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Indignación en zonas rurales aviva protestas en Perú

En ningún lugar de Perú la molestia con el gobierno es más palpable que en Andahuaylas, una comunidad rural en los Andes en donde los pobres han tenido dificultades durante años y donde el apoyo de los votantes impulsó el triunfo del ahora destituido presidente Pedro Castillo, quien al igual que ellos es un campesino

R. Franklin Briceo,Regina Garca Cano
Lunes, 12 de diciembre de 2022 20:21 EST
PERÚ-CRISIS POLÍTICA
PERÚ-CRISIS POLÍTICA (AP)

En ningún lugar de Perú la molestia con el gobierno es más palpable que en Andahuaylas, una comunidad rural en los Andes en donde los pobres han tenido dificultades durante años y donde el apoyo de los votantes impulsó el triunfo del ahora destituido presidente Pedro Castillo, un campesino igual que ellos.

Su indignación es tal que sus protestas continuaron el lunes a pesar del fallecimiento de cuatro personas, entre ellas Beckham Romario Quispe Garfias, de 17 años, uno de dos jóvenes manifestantes que murieron durante el fin de semana.

Mientras miles de personas salían a las calles, Raquel Quispe recordó a su hermano como un talentoso deportista que estaba harto de sentirse invisible ante los ojos de los políticos. Fue nombrado en honor al astro del fútbol inglés David Beckham y de Romario, el delantero de la selección brasileña de fútbol.

Bajo un cielo nublado, Raquel salió del hospital en donde tienen los restos de su hermano, y con enojo en su voz, por momentos traicionada por las lágrimas, resumió lo que llevó a Beckham Romario y a otros a levantar la voz desde la destitución de Castillo la semana pasada: Una democracia excluyente.

“Para ellos, los que están allá en el Congreso, la única opinión que es válida es de los peruanos que tienen plata, de la gente adinerada", dijo Quispe, una maestra de educación temprana.

“Hacen lo que quieren; para ellos... el voto de provincia no vale, no sirve. Pero el voto de los limeños lo toman en cuenta. Esa es una injusticia de todo el Perú”, añadió.

Alrededor de 3.000 personas tomaron las calles de Andahuaylas el lunes para protestar y lamentarse ante los féretros blancos de los jóvenes que murieron durante el fin de semana. Había rocas esparcidas por toda la comunidad que aún mostraban huellas de los incendios. Un aeródromo utilizado por las fuerzas armadas continuaba bloqueado y seguía saliendo humo negro de un edificio cercano.

Manifestantes en muchas comunidades rurales, incluyendo a Andahuaylas, seguían exigiendo que la presidenta Dina Boluarte renunciara y programara elecciones generales para reemplazarla a ella y a todos los miembros del Congreso. También quieren que las autoridades liberen a Castillo, quien fue detenido el miércoles cuando fue destituido por los legisladores después de que intentó disolver al Congreso antes una votación de juicio político.

Aunque también se han registrado protestas en la capital Lima, las manifestaciones han sido particularmente intensas en las zonas rurales que fueron bastiones de Castillo, un exmaestro de escuela y neófito de la política procedente de un distrito pobre de los Andes.

Los manifestantes intensificaron sus protestas al lunes al bloquear el acceso a un aeropuerto internacional en el sur de Perú durante varias horas y ocupar la pista. Una persona murió durante las protestas en Arequipa, donde se encuentra el aeródromo, informó el ministro de Defensa, Alberto Otarola, durante una sesión del Congreso enfocada en el descontento civil. Otro manifestante perdió la vida en el estado en el que se ubica Andahuaylas, señalaron los legisladores.

La escalada se produjo incluso después de que Boluarte había cedido horas antes a las demandas, anunciando en un discurso en televisión nacional que enviaría al Congreso una propuesta para adelantar las elecciones a abril de 2024, dando marcha atrás a sus declaraciones anteriores de que permanecería en el poder por los 3 años y medio que le restaban al periodo de su predecesor.

En su discurso a la nación, Boluarte también declaró un estado de emergencia en zonas fuera de Lima, en donde las manifestaciones han sido particularmente violentas.

“Mi deber como presidenta de la república en la difícil hora actual es interpretar... las aspiraciones, los intereses y las preocupaciones... de la gran mayoría de los peruanos”, dijo Boluarte al anunciar que propondría elecciones anticipadas.

Boluarte, de 60 años, no tardó en ser juramentada el miércoles para reemplazar a Castillo, horas después de que este último sorprendió al país al ordenar la disolución del Congreso, que en respuesta lo destituyó por “incapacidad moral permanente”. Castillo fue arrestado por cargos de rebelión.

Miembros del gabinete de Boluarte comparecieron el lunes ante el Congreso para dar cuenta de las protestas. El legislador derechista Jorge Montoya exigió medidas apropiadas para poner fin al descontento, diciéndoles a los simpatizantes de Castillo que ahora que fue destituido “se cierra ese capítulo”.

“Estos no son actos de protesta, son actos de terrorismo que deben ser sancionados drásticamente", declaró Montoya. "No se puede defender una situación que está en los extremos”.

Perú ha tenido seis presidentes en los últimos seis años, incluyendo tres en una semana en 2020.

La más reciente crisis presidencial ocurre en momentos en que los Andes y sus miles de pequeñas granjas atraviesan dificultades para sobrevivir a la peor sequía en medio siglo. El país también sufre una quinta ola de infecciones de COVID-19.

Los simpatizantes de Castillo tenían la esperanza de que el mandatario atendiera algunos de los desafíos a los que se han enfrentado desde hace tiempo. Pero durante sus 17 meses de mandato, Castillo no logró concretar ninguno de sus principales proyectos y se enfrentó al racismo y la discriminación que suelen experimentar sus partidarios pobres.

En Andahuaylas, alrededor del 80% de quienes votaron en la segunda vuelta electoral del año pasado lo hicieron por Castillo. Entre sus propuestas se incluía enmendar la Constitución nacional por primera vez desde 1993, cuando se reescribió durante el gobierno de Alberto Fujimori, un exmandatario cuya hija, Keiko, perdió ante Castillo en la contienda electoral.

Rosario Garfias era una de las personas que se manifestaba afuera del hospital donde permanecían los restos de su hijo de 17 años. Hablando en quechua, una de las lenguas indígenas de Perú, se dijo desconsolada por la muerte de su hijo.

“Mi mamá esta haciendo un reclamo en su idioma. Yo sé que muchos no la entienden, ni siquiera el Congreso lo entiende”, dijo su hija, Raquel Quispe.

"Está diciendo que... está muy dolida porque lo han matado, como en un matadero. Y mi mamá pide justicia, así como mi familia, para mi hermano”.

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García Cano reportó desde Lima.

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