Guillermo del Toro: “No hay manera de que podamos pasar por 150 emociones en el día de manera sensata”
El director mexicano ganador del Oscar habla con Clarisse Loughrey sobre su nueva película Nightmare Alley, por qué Bradley Cooper insistió en su escena de desnudos y vivir en una era de ansiedad solipsista, donde pasamos todo el tiempo reaccionando a las cosas
“Cada vez que escucho a alguien mencionar la palabra pureza, me estremezco”, dice Guillermo del Toro. “Ya sea de un lado o de otro, ya sea una ideología fascista, o una dictadura, no importa. Es por eso que el sueño americano es algo tan pernicioso, o el amor romántico perfecto”. En el mundo de fantasmas y mosntruos del fabulista mexicano, lo más aterrador es alguien que solo puede pensar en absolutos.
Así ha definido siempre a sus villanos: el capitán franquista de Pan’s Labyrinth, tan ferviente en su lealtad que está cegado al cuento de hadas que se desarrolla ante los ojos de su hijastra, o el coronel de Michael Shannon en su película ganadora del Oscar, The Shape of Water, que descubre a un anfibio humanoide y nunca ve más allá de la posibilidad de la gloria personal.
Ciertamente, no hay nada absoluto en Del Toro. Es un maravilloso caldero de contradicciones. Cuando hablamos por Zoom, es arrancado momentáneamente de su refugio creativo (está trabajando en una versión en blanco y negro de su última película, Nightmare Alley, que se estrenará en los cines de EE.UU.), y dejado caer en una silla en alguna suite de un hotel de LA sin personalidad. Hay una quietud en él, una que sugiere una paz y sabiduría interior, pero con un destello constante de algo travieso detrás de esas gigantescas gafas esféricas suyas.
En Nightmare Alley , los típicos detectives y mafiosos del cine negro han sido sustituidos por carnavaleros y ocultistas. Sin embargo, sigue siendo noir en el sentido moral, en la forma en que expone el corazón oscuro y la fracturada realidad del sueño americano. Cuando le pregunto sobre el estado del género actual, y cómo puede reflejar nuestra propia desilusión, su voz se anima con una nota extra de determinación. Está claro que ha estado pensando en esto.
“Creo que, si vamos a superar esta década, consideraremos este momento como un momento de ansiedad solipsista”, menciona, con una breve risa amarga. “Estamos tan ocupados reaccionando todo el tiempo, porque nos ayudan las máquinas, algunas de las cuales las cargamos en nuestro bolsillo. Procesamos lo que la gente cree que es información, pero en realidad es emoción. Y no hay forma de que podamos pasar por 150 emociones al día de una manera sana”.
Y esa sobrecarga solo nos lleva a levantar nuestras defensas. “Estos pequeños feudos que curamos en todo lo que miramos, leemos, escuchamos solo nos obligan a lo que ya sabemos”, continúa. “Simplemente confirma nuestros prejuicios. Eso da a luz a muchos charlatanes en la política. Y gente que nos dice mentiras reconfortantes, muy bien construidas”.
Nightmare Alley tiene que ver con esas mentiras reconfortantes y muy bien construidas. La adaptación de la novela noir de 1946 de William Lindsay Gresham marca el primer intento de Del Toro de abordar el trabajo de alguien más, fuera de sus trabajos más convencionales de Hollywood, es decir, las películas de Hellboy y Blade que dirigió y la desafortunada Mimic de 1997, echa pedazos por Harvey Weinstein. La película, que coescribió con la historiadora de cine y guionista Kim Morgan (la pareja luego contrajo matrimonio), también es la primera de sus cintas que no incluye ningún tipo de entidad sobrenatural.
De hecho, su historia tiene cierto desdén por ese reino. La novela de Gresham trata sobre un trabajador de un carnaval ambicioso, Stanton Carlisle, (interpretado por Bradley Cooper), que desbloquea los poderes de la manipulación aprendiendo los trucos del mentalismo, ese gran timo que asegura que ve en los pensamientos más íntimos de la gente y el futuro que les espera, o que lleva a algunos a asegurar que pueden hablar con los muertos.
Pero Del Toro no se atreve a llamar a Nightmare Alley una desviación de su trabajo previo. Su principal preocupación reside no en lo monstruoso, sino en la “monstruosidad de lo que es ser humano”, que tan fervientemente tratamos de ignorar. “Tratar de borrar lo malo para pensar que una versión idealizada de nosotros es posible es uno de los ejercicios más crueles que podemos hacer”, dice Del Toro. “Y aún así, volvemos a eso una y otra vez en la civilización”.
