La lidia de toros sobrevive en pueblos del altiplano boliviano
En un pueblo del altiplano boliviano, los toros todavía son una atracción popular cuando llega la fiesta patronal que aúna la tradición traída por los colonizadores españoles con pronósticos sobre las cosechas.
En Huarina, a 65 kilómetros de La Paz, una treintena de toreros aficionados se dieron cita el lunes para retar a bravos toros en una lidia callejera en la que no se sacrifica al animal. Miles de espectadores, muchos de ellos llegados de pueblos vecinos, se apostaron en torno a la cancha del pueblo que hace de ruedo improvisado.
La fiesta taurina es el centro de la festividad católica en honor de la Virgen de Remedios, patrona del pueblo aymara de unos 1.500 habitantes. Camiones y autobuses pequeños que rodean el ruedo hacían de graderías para acoger al público.
Según la creencia de los campesinos y agricultores locales, si el toro provoca un accidente en el torero es señal de que habrá buena cosecha. “Ésa es la creencia popular”, afirma el novillero aficionado Mauro Copa.
“Si el toro sale el ruedo con vistas al sol quiere decir que la primera cosecha será buena, si sale cabizbajo será una cosecha tardía. Por eso viene la gente a ver”, dice por su parte Reynaldo Tito, presidente de la Unión de Toreros.
En el ruedo hay muñecos que trapo que el toro cornea. Los toreros no visten de lentejuelas sino de jean y camiseta, pero llevan un capote como el de los toreros profesionales y desafían al toro.
El espectáculo se torna más divertido cuando atrevidos jóvenes del público saltan al ruedo para corretear detrás del animal y hacen gala de su destreza y agilidad. Arrancan aplausos y risas.
El festival taurino al que llegan toros de lidia del vecino Perú cierra cuatro días de fiestas populares en honor de la santa patrona, cuya imagen salió en procesión la víspera por las calles del pueblo al compás de bandas populares y coloridos bailes folclóricos.
En los alrededores del ruedo, numerosas vendedoras ofrecen delicias culinarias. Comida típica hecha a base de carne de cordero, llama y papa que produce la comunidad rural.
Los activistas han criticado estos festejos como maltrato animal pero los aficionados dicen que no se mata al toro, sólo se lo corretea. “Esto no es un toreo profesional, no hay banderines ni espadas, nada que lastime al animal. Es un juego para provocar la ira del toro”, explica Copa.