Gloria Estefan: “Mi agresor me dijo que mataría a mi madre si se lo contaba a alguien”
La superestrella cubanoamericana habla con Fiona Sturges sobre el abusador de su infancia y la desaparición de su padre, la “inhumanidad” de Estados Unidos bajo el liderazgo de Trump y por qué su nuevo álbum es su obra maestra... además de por qué se está poniendo al día con ‘Stranger Things’
Gloria Estefan aún conserva los boletos de Pan Am que su padre, José, les envió a ella y a su madre para sacarlas de Cuba. Gloria tenía entonces dos años y José, que había sido guardia de seguridad del derrocado presidente Fulgencio Batista, había sido encarcelado cuando Fidel Castro tomó el poder en la revolución de 1959. Tras su puesta en libertad, huyó a Cayo Hueso, en Florida, y mandó a buscar a su familia cuando encontró trabajo. “Entonces le dijo a mi madre: ‘Tengo que ir a hacer algo y no puedo decirte qué es’”, recuerda Estefan. “Y luego desapareció”.
José había sido reclutado para luchar en Bahía de Cochinos, la famosa operación fallida de 1961, respaldada por la CIA, para derrocar a Castro. “Mi padre era el jefe de la división de tanques. Pero el equipamiento [era deficiente] y la torreta de su tanque estaba rota. Y las fuerzas estadounidenses que debían traer municiones los abandonaron cuando desembarcaron en la playa”. Las fuerzas invasoras, compuestas en su mayoría por exiliados cubanos, fueron dominadas y a José lo arrestaron. Pasó los dos años siguientes en Cuba como preso político. “Mi madre no supo lo que había pasado hasta que lo vio en las noticias”, cuenta Estefan. “Sufría mucho en aquellos años. [La vida] era dura y la música era mi vía de escape”.
La reina del pop latino, Estefan, de 67 años, habla por Zoom desde su casa de Miami. De aspecto inmaculado con un suéter fucsia y su larga melena castaña peinada en elegantes ondas, es cálida, platicadora y está llena de anécdotas de su infancia, en la que aprendió sobre la resistencia y el valor de la libertad. A su lado, sobre una mesa, está el material gráfico de su nuevo álbum Raíces, su primer disco en español desde 90 Millas, de 2007, que incluye una canción de cuna para su nieto Sasha. La portada muestra a la Gloria actual sentada junto a una vieja fotografía familiar en la que aparece con tres años, con vestido de fiesta y sentada en las rodillas de su madre. “La tomaron en 1961, así que obviamente mi padre no estaba allí”, señala.
Para Estefan, cantar en español era importante “por lo que está pasando Estados Unidos y lo que están viviendo los inmigrantes en estos momentos. Tenemos que estar orgullosos de nuestra lengua, orgullosos de nuestra cultura, y exponerla en la música. Todos los días veo las noticias y digo: ‘Vale, ¿ahora qué demonios es esto?’. Solo la inhumanidad. A veces no veo las noticias, porque si estoy haciendo algo creativo, no quiero que lo impregnen. Pero también necesito estar informada. Todos debemos estar alerta. Llevo aquí 65 años y nunca había visto el país así”. En una comparación con el destino de Cuba, que sigue bajo un régimen autoritario décadas después, añade: “Las cosas que estoy viendo me asustan. Cuando se ve que se ignora al poder judicial, es peligroso. La gente de este país cree que es demasiado grande para que fracase. No, puede pasar. Y necesitamos una reforma de inmigración, todos los países la necesitan. Pero la frontera está prácticamente cerrada. Entonces, ¿qué necesidad hay de tomar a mujeres y niños? Han apartado a niños de sus padres y ahora están en centros. ¿Cuál es la necesidad?”.
Raíces, una celebración salsera de su herencia cubana, lo escribió Emilio Estefan, marido de Gloria desde hace 46 años y colaborador musical suyo desde hace mucho tiempo. La pareja se conoció en 1975 en una jam session informal, tras la cual ella se unió a la banda de él, los Miami Latin Boys; más tarde cambiaron su nombre por el de Miami Sound Machine para dar cabida a la mujer al centro. “Emilio ha escrito muchas canciones para mí a lo largo de los años, pero creo que esta es su obra maestra”, afirma Estefan. “Cuando entré en el estudio, tenía estas maquetas que ya eran como productos acabados... Raíces [...] trata de cómo, gracias a estas raíces, esta música sigue viva en mí 50 años después de mi carrera”.
