Ozempic y Wegovy podrían ayudar a ralentizar la velocidad con la que te embriagas, según un nuevo estudio
Aproximadamente, 178.000 personas mueren cada año por consumo excesivo de alcohol. Pero algunos investigadores afirman que ciertos fármacos populares para bajar de peso podrían hacer que el alcohol tarde más en hacer efecto
Los medicamentos para bajar de peso como Ozempic y Wegovy no solo ayudan a perder kilos. Ahora, un grupo de investigadores sostiene que también pueden reducir los efectos de la intoxicación por alcohol.
Académicos del Virginia Tech explicaron que estos fármacos ralentizan la velocidad con la que el alcohol ingresa al torrente sanguíneo, lo que modifica su impacto en el cerebro.
Una porción estándar de bebida alcohólica contiene aproximadamente 18 mililitros de alcohol puro, lo que normalmente provoca un aumento rápido en los niveles de alcohol en sangre. Sin embargo, con estos medicamentos, el cuerpo lo absorbe más lentamente, lo que cambia la manera en que se perciben sus efectos.
“Quienes beben saben que no es lo mismo saborear una copa de vino que tomarse un shot de whisky de un solo trago”, señaló Alex DiFeliceantonio, profesora asistente en Virginia Tech, en un comunicado.
“¿Por qué es importante? Porque los efectos que se sienten más rápido tienen un mayor potencial de abuso”, explicó. “Impactan de forma diferente en el cerebro. Así que si los medicamentos GLP-1 (como Ozempic y Wegovy) logran retrasar la entrada del alcohol al torrente sanguíneo, podrían reducir sus efectos y ayudar a que las personas beban menos”.
Los nuevos resultados se suman a un cuerpo creciente de investigaciones que exploran si este tipo de medicamentos también podría servir para tratar adicciones, como el trastorno por consumo de alcohol. En un estudio publicado en febrero, un grupo de investigadores dio a conocer que fármacos como Ozempic y Wegovy contribuyeron a reducir tanto la cantidad de alcohol que consumían los pacientes como la frecuencia de los episodios de consumo excesivo.

En la mayoría de los estudios, los expertos concluyeron que estos medicamentos también reducen el impulso de beber alcohol, de forma similar a cómo disminuyen los antojos de comida.
“Pedí una cerveza, tomé un sorbo y no pude terminarla”, contó J. Paul Grayson, un hombre de 73 años de Oklahoma, en una entrevista con NPR. “¿Sabes cuando pruebas una cerveza y piensas: ‘Dios mío, está tan buena que quiero tomármela de un solo trago’? Bueno, esta vez no me pasó. Solo quería tomarla despacio”.
Un pequeño estudio piloto, recientemente realizado, aportó resultados similares.
El equipo de investigación observó que, aunque los participantes consumieron suficiente alcohol como para alcanzar un nivel de 0,08 % en el aliento —el límite legal para conducir en muchos países—, quienes tomaban medicamentos para bajar de peso como semaglutida, tirzepatida o liraglutida mostraron un aumento más lento en sus niveles de alcohol en sangre y reportaron sentirse menos intoxicados.
La semaglutida es el principio activo presente en los fármacos Ozempic y Wegovy, desarrollados por la farmacéutica danesa Novo Nordisk, y forma parte de la clase de medicamentos conocidos como GLP-1.
El equipo de investigadores de Virginia Tech obtuvo estas conclusiones tras realizar un estudio con 20 participantes con obesidad, residentes en la zona de Roanoke, Virginia. A cada persona se le entregó una bebida alcohólica que debía consumir en un máximo de 10 minutos. Luego, se midieron sus niveles de alcohol en el aliento y se les hizo una serie de preguntas sobre cómo se sentían.
El procedimiento se repitió tres veces durante una hora y, posteriormente, se siguió midiendo el nivel de alcohol en el aliento cada 30 minutos, junto con los niveles de glucosa en sangre.
“Otros medicamentos diseñados para reducir el consumo de alcohol —como la naltrexona y el acamprosato— actúan sobre el sistema nervioso central”, explicó la profesora Alex DiFeliceantonio. “Pero nuestros datos preliminares sugieren que los GLP-1 lo hacen a través de un mecanismo diferente”.

Los resultados son prometedores para los casi 49 millones de personas en Estados Unidos que enfrentan un trastorno por consumo de alcohol (AUD).
Más de la mitad de los adultos en ese país consume alcohol, aunque los expertos de la Universidad del Sur de California —quienes participaron en el estudio publicado en febrero— advirtieron que los medicamentos actualmente aprobados para tratar este trastorno no se usan de manera generalizada.
El consumo crónico de alcohol se asocia con un mayor riesgo de cáncer, enfermedades hepáticas y cardíacas.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), unas 178.000 personas mueren cada año en Estados Unidos por consumo excesivo de alcohol.
Traducción de Leticia Zampedri