Crece el apoyo al desarrollo sostenible en la Amazonía, una "bioeconomía"

David Biller
Jueves, 24 de agosto de 2023 14:42 EDT
BRASIL-AMAZONÍA-BIOECONOMÍA
BRASIL-AMAZONÍA-BIOECONOMÍA (AP)

Si todo sale según lo planeado, en unas semanas la gente saboreará un batido que Marcelo Salazar ha desarrollado durante tres años, elaborado con todo lo bueno que la selva amazónica ofrece.

Su compañía, Mazo Mana Forest Food, se ha asociado con comunidades que viven del bosque y recolectan nueces de Brasil, granos de cacao, açaí, hongos, frutas y otros ingredientes que se utilizan en las bebidas. Han recibido cierto respaldo de una incubadora de empresas con sede en Manaos que se centra en negocios forestales sostenibles para contrarrestar una economía basada en la tala y la ganadería.

“Para cambiar las cosas, creo que se necesita una nueva generación de empresas que combinen diferentes modelos de negocios”, dijo Salazar.

Algunos esperan que empresas sostenibles como esta formen parte de una nueva “bioeconomía”, una palabra de moda en la Cumbre de la Amazonía celebrada en Belém hace unas semanas, donde los legisladores expresaron su deseo de proteger la selva amazónica y proporcionar un medio de vida a decenas de millones de personas que viven allí.

Pero más allá del apoyo general a la idea, hubo poco consenso sobre cómo debe ser exactamente una bioeconomía. Salazar asistió y habló en un panel organizado por el Ministerio del Medio Ambiente de Brasil, titulado “El reto de construir una bioeconomía amazónica”.

La idea no es nueva. Es el término más reciente para medios de vida sostenibles, desarrollo sostenible o economía verde. Existen ejemplos pequeños y medianos de ello en toda la Amazonía.

Además de los recolectores de nueces de Brasil y açaí —el fruto de una palmera—, la gente elabora chocolate con cacao nativo. La pesca sostenible de uno de los peces de agua dulce más grandes del mundo ha dado a las comunidades ribereñas una alternativa a la tala. La producción de zapatos deportivos para los parisinos elegantes ha devuelto la esperanza a una comunidad de caucheros que trabajaba al borde de la obsolescencia debido a la llegada del caucho sintético.

“El reto es la escala”, dijo Helder Barbalho, gobernador del estado de Pará, en una entrevista al margen de la cumbre. Se cree que su estado es el único en Brasil que tiene un plan de bioeconomía real. Pará es el principal productor de açaí de Brasil, pero su economía depende mucho más de las exportaciones de mineral de hierro a China. En Pará se ha convertido tanta tierra en pastizales para aproximadamente 27 millones de cabezas de ganado que emite más gases de efecto invernadero que cualquier país amazónico, aparte de Brasil.

Pero cuando se trata de empresas sostenibles más grandes, hay pocas historias de éxito. El ejemplo más brillante ha sido la empresa de cosméticos Natura, que hace dos décadas lanzó una línea de productos que utilizan ingredientes de comunidades tradicionales amazónicas y granjas familiares.

Desarrollar estas relaciones requirió paciencia e investigación, dijo Priscila Matta, gerente sénior de sostenibilidad de Natura.

Cuando la empresa comenzó, la población local talaba árboles de ucuuba para hacer escobas. Sus ingresos se triplicaron dejando los árboles en pie y vendiendo las semillas a Natura. Ese es sólo uno entre docenas de bioingredientes de Natura que ayudan a la empresa a contribuir a la conservación de más de 2 millones de hectáreas (unas 7.700 millas cuadradas) de bosque.

Alrededor del 8% de lo que Natura gastó en materias primas el año pasado se destinó a bioingredientes amazónicos. Provienen de 41 comunidades —donde viven 9.120 familias— que en 2022 recibieron aproximadamente 9 millones de dólares, parte de ellos en pagos directos para conservar el bosque en pie.

El discurso de la bioeconomía también puede virar hacia los castillos en el aire. En declaraciones a los periodistas en la Cumbre de la Amazonía, Simone Tebet, ministra de Planificación y Presupuesto de Brasil, dijo que impulsar una economía dinámica y al mismo tiempo conservar el bosque en pie “es nuestro sueño, pero los sueños existen para hacerse realidad”.

“Los bancos están interesados”, agregó Tebet. “Imaginen grandes industrias sin chimeneas, industrias para el bien, que se arraigan en los estados amazónicos ... aprendiendo de los pueblos indígenas, de quienes todo proviene”.

El plan de bioeconomía del estado de Pará adopta un tono igualmente utópico: “La selva amazónica es como una enorme biblioteca de conocimiento y sabiduría por descubrirse”, se lee.

El plan entra en detalles y nombra 43 productos compatibles con los bosques que podrían exportarse, incluidos el açaí, el cacao, la yuca, la pimienta, especies de pescado y aceites esenciales para cosméticos.

Pará ha comenzado a construir un complejo que sirva como incubadora de bioeconomía para albergar a investigadores y empresas emergentes, cuya finalización está prevista antes de que la capital del estado, Belém, sea sede de la COP 30, la conferencia mundial sobre el clima de 2025. El banco público de Pará, Banpará, ha lanzado un programa de préstamos subsidiados para pequeños agricultores que quieran desarrollar la agrosilvicultura.

“Podemos equilibrar el escenario de un bosque vivo y personas a las que se atiende, que se les ve”, dijo Barbalho en la entrevista.

El estado vecino, Amazonas, está desarrollando un plan de bioeconomía con el apoyo financiero de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

El gobierno federal también comienza a ir más allá de las palabras. Este mes, Fernando Haddad, ministro de Economía de Brasil, anunció un Plan de Transformación Ecológica. Propone utilizar un fondo climático para respaldar proyectos de sostenibilidad y establecer reglas para el mercado de carbono de Brasil.

Pero algunas iniciativas previas dejan ver que hay obstáculos.

Se suponía que una fábrica estatal de condones en la ciudad amazónica de Xapuri, inaugurada en 2008 durante el mandato anterior del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, proporcionaría un mercado para cientos de familias de caucheros que viven en la región, en la que fue asesinado el líder ambientalista Chico Mendes. La fábrica cerró 10 años después, cuando se acabaron los subsidios federales. Los lugareños recurrieron a la ganadería y hoy la región ocupa un lugar destacado en deforestación.

Los granos de cacao son otra advertencia. Estos árboles pueden ser una forma de permitir que el bosque vuelva a crecer donde fue talado, pero su atractivo en lugares como Costa de Marfil y Ghana ha significado una deforestación masiva de otras especies para dar paso a estos árboles más lucrativos.

Salazar, el director general de Mazo Mana, la compañía de batidos de productos del bosque, considera que su empresa tiene tanto una mentalidad de apoyo social como una comprensión del mercado. Reserva casi el 10% del capital social para sus asociaciones comunitarias en convenio y, en la medida de lo posible, la producción se lleva a cabo localmente para agregar valor y desarrollar habilidades.

Salazar cree que las empresas sostenibles que tendrán éxito y crecerán serán aquellas que tengan la misión de resolver los problemas de la Amazonía, e impulsarán una transformación hacia una economía que reconozca el valor del bosque.

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El periodista de The Associated Press Fabiano Maisonnave contribuyó desde Belém.

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La cobertura climática y ambiental de The Associated Press recibe el apoyo de varias fundaciones privadas. La AP es la única responsable de todo el contenido.

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