Esos 50 años han dado lugar a unos 30 álbumes, tres presentaciones en el Superbowl, cuatro Grammys, la Medalla Presidencial de la Libertad (el mayor honor civil de Estados Unidos) y On Your Feet!, un musical sobre Estefan que se estrenó en Chicago en 2015 y fue a Broadway poco después (ella y su hija Emily están trabajando ahora en otro musical, Basura, sobre una orquesta paraguaya de la vida real que toca instrumentos hechos de chatarra). En este periodo, Estefan ha acumulado 100 millones en ventas de álbumes y una sucesión de singles de éxito como ‘Dr Beat’, ‘Rhythm Is Gonna Get You’, ‘Bad Boy’, ‘Get on Your Feet’ y, su canción emblemática, ‘Conga’.
De hecho, este año se cumplen 40 años de ‘Conga’, una fusión de pop y ritmos latinos, que entró en mayo en el Salón de la Fama de los Grammy. La canción catapultó a Miami Sound Machine al estrellato internacional en 1985, a pesar de que la compañía discográfica Sony la rechazó siete veces. “Sí, no les agradó”, ríe Estefan. “Pensaban que era demasiado latino para los estadounidenses y demasiado estadounidense para el [mercado] latino. Les contesté: ‘¡Pero eso es lo que somos!’. Solíamos tocarla en nuestros conciertos antes incluso de grabarla, y la gente reaccionaba como si ya fuera un éxito”. Ella y Emilio convencieron al DJ y productor puertorriqueño Pablo Flores para que hiciera un remix, que empezaron a tocar los DJ de clubes europeos. “Y luego volvió [a Estados Unidos] un año después y fue un éxito”, cuenta Estefan. “Se incluyó en cuatro listas Billboard: pop, dance, latina y R&B; algo que no había ocurrido antes”.

Para alegría de Estefan, ‘Conga’ apareció recientemente en la exitosa serie de Netflix Sirenas. “Todo el mundo me enviaba mensajes preguntándome: ‘¿Ya la viste?’. Tenemos nuestros propios derechos de publicación, así que sabía que habíamos dado permiso para algo, pero hay tantas peticiones que no me acuerdo. Pero fue una gran serie, me aventé todos los capítulos”.
Estefan aprendió a cantar al mismo tiempo que a hablar, aunque al principio le daba vergüenza hacerlo delante de otros. “En el colegio era muy bocona, pero no me gusta ser el centro de atención”, reflexiona. “No está en mi naturaleza, así que tuve que acostumbrarme. Mi madre me hacía cantar para sus amigas y tocar la guitarra, y yo me quedaba mirando al suelo y le decía: ‘¿Por qué me haces cantar si van a llorar?’ y me decía: ‘Lloran porque las conmueves, no porque no les guste’”.
Cuando su padre salió de la cárcel en Cuba, se alistó en el ejército estadounidense y fue a luchar a Vietnam. Antes de marcharse, compró dos grabadoras, una para sus hijas (Gloria ya tenía una hermana menor, Becky) y otra que se llevó él. “Mientras estaba fuera, nos enviábamos cintas. Yo le cantaba y él nos hablaba porque no quería que olvidáramos su voz”. Estefan siguió cantando durante toda su adolescencia pero, incluso después de unirse a Miami Sound Machine, nunca lo vio como una profesión. Tras graduarse de la preparatoria, empezó un curso de psicología y consiguió trabajo como intérprete para la aduana estadounidense en el aeropuerto de Miami. No fue hasta que la banda despegó en Latinoamérica cuando Estefan empezó a tratarla como una carrera y se dedicó a ella de tiempo completo.
