Científicos cuestionan el impacto del cannabis medicinal tras resultados inesperados en pacientes con insomnio
Investigadores hallaron que los beneficios del cannabis sobre el sueño podrían ser menores de lo esperado Esto es lo que dicen los datos
Se suele decir que el cannabis y los productos con cannabinoides ayudan a dormir. De hecho, muchos usuarios los consumen con ese propósito, pero lo cierto es que hay poca evidencia científica sólida sobre cómo afectan al sueño.
Para investigar el tema, nuestro equipo realizó un estudio piloto con 20 participantes. Queríamos comparar la calidad del sueño después de consumir un producto de cannabis medicinal frente a un placebo.
Los resultados del estudio, publicados hoy en Journal of Sleep Research, nos sorprendieron.
Una sola dosis oral de un producto con cannabinoides redujo tanto la duración total del sueño como el tiempo en fase REM, la etapa en la que suelen producirse los sueños. Al día siguiente, no se detectaron cambios en los niveles de alerta medidos objetivamente.
Aunque el estudio fue de pequeña escala y se evaluó únicamente los efectos de una dosis única, es evidente que se necesita más investigación.
Aun así, mediante los resultados logramos determinar que los cannabinoides pueden alterar el sueño de forma inmediata, sobre todo al reducir la fase REM, sin afectar de manera evidente el estado de alerta al día siguiente.

Lo que hicimos
Las 20 personas que participaron en el estudio (16 de ellas mujeres) tenían un diagnóstico clínico de trastorno de insomnio.
Esto significa que presentaban dificultades para conciliar el sueño o mantenerlo, y que esas alteraciones afectaban su funcionamiento diario en lo social, en el trabajo u otras áreas importantes de su vida.
Los participantes del estudio tenían una edad promedio de 46 años.
Cada uno fue evaluado por un médico, quien realizó una entrevista clínica y recopiló su historial médico. También se les aplicó un estudio de sueño durante la noche para confirmar que padecían insomnio y no otra condición como la apnea del sueño.
Después de la evaluación, los participantes durmieron dos noches en el laboratorio, con al menos una semana de intervalo entre ambas.
En una de esas noches recibieron un placebo, en la otra, una dosis oral única de un aceite de cannabis medicinal compuesto por 10 mg de THC (el componente psicoactivo del cannabis) y 200 mg de CBD (que no produce efectos psicoactivos).
Utilizamos un producto con dosis precisas y controladas para asegurar que los resultados fueran comparables con los tratamientos que los médicos australianos ya prescriben.
Asignamos al azar el orden de las dosis para que los participantes no supieran si estaban tomando el placebo o el tratamiento activo.
Después de recibir el tratamiento o el placebo, los participantes durmieron en el laboratorio usando un gorro especial con 256 sensores. Este equipo, un electroencefalograma (EEG) de alta densidad, permitió registrar con precisión la actividad eléctrica del cerebro durante el sueño.
A la mañana siguiente, luego de despertar o ser despertados, realizaron una prueba de simulación de manejo programada para coincidir con el horario aproximado de su trayecto habitual.
Los participantes también realizaron una prueba diseñada para medir su capacidad de mantenerse despiertos en un ambiente silencioso y con poca luz. Con el objetivo de evaluar su nivel de alerta durante el día, los participantes repitieron la prueba en cuatro momentos distintos, siempre con el gorro de EEG de alta densidad puesto. Así pudimos comparar su nivel de atención tras recibir el tratamiento y después del placebo.

Lo que descubrimos
Los resultados no fueron los que esperábamos.
El tratamiento con THC y CBD redujo el tiempo total de sueño en un promedio de 24,5 minutos. Esta disminución se debió, en gran parte, a un impacto significativo en la fase REM (la etapa del sueño asociada con los sueños): no solo se redujo en promedio 33,9 minutos, sino que los participantes también tardaron mucho más en alcanzar esa fase. El tratamiento tampoco ayudó a mantener el sueño durante la noche.
Lo más llamativo fue la desconexión entre los resultados objetivos y la percepción subjetiva de los participantes: no reportaron cambios en la calidad del sueño, a pesar del deterioro medido. Esta diferencia continuó al día siguiente.
Aunque los participantes se sintieron un poco más somnolientos tras recibir el tratamiento, sus niveles de alerta, medidos por su capacidad para permanecer despiertos en una habitación silenciosa y con poca luz, no mostraron alteraciones. Tampoco se observaron diferencias en su rendimiento cognitivo ni en la prueba de conducción simulada.
Esto plantea una pregunta clave: si una sola dosis genera estos cambios, ¿qué efectos acumulativos podría tener el consumo nocturno de cannabis medicinal tras semanas, meses o incluso años?
La verdad es que aún no tenemos esas respuestas, especialmente en el contexto del uso clínico de estos productos.
Cada vez más estudios, pero aún muchas dudas
Gracias a nuestros hallazgos, determinamos que existe una brecha importante entre la percepción popular del cannabis como ayuda para dormir y la complejidad de la evidencia científica. Como detallamos en una revisión publicada en la revista Current Psychiatry Reports, la base científica sigue siendo limitada.
En esa revisión, analizamos 21 estudios recientes (publicados entre 2021 y 2024) sobre el uso de cannabinoides en distintos trastornos del sueño: insomnio, alteraciones subjetivas del sueño, apnea obstructiva, trastorno de conducta durante el sueño REM y síndrome de piernas inquietas.
A pesar del uso generalizado de cannabis medicinal, la investigación todavía no ofrece suficiente respaldo para recomendarlo como tratamiento para estos trastornos.
Por eso, estudios como el nuestro son tan relevantes: representan las primeras piezas de un rompecabezas mucho más amplio.
Para que médicos y pacientes cuenten con una guía clara y confiable, se necesitan con urgencia ensayos clínicos bien diseñados, con mayor financiación, muestras más amplias y tratamientos de mayor duración. Solo así podremos entender los efectos reales del cannabis medicinal sobre el sueño y el funcionamiento diurno a largo plazo.
Camilla Hoyos es profesora titular en el Centro de Sueño y Cronobiología de la Universidad Macquarie
Anastasia Suraev es investigadora principal en el Programa de Envejecimiento Cerebral Saludable del Brain and Mind Centre, Universidad de Sídney
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y se reproduce bajo licencia Creative Commons Puedes leer el artículo original aquí
Traducción de Leticia Zampedri