Detenidos en Guantánamo describen cicatrices de la tortura y sus esperanzas de salir de la prisión
Detenidos en la base militar estadounidense de Guantánamo describen a su primer visitante independiente las cicatrices de la tortura y sus esperanzas de salir de esa prisión
En el centro de detención estadounidense en Bahía de Guantánamo, en Cuba, un grupo de hombres que han envejecido conocidos por sus números de serie llegan a una reunión encadenados. Cada uno le dice a la visitante —para muchos la primera persona independiente con la que habían conversado en 20 años— que había llegado "demasiado tarde”.
Como sea, conversaron sobre la escasa comunicación con sus familias, sus numerosos problemas de salud, las cicatrices psicológicas y físicas de la tortura y el maltrato sufrido y sus esperanzas de salir de este lugar y reunirse con sus seres queridos.
Por primera vez desde que la instalación en Cuba fue abierta en 2002, un presidente de Estados Unidos autorizó la visita de una investigadora independiente de Naciones Unidas, Fionnuala Ní Aoláin.
En una entrevista con The Associated Press, Ní Aoláin reconoce que había llegado demasiado tarde, porque un total de 780 hombres musulmanes estuvieron detenidos en ese lugar después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los que murieron casi 3.000 personas, y ahora sólo quedan 30.
Naciones Unidas había intentado desde hace muchos años enviar un investigador independiente, pero siempre fue rechazado por los sucesivos gobiernos de George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump.
Ní Aoláin elogió al gobierno del presidente Joe Biden por permitir el ingreso de “voces críticas” en la instalación y expresa su esperanza de que otros gobiernos que han vetado a investigadores especiales de Naciones Unidas sigan el ejemplo de Biden.
La profesora en Derecho nacida en Belfast dijo creer que la sección representativa de detenidos de “alto valor” y de “no alto valor” con los que se reunió “reconocieron la importancia reunirse en una sala conmigo”, después de que el gobierno de Biden la autorizara a encontrarse con quien ella quisiera.
“Pero creo que hubo un entendimiento compartido de que, en este momento, con solo 30 de ellos restantes, aunque puedo hacer recomendaciones y ellos, espero, cambiarán sustancialmente la experiencia cotidiana de estos hombres, la gran mayoría de su vida fue vivida en un contexto en el que personas como yo y la ONU no tenían influencia”, apunta.
Ní Aoláin, profesora en Derecho en la Universidad de Minnesota y la Universidad de Queens en Belfast, afirma que ella ha visitado muchas prisiones de alta seguridad durante sus seis años como investigadora de derechos humanos de la ONU, incluso algunas construidas para aquellos declarados culpables de terrorismo y delitos graves afines.
Pero “realmente no hay una población en la Tierra como esta población que vino a la Bahía de Guantánamo, Cuba, en las circunstancias en las que llegaron, a través de fronteras”, agrega.
En su informe emitido el 26 de junio, Ní Aoláin dijo que, si bien los ataques del 11 de septiembre de 2001 fueron “crímenes de lesa humanidad”, el trato a los detenidos en Guantánamo fue injustificado. La gran mayoría de ellos fueron llevados allí sin causa y no tenían relación con los ataques terroristas, escribió, y agregó que todos los hombres que aún viven sufren traumas físicos y psicológicos.
El gobierno de Biden, que ha dicho que quiere cerrar las instalaciones de Guantánamo, dijo en un comunicado adjunto al informe que los hallazgos de Ní Aoláin “son exclusivamente suyos” y que “Estados Unidos no está de acuerdo en aspectos significativos con muchas afirmaciones fácticas y legales”, pero que revisará cuidadosamente sus recomendaciones.
En la entrevista de la semana pasada con la AP, Ní Aoláin habló sobre lo que vio a nivel personal.
Dijo que todo el personal de Estados Unidos debe dirigirse a los detenidos por su número de serie de internamiento, no por su nombre, lo que calificó de “deshumanizante”.
Ní Aoláin dice estar especialmente preocupada por tres detenidos que no han sido acusados y que “viven en un limbo legal absoluto”, que es “completamente incompatible con el derecho internacional”. De los otros, 16 han recibido autorización para irse —pero no han encontrado un país dispuesto a aceptarlos— y 11 aún tienen casos pendientes ante las comisiones militares estadounidenses.
