Evo Morales abandona marcha en Bolivia contra la crisis económica y en defensa de su candidatura
El expresidente boliviano Evo Morales anunció el miércoles que ya no formará parte de la marcha que había iniciado junto a un centenar de manifestantes en medio de su disputa política con el actual mandatario Luis Arce y para protestar por su manejo de la economía, luego de ser cuestionado por el gobierno.
“La marcha no es de Evo. La marcha es del pueblo. Por lo tanto, como se sataniza, penaliza, criminaliza a Evo, he decidido, después de esta jornada, retirarme de la marcha”, declaró Morales a periodistas.
La llamada “Marcha para salvar Bolivia” comenzó la víspera en la pequeña ciudad de Caracollo, en la región de Oruro, y se dirige a La Paz, un recorrido de unos 190 kilómetros. En la tarde del martes se registraron choques con un grupo afín a Arce que terminó con unos 26 heridos, según el Ministerio de Salud.
El gobierno sostuvo que la manifestación busca “acortar el mandato del presidente Luis Arce y habilitarse una vez más como candidato pese a que la Constitución Política del Estado se lo prohíbe”, informó la canciller Celinda Sosa en sus redes sociales.
Arce también enfrenta el tercer día de bloqueos carreteros hacia el Lago Titicaca, uno de los atractivos turísticos del país, por parte de campesinos aymaras que piden su renuncia.
Morales (2006-2019) convocó a la marcha en contra del deterioro de la economía y para presionar al gobierno y al Tribunal Supremo Electoral a que acepten su candidatura a la presidencia en las elecciones de agosto de 2025 por el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS), un partido fracturado entre sus partidarios y los de Arce.
La disputa entre Morales y Arce comenzó cuando el exmandatario anunció su candidatura a la presidencia para el próximo año. Arce aún no ha confirmado su postulación.
Bolivia atraviesa una crisis económica que se agravó con la escasez de dólares, primordiales para importar materia prima para el sector productivo, y una baja en la producción de hidrocarburos que ocasionó una dependencia de la importación de combustibles que el gobierno paga a precios internacionales y vende a un valor subsidiado, lo que ha mermado las reservas e influye en la suba de los precios de la canasta básica.