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¿Por qué todo el mundo está indignado con el documental de ‘The Biggest Loser’ de Netflix?

Un nuevo documental de Netflix revela el lado oscuro y tóxico de ‘The Biggest Loser’ y deja al público en shock

Sophie Thompson
Miércoles, 20 de agosto de 2025 15:47 EDT
¿Es posible adelgazar solo con ejercicio, sin dieta?

Vivimos una época confusa en lo que respecta a la cultura de las dietas. Una parte de la generación Z la rechaza abiertamente, otra recurre a medicamentos como Ozempic y el resto se encuentra en algún punto intermedio, entre ignorar los consejos de sus padres obsesionados con las dietas e intentar construir su propia narrativa de bienestar.

Pero un nuevo documental de Netflix nos hace ver que, en realidad, estamos mucho más conectados de lo que creíamos. Porque, sinceramente, todos nos hemos hecho la misma pregunta: “¿Cómo es posible que hayan permitido que esto saliera al aire?”.

Cuerpos de TV: La realidad de ‘The Biggest Loser’ está generando un gran revuelo en internet con su miniserie de tres episodios, en la que se expone la cultura tóxica detrás del popular programa de pérdida de peso.

The Biggest Loser fue solo uno de los muchos programas de su época que buscaban avergonzar a las personas con sobrepeso para que bajaran de peso. Otros ejemplos similares incluyen Supersize vs Superskinny, Fat Families y Secret Eaters.

Transmitido durante 18 temporadas, entre 2004 y 2020, The Biggest Loser es ahora objeto de un nuevo documental que reúne testimonios de exconcursantes, entrenadores y profesionales de la salud para entender por qué se convirtió en un programa tan polémico.

Entre quienes aparecen en el documental están Ryan Benson, ganador de la primera temporada; David Broome, cocreador y productor ejecutivo de The Biggest Loser; Danny Cahill, ganador de la octava temporada; y JD Roth, también productor ejecutivo.

El concepto del programa era sencillo: personas consideradas “con sobrepeso e infelices” se inscribían para participar en un régimen extremo de pérdida de peso. A lo largo del programa, enfrentaban tentaciones y competían entre sí para perder el mayor porcentaje de peso corporal, con el objetivo de ganar un premio de 250.000 dólares.

Sin embargo, el formato fue objeto de múltiples controversias.

Una de las más comentadas fue el caso de Rachel Frederickson, ganadora de la temporada 15, quien llegó a la final con apenas 47,6 kg, habiendo iniciado el programa con 117,9 kg. Además, en 2016, el Departamento del Sheriff del condado de Los Ángeles abrió una investigación tras denuncias de exconcursantes que afirmaban haber sido presionados para tomar medicamentos para bajar de peso.

“Esto es lo que Estados Unidos considera saludable y seguro”, afirma la presentadora Alison Sweeney en el tráiler del documental.

También se escucha a una concursante, Tracey Yukich, contar que sus órganos “se estaban apagando” debido a las exigencias físicas del programa, después de haberse desmayado durante una carrera en la playa.

“No sabía que tenía rabdomiólisis, que es la forma en que el cuerpo te advierte: ‘Voy a dejar de funcionar’. Comenzó por el hígado, luego afectó los riñones y finalmente llegó al corazón. Fue en ese momento cuando estuve a punto de morir”, relata.

“No recuerdo mucho”, continúa en el documental. “Recuerdo haber oído el helicóptero. Sentía que flotaba. Y entonces vi a mi abuelo. Después, todo se volvió oscuridad. Pero luego apareció la luz. Y ahí supe… supe que ese día había muerto”.

Ryan Benson, ganador de la primera temporada, también compartió su experiencia frente a cámara: “Al final, todo salió bien porque gané, pero estaba haciendo cosas que la mayoría de los médicos calificarían como peligrosas para la salud”.

“Durante los últimos diez días no probé bocado. Estaba siguiendo la dieta Master Cleanse: solo tomaba una mezcla de jugo de limón, jarabe de arce y pimienta de cayena. Usé todos esos métodos extremos y nada saludables solo para perder peso. En el pesaje final, nos hicieron un análisis de orina y me dijeron: ‘Ryan, hay sangre en tu orina’. Eso, claramente, era una señal de una deshidratación severa”.

Como era de esperarse, el público reaccionó con horror ante las revelaciones del documental sobre un programa que, en su momento, solía disfrutar.

“Nunca perdonaré a The Biggest Loser por demonizar el ejercicio y presentarlo como una forma de castigo”, escribió un espectador en redes sociales.

“Los reality shows se basan en la explotación”, comentó otro.

“Los primeros años de los 2000 no eran para los débiles”, señaló un tercero.

En última instancia, el documental nos obliga a hacer una pausa y reflexionar sobre nuestra propia relación con la cultura de las dietas.

Traducción de Leticia Zampedri

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