Dolor e indignación por los más de 100.000 desaparecidos marca el Día de la Madre en México
Con el mismo dolor de siempre pero mucha más indignación por la criminalización y los ataques recibidos desde las autoridades, cientos de madres de desaparecidos volvieron a salir a la calles de México el viernes, en el Día de la Madre, para exigir que los gobernantes que hagan su trabajo: buscar a los más de 100.000 desparecidos que tiene el país.
En la capital y en otras ciudades del norte, este y oeste de México se repetían los gritos de “¿Dónde están, dónde están, nuestros hijos dónde están?”, se mostraron las fotografías de los ausentes y se recordó que miles de familias mexicanas no tienen nada que celebrar este viernes.
En plena campaña para las elecciones generales del 2 de junio, también se dejaron ver pancartas con lemas como “Te cambio mi voto por mi hijo desaparecido”.
“No han trabajado", denunció Yolanda Morán, que lleva 15 años buscando a su hijo y dirige el colectivo Búscame. Junto a la fotografía de su hijo Dan Jeremeel colgada sobre su pecho, llevaba dos fichas de búsqueda: una con la cara del presidente Andrés Manuel López Obrador y otra con la del fiscal general Alejandro Gertz-Manero.
"Si los han visto avísenos porque necesitamos obligarles a trabajar en la búsqueda, verdad y justicia”, reclamó Morán.
El Día de la Madre en México lleva más de una década marcado por los reclamos de los familiares de los desaparecidos.
Ahora la tensión con el gobierno es mayor porque pese a algunos avances al inicio de esta administración, como la puesta en marcha de la Comisión Nacional de Búsqueda, los colectivos denuncian el total desprecio hacia las buscadoras, la falta de resultados y la manipulación del número de desaparecidos para minimizar uno de los problemas más graves que tiene el país.
El viernes el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, que se actualiza constantemente, cifraba en 116.305 las personas no localizadas en México, la inmensa mayoría desde 2006.
La marcha se produjo pocos días después de que las autoridades encontraran los cadáveres de dos surfistas australianos y uno estadounidense en el estado de Baja California mientras muchas madres mexicanas llevan años, e incluso décadas, buscando a sus hijos.
“Como son extranjeros, el país de estos chicos que mataron ejerció su poder sobre la búsqueda... y los encontraron”, dijo María del Carmen Ayala Vargas, quien busca desde hace tres años a su hijo Iván Pastrana. “Eso es una verdadera muestra de que sí se puede cuando se quiere”.
En su caso las autoridades “no han hecho absolutamente nada” en este tiempo y hasta perdieron sus pruebas de ADN. Por eso reclamó que “se busque a todos por igual... No estamos pidiendo ninguna dádiva, sólo lo que nos corresponde como mexicanos”.
A días de que el gobierno tachara de “delirio necrofílico” la divulgación del hallazgo de un supuesto crematorio en la Ciudad de México —donde la fiscalía descartó posteriormente que hubiera restos humanos— denunciado por una de las madres buscadoras, el presidente optó el viernes por un mensaje conciliador. Anuló su conferencia matutina para escuchar canciones de mariachis para las madres mexicanas con un ramo de flores en la mano.
La oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió la víspera en un comunicado respeto a las familias de los desaparecidos y que los actores políticos no utilicen su dolor. También hizo un tributo a las madres buscadoras asesinadas en represalia por buscar a sus hijos. La ONU ha documentado nueve casos desde 2019.
Este año dos activistas que buscaban a sus familiares, Noé Sandoval y Ángela León, murieron en tiroteos en los estados de Guerrero, en el sur y Baja California, en el noreste del país.
En abril muchos de los colectivos que el viernes salieron a la calles mexicanas se unieron para buscar al unísono, pala en mano, a sus hijos por llanos, desiertos y campos de todo el país para llamar la atención sobre la crisis humanitaria que arrastra México.
En la última década se ha multiplicado el descubrimiento de fosas clandestinas y más de 50.000 restos —según datos oficiales— están sin identificar en morgues o cementerios.