Los orígenes escalofriantes de los rituales modernos de Halloween
El festival pagano de Samhain se celebra desde hace al menos 2.000 años
Todos sabemos lo comercial que se ha vuelto Halloween: disfraces costosos, dulces para el truco o trato y telarañas falsas (mejor evitarlas, ya que pueden matar aves).
Sin embargo, si alguna vez pensaste que Halloween era una invención estadounidense, quizás sea momento de reconsiderarlo.
Desde hace al menos dos mil años, los pueblos celtas han marcado el cambio de estación con festivales en fechas clave del año.
Uno de ellos, conocido por los irlandeses y escoceses gaélicos como Samhain (se pronuncia “sah-win”), se celebraba con la llegada del invierno.
En el hemisferio norte, esto ocurre hacia finales de octubre, aunque la tradición es anterior a nuestro calendario actual.

Samhain y los ritmos del año agrícola
En Samhain, la cosecha ya había terminado, el último ganado regresaba de los pastos de verano y las familias se preparaban para el invierno.
Un antiguo dicho gaélico, “Oidhche Shamhna theirear gamhna ris na laoigh” (la noche de Samhain, los terneros se vuelven novillos), refleja cuán estrechamente estaba ligado Samhain al ciclo agrícola.
En la cultura gaélica, el verano implicaba vida al aire libre: los miembros más jóvenes de la familia cuidaban el ganado en las colinas, se renovaba el techo de paja del hogar y se cultivaban y cosechaban los alimentos.
El invierno, en cambio, traía días largos dentro de casa y la necesidad de racionar lo que se había almacenado.
Samhain era una última ocasión para celebrar la naturaleza antes del encierro invernal.
Las tareas de temporada ya se habían cumplido. Se sacrificaban los animales que no resistirían el invierno; una parte de la carne se conservaba y otra se compartía en una comida colectiva.

Se encendían hogueras para celebrar una última fiesta al aire libre, que también servían para dar calor, invocar protección y favorecer la fertilidad.
Probablemente, el fuego representaba una forma de imitar la luz y el calor del sol, como si se intentara retrasar un poco más la oscuridad del invierno. Al mismo tiempo, ofrecía protección contra el mal, ya fuera al aplacar a los antiguos dioses o a los nuevos santos.
Existe además una creencia celta muy arraigada: en momentos de transición como Samhain —cuando el verano da paso al invierno—, el velo entre el mundo humano y el espiritual se vuelve especialmente delgado.
Esto abría la posibilidad de que seres de otro mundo, en especial los espíritus de los antepasados, anduvieran entre los vivos.
Los precursores de los actuales niños que piden dulces en Halloween
Diversas actividades asociadas a Samhain, registradas desde principios del siglo XVIII, reflejan tanto la inquietud por el posible encuentro con espíritus como el carácter festivo de las hogueras.
Muchas de estas costumbres giraban en torno a la adivinación, especialmente sobre el futuro sentimental. Era común intentar predecir quién sería la pareja ideal o qué depararía el destino. Estas prácticas fueron ampliamente documentadas en distintas regiones.
También eran frecuentes las travesuras anónimas —probablemente realizadas por adolescentes— que no siempre resultaban inocentes.
En algunas zonas de Escocia e Irlanda se removían portones y se escondían, lo que provocaba que el ganado se escapara.
¿Quién es la autora?
Pamela O'Neill es profesora Sir Warwick Fairfax de Estudios Celtas en la Universidad de Sídney.
Este artículo fue publicado originalmente por The Conversation y se reproduce bajo una licencia Creative Commons. Puedes leer el artículo original aquí.
Además, se bloqueaban chimeneas con nabos, lo que provocaba que el humo se acumulara dentro de las casas. También se lanzaban vegetales contra las fachadas, se desmontaban ruedas de carretas, se arrastraban botes fuera del agua y se ataban orinales a las puertas.
Otra costumbre popular consistía en tallar rostros grotescos en nabos y colocar dentro una luz, ya fuera una brasa encendida, un carbón o una vela. Esta práctica podría haber surgido como una forma de iluminar el camino durante la noche o como un intento de ahuyentar a los espíritus antes de que se acercaran.
Es probable que de aquí provenga la tradición moderna de tallar calabazas.
Quizás esa mezcla de inquietud y diversión dio origen a la costumbre más extendida durante Samhain: disfrazarse.
Quienes se disfrazaban pueden considerarse los antecesores directos de los niños que hoy salen a pedir dulces, aunque sus atuendos eran mucho más inquietantes. No se trataba de vestirse como personajes populares ni de usar disfraces simpáticos.

Eran trajes diseñados para causar miedo, especialmente entre los más pequeños.
En la isla de South Uist, por ejemplo, se usaban máscaras hechas con piel de oveja pintada, combinadas con pelucas de paja y ropa vieja o pieles de animales que cubrían por completo a la persona. A veces incluso se añadía un cráneo de oveja.
Estos disfrazados recorrían las casas del vecindario, desafiando a sus anfitriones a adivinar quiénes eran. Podían recitar rimas, contar acertijos o cantar algo antes de aceptar un pan o algún otro alimento y seguir su camino.
Existen dos posibles explicaciones sobre el origen de esta tradición.
Una sostiene que, al ocultar su identidad, las personas evitaban ser reconocidas por espíritus hostiles, mientras que la otra sugiere que quienes se disfrazaban imitaban a los espíritus de los antepasados con la intención de asustar a los demás.
Ambas teorías podrían ser ciertas. Lo que sí está claro es que esta combinación de disfraces, historias y comida compartida sembró las bases de lo que hoy conocemos como Halloween.

Todas las tradiciones cambian con el tiempo
Durante los siglos XVIII y XIX, en medio de las infames Highland Clearances en Escocia y la Gran Hambruna en Irlanda, gran parte de la población rural fue desplazada —muchas veces por la fuerza— hacia América del Norte.
En esas comunidades relocalizadas, ¿qué podía ser más natural que recrear los rituales conocidos, tal vez como una forma de consuelo o conexión con el hogar?
El nombre Halloween proviene de la tradición cristiana del Día de Todos los Santos, que se celebra el 1 de noviembre. La noche anterior es la víspera de Todos los Santos (All Hallows’ Eve), que con el tiempo pasó a llamarse Halloween. Como ocurrió con muchas fechas clave del calendario, esta celebración cristiana parece haberse superpuesto con el antiguo festival de Samhain.
Aunque la versión actual de Halloween ha sido fuertemente influida por América del Norte, si observamos con atención, todavía podemos encontrar rastros de creencias celtas mucho más antiguas.
Podemos adoptar la idea de marcar el cambio de estación sin necesidad de asumir todo el paquete cultural.
Traducción de Leticia Zampedri






