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Carrera de caballos, centenaria tradición en isla colombiana

A falta de un hipódromo, las carreras de caballos en la isla colombiana de San Andrés se abren paso dentro de la vegetación en un estrecho camino rocoso de 800 metros de longitud

Ivn Valencia
Martes, 15 de noviembre de 2022 10:37 EST

A falta de un hipódromo, las carreras de caballos en la isla colombiana de San Andrés se abren paso en medio de la vegetación en un estrecho camino rocoso de 800 metros de longitud en el que se enfrentan dos ejemplares por un premio de unos 16.700 dólares.

Por 45 segundos de carrera unas 3.000 personas se juntaron para apostar por Black Stallion y Time Will Tell, dos pura sangre que compitieron en la segunda carrera que celebran los isleños después del paso del huracán Julia en octubre que causó intensas lluvias y vientos huracanados. No hubo muertos, pero decenas de casas y algunos establos resultaron afectados.

La yegua Time Will Tell, de 7 años, fue la ganadora. Su entrenamiento, como el de otros caballos en la isla, se hizo en las playas durante la madrugada, cuando hay menos turistas. Los jinetes buscan proteger a los caballos al cabalgar en la arena y no en los caminos rocosos en los que suelen competir y resultar heridos.

Ullis Livingston, uno de sus cuidadores, contó a The Associated Press que en los tres días previos a la competencia durmieron en el establo con la yegua como parte de la tradición ante el temor de que la doparan o hirieran. Otros entrenadores como Erick Corpus hablan incluso de “magia negra que se utiliza para envenenar caballos”.

La tradición hípica se ha mantenido por más de 100 años en el territorio de los raizales, una etnia nativa de las islas del Caribe colombiano descendiente de indígenas, europeos y africanos.

Denis Hooker, de 69 años, es el jinete más antiguo y vivo de la isla y calcula que actualmente existen unos 18 caballos de carreras en San Andrés. Él mismo es reconocido en las carreras por ser entrenador y criador de caballos de raza.

La pasión de Patrick Stephens, de 49 años, por los caballos inició con su abuelo, quien trabajó décadas atrás recolectando y transportando cocos en la isla con caballos a falta de carreteras pavimentadas. Los trabajadores en su tiempo libre competían y apostaban por sus caballos criollos.

Stephens aseguró a AP que con los años los isleños empezaron a importar caballos de Nicaragua, Jamaica o del interior de Colombia y actualmente hay caballos de raza en la isla que suelen valer miles de dólares.

Las carreras han sido usualmente un deporte de hombres. En la historia reciente de la isla sólo una mujer ha competido como jinete. Leadid de la Cruz, de 44 años, recuerda que tenía sólo 12 años cuando empezó a cabalgar, primero como parte del trabajo ganadero de su familia y luego en competencias informales con caballos silvestres que domaba o algunos que le regalaban.

“La gente aquí me admira, hasta los niños, mucha gente me pregunta que por qué no sigo”, contó a AP Brand, quien se retiró a los 27 años para cuidar de su familia.

Las tradicionales carreras de caballos se mantienen vivas en la isla y ocupan a cuidadores, veterinarios, jinetes y a los espectadores que luego de la carrera festejan con los ganadores.

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La periodista de AP Astrid Suárez contribuyó desde Bogotá.

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