México: pulso de marchas en vísperas de debate electoral
Mientras el gobierno se felicita por el multitudinario apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador el domingo en las calles de la capital, académicos consideran que el evento fue sobre todo un ejercicio de ego, para sacar músculo y recuperar el liderazgo de la agenda nacional
Mientras el gobierno se felicita por el multitudinario apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador el domingo en las calles de la capital, académicos consultados consideran que el evento fue sobre todo un ejercicio de ego, para sacar músculo y recuperar el liderazgo de la agenda nacional.
La marcha fue convocada después de la mayor protesta contra su administración y en vísperas del debate sobre su propuesta de reforma electoral.
El mandatario logró reunir el domingo a cientos de miles de simpatizantes días después de que decenas de miles de personas críticas con su gobierno llenaran el centro de la capital el pasado 13 de noviembre.
Esa protesta fue para defender el Instituto Nacional Electoral y en rechazo a la actual propuesta oficialista que pretende desmantelar el organismo y cambiar las leyes electorales.
Georgina de la Fuente, polítóloga y experta en elecciones, dijo que nadie duda de que “el presidente sigue teniendo un gran arrastre y una gran aprobación”. Pero a su juicio, lo desafortunado es que se convoque una movilización desde el poder, para contrarrestar un movimiento antagónico, reafirmar la popularidad del mandatario y recuperar el liderazgo de la "narrativa nacional”.
“Fue un intento del presidente de corregir la historia” y dejar claro que aunque mucha gente le critique “eso no quiere decir que yo tenga menos apoyos”, agregó.
En su opinión, llamarla ‘marcha del acarreo’ —como han hecho muchos opositores— es equivocado, pues el evento se convirtió en un festejo. "Lo que sí es descarado fue la utilización de recursos públicos, no solo de dinero, para un evento partidista de Morena”, recalcó.
El mandatario se mostró el lunes radiante ante el éxito de la marcha, dijo que era necesario hacerla porque la gente quería expresar su apoyo a los cambios de su gobierno y agregó que “tiene un efecto extraordinario”.
Antes del evento, había insistido en que no se utilizó “ni un centavo” del presupuesto público para alentar la marcha pero cientos de camiones llegados de todas las esquinas de la república atestaron la capital en un esfuerzo movilizador sin precedentes y sin que quedara claro quien los costeó. Algunos manifestantes señalaron que llegaron organizados por el gobierno local.
“El problema de fondo es nuevamente todas las violaciones a las leyes que significó convocar y difundir la marcha desde la presidencia y utilizar los medios (de comunicación) públicos para difundirla y comentarla”, coincidió Clara Jusidman, fundadora INCIDE Social, una ONG especializada en democracia, desarrollo y derechos humanos.
El tribunal federal electoral ha sancionado en el pasado tanto a Morena como a los principales partidos de la oposición por el uso de fondos públicos para fines partidistas.
Jusidman, que en el pasado marchó al lado del ahora presidente, no dudó en que López Obrador se tomó la protesta en favor del INE como un insulto personal y no como una crítica a lo que está sucediendo en el país y por eso quiso demostrar su poder. "Es un alimento a su propio ego, a su propio sentido de ser el que controla, el que maneja los hilos”.
No obstante, fue toda una celebración y una demostración de resistencia física del mandatario. “Muchos aprovecharon para venir a vitorear y ver si podían tocar al presidente a quien idolatran”.
Agregó que lo triste es que el presidente está volviendo a esa tradición mexicana del pasado “de no permitir que la gente se organice, de combatir a las organizaciones, de ser él el único interlocutor directo con las personas”.
Este pulso entre las distintas movilizaciones tiene lugar cuando el presidente inicia su último año de gobierno efectivo, dado que el último de cada sexenio está más enfocado a las elecciones siguientes. Y en vísperas de que se debata el martes en pleno su propuesta de reforma electoral.
La iniciativa, tal y como está, necesitaría una mayoría cualificada porque supone cambios a la constitución y Morena y sus aliados carecen de suficiente apoyo parlamentario. Por eso, de constatarse su rechazo, el presidente anunció que se presentaría un “Plan B” para intentar salvar lo que se pueda con leyes menores y sin tocar la constitución.
La reforma pretende, entre otros puntos, eliminar las autoridades electorales de los estados, que los árbitros para las votaciones sean elegidos por los ciudadanos -y no por el Congreso- y que se reduzca el presupuesto de los partidos. Su principal argumento es que el INE actual es muy costoso para México.
De la Fuente quiso destacar que la marcha en favor del INE tuvo una importancia añadida porque fue la primera vez que los mexicanos se manifiestan para defender una institución.
La mayoría de expertos y académicos apoyan que las leyes lectorales puedan reformarse y mejorarse pero insisten en que haya un proceso de diálogo y consenso para que los cambios beneficien a la democracia de un país.