviamente, San Pedro Tapanatepec no es el lugar al que querían ir a parar. Esta ciudad del estado de Oaxaca, bañada por el calor, está a solo 180 millas (300 kilómetros) de la frontera con Guatemala. Muchos de los migrantes pensaban que habían dejado atrás para siempre a Guatemala en la larga travesía que llevó a muchos de ellos desde el Paso de Darián en Panamá, a través de Centroamérica, hasta México.
Desde agosto, el pueblo ha servido como estación de paso, donde los migrantes esperarían unos días mientras las autoridades migratorias mexicanas les expedían una especie de pase de tránsito que les daba tiempo para llegar a la frontera con Estados Unidos.
Pero Parrazales comentó que el flujo de ese trámite se ha ralentizado, por lo que muchos más migrantes siguen esperando aquí en un pueblo empobrecido y mal equipado para acoger a tanta gente.
“No entiendo nada”, comentó por teléfono desde Tapanatepec el migrante venezolano Robinson Rodríguez. “Si todo en la frontera está cerrado, entonces no deberían estar entregando estos pases (de tránsito). Y si les preguntas (a las autoridades), dicen que no saben, pero los siguen entregando”.
El tiempo no está del lado de los migrantes. Rodríguez había recibido un documento de tránsito de siete días, que básicamente le exigió salir de México en un plazo de una semana. Pero tuvo que dedicar tiempo a reunir el dinero para pagar el transporte hasta la frontera norte, y para cuando lo consiguió, su pase había expirado.
Reina la confusión. El migrante nicaragüense Luis Martinica mostró un folleto que contenía el enlace web para que los venezolanos pudieran solicitar el ingreso, pero era confuso; si él, como nicaragüense, se presentaba en la frontera estadounidense, ¿también sería expulsado?
El alcalde Parrazales tiene sus propias preocupaciones. Los transformadores de la ciudad ya no pueden manejar la electricidad necesaria para el campamento, y ha habido apagones parciales. La atención sanitaria, el saneamiento y el agua también son un problema.
Aún así, los migrantes tienen que pagar por la mayoría de las cosas, y Parrazales reconoce que la ciudad ha tenido unos US$15 millones en negocios extra por la venta de comida a los migrantes, lugares para dormir, medicinas, viajes en taxi y autobús. “Tienen que pagar para cargar los teléfonos móviles”, señala.
México ha expedido unos 77.000 pases de tránsito a venezolanos en lo que va del año, la mayoría de ellos en los últimos tres meses. Al igual que los nicaragüenses y los cubanos, los venezolanos son difíciles de deportar, tanto para México como para Estados Unidos.
El Instituto Nacional de Migración de México no respondió a las solicitudes de The AP sobre cómo se gestionará el campamento tras el nuevo programa estadounidense. Ante la falta de información oficial, los rumores y las tensiones se disparan.
Martinica, el inmigrante nicaragüense, dice que los funcionarios dejaron de emitir pases durante un tiempo “después de una disputa en la que algunos venezolanos ofendieron a un oficial de policía”.
“Hay una gran falta de información”, concluyó Parrazales. “Esto es una olla de presión que estoy tratando de contener”.