Esa carrera estuvo a punto de descarrilar en 1990, cuando un camión chocó contra el autobús de gira de Estefan en Pensilvania (para entonces ya actuaba como solista), y la dejó con una grave lesión medular. Dos cosas la salvaron de la parálisis permanente: “La primera fue que la naturaleza me puso en hielo. Nadie sabía lo importante que era en aquel momento, pero ahora lo hacen para personas con lesiones medulares. Pero la naturaleza lo hizo por mí, ya que estaba nevando fuera y dentro del autobús. La segunda fue una señora milagrosa que iba detrás de nosotros en un coche, que subió a bordo y dijo: ‘Soy enfermera’. Le dije: ‘Creo que me rompí la espalda’, así que se sentó detrás de mí, me puso la cabeza en su regazo y me dijo: ‘No te muevas’”.
Mientras los bomberos y los médicos trabajaban para sacar a Estefan, llegaron los fotógrafos de prensa y empezaron a tomar imágenes. “Le dije a Emilio: ‘Amor, no quiero que la gente me vea así. Cúbreme con una manta’. Y me dijo: ‘¡Pero van a pensar que estás muerta!’. Tenía razón. Así que los fotógrafos consiguieron su foto [de Estefan siendo transportada en una tabla espinal] y estaba por todas partes”.
Estefan sufrió otro trauma en sus primeros años de vida del que ha empezado a hablar recientemente. Cuando tenía nueve años, su madre la envió a una escuela de música local que dirigía un amigo de la familia. El hombre, al que nunca ha nombrado, abusó sexualmente de ella. “Me dijo que mataría a mi madre si se lo contaba a alguien”, recuerda. Pero como el estrés hizo que a Estefan se le empezara a caer el cabello, se lo contó a su madre, que denunció lo ocurrido a la policía. “Le dijeron que no me subiera al estrado porque sufriría más daño testificando y no cambiaría lo que pasó”.

Estefan se propuso esperar hasta después de la muerte de su madre para hablar abiertamente de ello “porque no quería hacerla pasar por eso”. Pero sabía lo que me esperaba y estaba preparada. Si supieras la cantidad de cartas que he recibido de fans contándome sus experiencias. Quería que vieran que, a pesar de lo que te ocurra, no puedes dejar que otra persona escriba tu relato. Pude vivir una vida hermosa y plena, y ese individuo enfermo no iba a arruinarme nada”. Estefan añade que los abusos nunca fueron un secreto dentro de su propia familia, y que enseñó a sus hijos desde pequeños lo que debían hacer si presenciaban o experimentaban el comportamiento inapropiado de un adulto.
Para Estefan, todo se reduce a la familia. Incluso cuando piensa en su legado profesional, dice: “Quiero que mis hijos estén orgullosos de lo que hemos hecho. Quiero que mi nieto lleve la cabeza bien alta. Cada decisión que tomamos Emilio y yo, tanto musical como personal, pensamos en lo que les estamos dejando como ejemplo”.
¿Y el secreto de la duradera asociación entre ella y Emilio? “Confianza total”, responde, “y ser porristas el uno del otro”. Señala que ambos comparten una férrea determinación frente a los obstáculos: “La palabra ‘no’ nos inspira mucho”. En cuanto a su rendimiento laboral, la edad no les ha frenado: “Creo que estamos acelerando. No sé qué demonios ha pasado. Nosotros ponemos pedal a la medalla. Creo que esta década para mí, a mis sesenta años, ha sido increíblemente creativa, quizá porque los niños ya crecieron y tienen sus vidas y nuestro tiempo es más nuestro”.
Pero por muy ocupados que estén ella y su marido, añade Estefan, siempre reservan tiempo para las reuniones familiares. “Los fines de semana intentamos comer o cenar con nuestra sobrina, o con nuestros hijos. Y trato de pasar el mayor tiempo posible con Sasha, mi nieto. Le encanta estar conmigo. Sus padres vendrán a dejarlo más tarde y veremos la quinta temporada de Stranger Things porque se estrena la nueva y queremos ponernos al día. Así que para nosotros es la vida normal, ya sabes, mezclada con hacer lo que nos gusta, que es la música”.
‘Raíces’ ya está a la venta
Traducción de Michelle Padilla