Elegir entre un té caliente o un café frío podría influir en tu estado de ánimo durante el resto del día
La temperatura de tu bebida puede influir en los niveles de hormonas relacionadas con la felicidad
Ya sea una taza de té verde caliente antes de dormir o un café frío camino al trabajo, la temperatura de lo que bebemos podría influir en nuestro estado de ánimo, la calidad del sueño e incluso la salud intestinal, según investigadores.
Un estudio realizado por la Universidad Estatal de San Diego reveló que la temperatura de las bebidas se asocia con problemas como ansiedad, insomnio y malestar estomacal.
Se trata del primer estudio en Estados Unidos que establece un vínculo directo entre la temperatura de alimentos y bebidas y diversos efectos en la salud.
“Algo tan simple como la temperatura de lo que comemos y bebemos puede tener un impacto real en la salud”, explicó en un comunicado Tianying Wu, profesora asociada de epidemiología.
“Dado que consumir alimentos y bebidas frías o calientes forma parte de nuestra rutina diaria, tanto en casa como en restaurantes, estos hallazgos son relevantes para las decisiones cotidianas relacionadas con la salud”.

Los hallazgos se basaron en datos de la Encuesta de Envejecimiento Saludable de la Universidad Estatal de San Diego, que analizó a más de 400 adultos, tanto asiático-estadounidenses como blancos estadounidenses.
La investigación también identificó diferencias culturales y fisiológicas entre ambos grupos.
Entre los participantes de origen asiático, que en general prefieren las bebidas calientes, un mayor consumo de bebidas frías durante el verano se asoció con niveles más altos de ansiedad, alteraciones del sueño y una mayor sensación de pesadez abdominal.
En cambio, los participantes blancos, más acostumbrados al consumo de bebidas frías, reportaron menos síntomas digestivos, menor nivel de depresión y mejor calidad del sueño cuando incrementaban el consumo de bebidas calientes durante el invierno.
Los investigadores señalaron que estos efectos fueron más notorios en personas que reportaban tener con frecuencia “manos frías”.
Este síntoma puede indicar una circulación sanguínea deficiente, una condición que afecta a millones de personas en Estados Unidos. También puede estar relacionado con la enfermedad arterial periférica, una de las principales causas de amputaciones, que afecta a una de cada 20 personas mayores de 50 años en ese país.
El estudio también reveló que los adultos chinos que consumían menos alimentos y bebidas frías presentaban menos efectos negativos en la salud. En contraste, entre los participantes de origen indio, se observaron asociaciones más marcadas entre el consumo de productos fríos y consecuencias adversas.
Jessica Mack, terapeuta ocupacional y especialista en bienestar —que no participó en la investigación—, comentó a Fox News Digital que el consumo de alimentos y bebidas calientes “puede tener un impacto medible en la forma en que el cuerpo responde al estrés”.
“El aumento de la temperatura corporal también puede mejorar la circulación y favorecer la liberación de neurotransmisores relacionados con el bienestar, como la serotonina”, explicó.

Los investigadores señalaron que sus hallazgos respaldan principios de la medicina tradicional china y la medicina ayurvédica, ambas conocidas por advertir sobre los efectos negativos del consumo excesivo de bebidas frías, especialmente en ciertos contextos fisiológicos.
“Aun cuando los participantes blancos mostraron mayor resistencia fisiológica, nuestro índice compuesto indica que un alto consumo de bebidas frías, combinado con un bajo consumo de bebidas calientes, sigue asociado con efectos negativos en la salud”, escribieron los autores.
A través de estudios previos, el equipo de investigación también había vinculado el consumo de bebidas frías con cólicos menstruales dolorosos en mujeres blancas y asiáticas.
Tianying Wu, autora principal del estudio, advirtió que todavía se requiere más investigación para comprender a fondo estos efectos.
“El siguiente paso será llevar a cabo estudios prospectivos e intervencionistas más rigurosos, ya que los efectos pueden ser dinámicos. Por ejemplo, los adultos mayores o las personas con mala circulación podrían ser especialmente vulnerables a la exposición al frío”, explicó.
Traducción de Leticia Zampedri