Cuando llevaron a los detenidos a reunirse con ella, estaban encadenados, lo que refirió que no es un procedimiento estándar incluso para los condenados por terrorismo. Según el derecho internacional, explica, las personas no pueden ser encadenadas excepto por razones de seguridad imperativas, y, en su opinión, en Guantánamo debería prohibirse y usarse solo como último recurso en circunstancias excepcionales.
“Estás lidiando con una población anciana vulnerable que está encarcelada”, añade Ní Aoláin.
“Estos hombres, por ser víctimas sobrevivientes de tortura, tienen dificultades para concentrarse, tienen problemas con la memoria recurrente, dolor somático. Muchos de ellos luchan con la movilidad y otros problemas”, incluidas discapacidades permanentes, lesiones cerebrales traumáticas, dolor crónico y problemas gastrointestinales y urinarios, agrega.
Ní Aoláin señala que la alimentación forzada ha sido una práctica continua en respuesta a sus huelgas de hambre, que junto con las ideas suicidas y las autolesiones “hablan del hallazgo central de este informe, que es la profunda desesperación de individuos que han sido detenidos sin juicio durante 20 años, no han visto a sus familiares, no han tenido acceso al mundo exterior” excepto a sus abogados hasta que ella los visitó en febrero durante cuatro días.
Prácticas como el uso de restricciones causan angustia psicológica adicional a muchos de los detenidos, señala.
Para el informe, Ni Aoláin también entrevistó a víctimas, sobrevivientes y familias de quienes fueron asesinados el 11 de septiembre, y se reunió con algunos de los 741 hombres que han sido liberados de Guantánamo, incluidos aproximadamente 150 reasentados en 29 países. El resto regresó a casa y desde entonces 30 hombres han muerto.
Lo que necesitan más los hombres que aún están en Guantánamo y los que han sido liberados, afirma, “es rehabilitación por la tortura —absolutamente todos ellos—, y Estados Unidos es líder en rehabilitación (de las víctimas) de la tortura”.
Elogió la “declaración extraordinaria” de Biden el 26 de junio, el Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura, en la que reafirmó la oposición de Estados Unidos “a todas las formas de trato inhumano, y nuestro compromiso de eliminar la tortura y ayudar a los sobrevivientes de la tortura mientras sanan y en su búsqueda de justicia”.
“Eso me dice... que hay una capacidad para remediar aquí”, manifiesta. La rehabilitación es crítica para todas las víctimas de la tortura, agregó, pero también “para nosotros, porque eso es lo que hacen las democracias… Miramos nuestro pasado, lo incorporamos y lo abordamos, porque las democracias se corrigen a sí mismas”.
Ní Aoláin califica como muy importantes las comidas comunitarias y la oración comunitaria de todos los detenidos, que Estados Unidos enfatiza.
“Los hombres mismos son enormemente importantes entre sí en su rehabilitación”, expresa. “Existe un enorme vínculo de apoyo, fraternidad y cariño entre estos hombres”.
Ni Aoláin señala que los detenidos tienen algunos privilegios —pueden ver televisión y leer libros—, y que hay clases de idiomas, algunas oportunidades para aprender sobre computadoras y lecciones de arte.
Dice que estaba “realmente satisfecha” de que el gobierno de Biden haya decidido recientemente permitir que los detenidos se lleven tantas de sus obras de arte “como sea viable” cuando se vayan.
“Este trabajo creativo es muy importante para estos hombres”, explica, y señala que un detenido que regresó a Pakistán recientemente presentó una exposición de arte en Karachi hace algunas semanas.
Entre las muchas recomendaciones que hace el informe de Ní Aoláin está la rehabilitación de la tortura y la educación y capacitación adicionales, especialmente para aquellos autorizados a irse.
“Estos hombres van a salir al mundo”, recalca. “Muchos de ellos eran jóvenes cuando fueron detenidos y llevados a la Bahía de Guantánamo, Cuba. Ahora son hombres viejos, hombres de mediana edad que tienen que descubrir cómo volver a la vida, y muchos de ellos tienen una enorme ansiedad” sobre mantener a sus familias y sobre ser padres después de tantos años.