Arrojar luz sobre la realidad de un prisionero, las nuevas obras del vitralista Narcissus Quagliata

R. Mara Teresa Hernndez
Jueves, 21 de marzo de 2024 22:01 EDT
MÉXICO-REALIDAD DE UN PRISIONERO
MÉXICO-REALIDAD DE UN PRISIONERO (AP)

Los trocitos de vidrio caen de manos del maestro y la luz hace el resto. De esa comunión nacen los bordes de una mano o la profundidad de una pupila. Se abren paso los hombres en los vitrales del artista italiano Narcissus Quagliata.

Sus obras más recientes —“Tres prisioneros”— se inauguraron este jueves en Ciudad de México, pero su técnica y temática llevan años rondando la trayectoria del vitralista de 82 años.

Quagliata ha pasado medio siglo creando vitrales por encargo y tres décadas perfeccionando el vidrio de fusión, una técnica que inventó y permite amalgamar distintos colores en un panel. Es decir, todos los vitrales se componen de hojas de vidrio que se ensamblan con varillas de plomo, pero la composición química de los colores no permite combinar más de uno en una misma lámina. En cambio, con el vidrio troceado que utiliza Quagliata es posible fundir varios tonos sin que el panel se quiebre tras salir del horno.

Las tres vidrieras que Quagliata confeccionó para el patio de la Antigua Escuela Nacional de Jurisprudencia exhiben su técnica estrella y fueron producidas en el estudio de su hijo, el diseñador Orfeo Quagliata, cerca de la capital.

“Estoy muy emocionado porque he inaugurado obras toda mi vida, pero ésta es mi obra personal y se integra a un sitio muy bello y significativo”, dice Quagliata, quien vive en México desde 1995.

El tema de los prisioneros comenzó a interesarle en 1987, cuando un amigo muy querido fue detenido y pasó tres años en una prisión de Estados Unidos.

“Cuando yo lo iba a visitar, él vaciaba toda su experiencia”, dice el maestro. “Yo necesitaba sacarlo de alguna forma y empecé a hacer obras sobre la condición de estar en prisión”.

Ahora “El tiempo perdido”, “La soledad forzada” y “La pérdida de la libertad” forman parte de lo que Quagliata llama el “cuerpo” de su obra; ese conjunto de piezas en las que se ha dedicado a confrontar la realidad de la experiencia de las personas presas.

Los tres vitrales fueron instalados en nichos de un edificio dedicado a las leyes por encargo de Luis Gerardo Del Valle, un reconocido abogado mexicano que colecciona piezas de Quagliata.

“Los abogados están interesadísimos en las obras de los prisioneros en general”, cuenta Quagliata, quien añade que conversaba sobre el tema con su amigo, el fallecido artista mexicano Rafael Cauduro.

En éstas, sus obras más recientes, el vidrio y la luz —en negro, amarillo, rojo y azul— transmiten su sentir a través de unas manos atadas, un hombre de perfil y otro recostado.

“No hay presos en la naturaleza”, dice Quagliata. “En el mundo animal hay una feroz lucha para la sobrevivencia, pero nada más”.

La civilización es la que crea los juicios y las cárceles, reflexiona, así que la pérdida de la libertad —al igual que la ley— es una creación de la misma sociedad.

“Dejo a otros la labor de juzgar”, añade. “Como artista, mi papel es ver, ser testigo y compartir esta condición tan real, tan únicamente humana, que viven muchos y a final de cuentas son nuestros familiares, amigos y conocidos”.

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