Netflix presenta otra historia real, pero esta vez, es de amor: ‘The Empress’

No, esta historia no tiene nada que ver con Bridgerton. Elizabeth, también conocida como Sissi fue una emperatriz y su historia es real. Aunque si eres un fan de Bridgerton y The Crown, esta es la serie perfecta para satisfacer todos tus deseos de ver televisión.

Y si te gustan las novelas de época, llenas de amor, traición y vestidos exuberantes, entonces pon en Netflix este nuevo drama histórico. The Empress se estrenó el 29 de septiembre y ya se ha colocado en el número 2 de las listas de éxitos del servicio de streaming. Y la parte más entretenida, es que está basada en una historia real.

La historia de esta rebelde emperatriz, que llegó al trono casi que por casualidad, llenó páginas de libros que contaron su historia; fue llevada al cine y protagonizada por grandes actrices, y aunque murió en 1898, su historia ha sido tan fuerte que aún hoy, una vez más vuelve a atraparnos. En español, la serie se ha titulado La emperatriz.

Apodada "Sissi" o "Sisi", tuvo una educación informal en la que sus padres la animaron a explorar el campo y disfrutar de actividades creativas. Sissi fue descrita como una mujer de mente libre y considerada como "la primera celebridad de la realeza en Europa" después de casarse con el emperador Francisco José I de Austria y reclamar el título de emperatriz de Austria.

Casada a los 16 años, a Isabel no le gustaba la vida formal de la corte vienesa que requería su matrimonio. La vida real le parecía aburrida y a menudo se rebelaba contra las normas de la corte. Era un tema habitual de cotilleo gracias a sus hábitos de fumar, montar a caballo y hacer ejercicios vigorosos como gimnasia, según History.com.

Fue mundialmente conocida en su época como icono de la moda y creadora de tendencias. Alta, medía 1,72 cm, y esbelta, estaba considerada como una de las mujeres más bellas de su época, y su estilo personal era a menudo emulado, tanto dentro como fuera del imperio. En particular, era famosa por su cintura de avispa, y que se conseguía gracias a los corsés y a la práctica del ceñido. Para resaltar aún más su delicado físico, fue una de las primeras en prescindir de las faldas de aro y las enaguas, prefiriendo una silueta más sencilla y esbelta. A los 32 años, empezó a negarse a posar para retratos y fotografías en un intento de mantener su imagen juvenil, lo que no hizo sino aumentar su mística.

Por supuesto, mantener una figura tan esbelta no era fácil, y la Emperatriz era conocida por sus dietas fastidiosas, siguiendo varios regímenes alimenticios de moda en el siglo XIX, como la dieta de la naranja, o subsistiendo principalmente con leche y huevos. A menudo evitaba la carne, prefiriendo los jugos de ternera cocinados en un caldo fino para mantener sus fuerzas. También tomaba baños de vapor para reducir su peso y baños de aceite de oliva para conservar el tono de su piel.

La emperatriz tenía la costumbre de pesarse hasta tres veces al día; en los raros casos en que se acercaba a los 50 kg, hacía dietas de choque. El ejercicio también jugaba un papel importante en el mantenimiento de su belleza, y mandó instalar gimnasios en todas sus residencias; su camerino en el Hofburg estaba equipado con anillas y barras para que pudiera practicar gimnasia durante su rutina matutina y todavía puede verse. A pesar de su estricto régimen, la Emperatriz se daba algún que otro capricho: le gustaban los platos bávaros y era muy golosa.

Ahora, que Sisi haya existido en realidad, no significa que la serie de Netflix sea justamente una crónica de la vida de la emperatriz. Ya se habla de las partes de la serie que distan de haber sucedido, lo que ha levantado críticas en las redes sociales.