Es demasiado limitante definir su trabajo solo por su extrañeza, por la exquisitez de su estilo o por las vetas de violencia sangrienta que ocasionalmente salpican la pantalla. El cuidado que Del Toro pone en sus criaturas (demonios, hadas, faunas y fantasmas) no solo prueba su afecto por la figura del forastero, sino que muestra un entendimiento de que no nos separa tanto de ellos.
Gresham, en algún nivel, entendió esto. Vivió una vida terriblemente triste, plagada de enfermedad, alcoholismo y una profunda infelicidad. Su primera esposa, la poeta Joy Davidman, lo dejó por CS Lewis. Luego de ser diagnosticado con cáncer de lengua, se registró en el hotel donde escribió gran parte de Nightmare Alley y se suicidó. En lugar de una nota suicida, se le encontró una serie de tarjetas de presentación, en cuyo reverso decía impreso “preferirías morir antes que enfrentar la verdad”. Para Del Toro, “ese dicho es básicamente Stan”. Lo primero que hace en la cinta es enterrar un cuerpo bajo las tablas del piso, esa cosa que lo hará caer y lo obligará a entrar en un extraño estado de dualidad, desesperado por huir de sí mismo pero también desesperado por ser visto, por ser encontrado. Él es el monstruo y el humano.
La propia vida de Del Toro ha tenido una buena cantidad de contradicciones, extrañas y hermosas y, a veces, de naturaleza trágica. El director habla sobre ver cuerpos muertos y mutilados mientras crecía en Guadalajara. Habla sobre la enorme casa en la que vivía luego de que su papá ganara la lotería nacional mexicana, donde tenía ratas, serpientes y un cuervo como mascotas. Habla sobre crecer en un hogar estrictamente católico, con una madre que leía el tarot y un padre que parecía desconcertado por la morbidez de su hijo. Habla sobre la vez que James Cameron, uno de sus amigos, lo ayudó a pagar el rescate cuando su padre fue secuestrado en 1997.
El cineasta habla sobre cualquier tema con el sentido del alma y una claridad que te hace sentir como que escalaste una montaña, subiste por los escalones de piedra y encontraste el santuario oculto solo para escucharlo compartir algunos de sus pensamientos. No hay un giro de relaciones públicas en la forma en la que habla. Está interesado puramente en su arte. Al mencionar la paleta de color de Nightmare Alley, se sumerge en una explicación de cómo Stan, la psiquiatra que lo seduce (Cate Blanchett como Lilith, una completa femme fatale) y Enoch, un fetus ciclópeo en un frasco, están conectados. Esa es la razón por la que, aparentemente, Cooper mismo sugirió la escena con un desnudo frontal completo masculino, una escena que ocurre en el baño, en la que Stan, como Enoch, está suspendido en líquido. “Podría haberlo hecho con su ropa interior puesta”, explica Del Toro. “Pero dijo ‘no, quiero ser este pequeño bebé deforme flotando en el agua’”.
Al final, Stan solo encuentra alivio cuando deja de fingir, cuando acepta que, como describe Del Toro, “no es un tipo sofisticado, no es un intelecto superior, no es un amante con el corazón de un adolescente, sino una desgraciada amalgama de todo eso”. El director, sin embargo, ha encontrado un camino más simple hacia la tranquilidad en todo ese caos y paradojas. “He llegado a la edad de 57 años a un lugar en el que no me siento solo”, explica. “Puedo estar solo sin sentirme solitario”.
Su carrera a menudo se define tanto por las películas que no ha hecho como las que sí: una adaptación de At the Mountains of Madness de Lovecraft, por ejemplo, y una nueva versión de la atracción The Haunted Mansion de Disneyland (oficialmente muerta, confirma Del Toro, ahora que Disney ha dado luz verde a una versión completamente diferente). Los “proyectos de Guillermo del Toro no realizados” actualmente tiene su propia página de Wikipedia, no poco sustancial. Pero parece haber encontrado algo de paz allí también. “Mira, somos como pescadores”, dice el director. “Siempre mentimos y decimos que el mejor es el que se nos fue. Nunca se sabe. Es como el tonto en las cartas del tarot, solo va hacia el precipicio, ¿sabes? Seguido por el perro ladrador de tus esperanzas”.
Nightmare Alley ya está disponible