‘American Nightmare’ plantea interrogantes sobre la influencia de películas como ‘Perdida’
Un nuevo documental de Netflix aborda el espeluznante caso de Denise Huskins, sospechosa de haber fingido su propio secuestro y de haber mentido sobre una agresión sexual. La policía comparó su caso con el exitoso thriller policial de David Fincher, Perdida, y si bien los verdaderos villanos son la ineptitud policial y la misoginia, el legado de la película en sí no debería pasarse por alto. Escribe Louis Chilton
“¿No has visto la película Perdida?”. Estas fueron las palabras de un investigador de la policía de Vallejo en 2015, después de acusar a Denise Huskins (29) de montar su propio secuestro y de mentir sobre una violación.
A los ojos de la policía (y de gran parte de los medios de comunicación), el caso tenía un gran parecido con el exitoso thriller policial de David Fincher que se había estrenado el año anterior. En Perdida, Rosamund Pike interpreta a Amy, una mujer que huye de su casa, incrimina a su marido en su asesinato y, luego, regresa para afirmar que había sido secuestrada y agredida por un desconocido.
Huskins decía la verdad sobre su terrible experiencia, pero la policía tardó meses en darse cuenta, por lo que tiempo después su abogado señaló: “¿Cómo es posible que una persona encargada de investigar el crimen piense que esto es como una película de Ben Affleck? Eso es Hollywood. ¡Esto es la vida real!”.
La historia del secuestro de Huskins y sus desagradables consecuencias forman parte de la nueva serie documental de tres capítulos American Nightmare, que se estrenó la semana pasada en Netflix. Incluye imágenes de archivo y recreaciones, así como nuevas entrevistas con Huskins y su marido Aaron Quinn, quien también fue atacado por el secuestrador y considerado sospechoso en el caso.
Pero no nos equivoquemos: American Nightmare es, ante todo, una historia sobre la ineptitud de la policía y el sexismo institucional. Sería erróneo achacarle los prejuicios del Departamento de Policía a una producción sensacionalista. No obstante, el legado de la película de Fincher no debería pasarse por alto.
De más está decir que, la mayoría de las personas son lo suficientemente inteligentes y perspicaces como para no dejarse influir en temas legales por una película protagonizada por Tyler Perry. Del mismo modo, no se puede responsabilizar a Taxi Driver del intento de asesinato de Ronald Reagan en manos de John Hinckley. Tampoco se puede culpar a La naranja mecánica de Stanley Kubrick del aluvión de casos similares que se produjeron después del estreno. Sin embargo, el lamentable incidente detrás de American Nightmare es un recordatorio del impacto que pueden tener las películas, y de la importancia de analizarlas de manera crítica y minuciosa.
Entre la ficción y la realidad
A menudo, se cree que someter las películas a un análisis riguroso es “darle demasiadas vueltas a la cuestión”. Algunas personas incluso suelen decir que “no se trata de algo tan profundo”. Sin embargo, incidentes como el de Huskins muestran, de manera clara, cómo los medios de comunicación que consumimos influyen en nuestras creencias y prejuicios.
En esencia, Perdida es una película sobre los engaños de una mujer. Su marido Nick (Affleck) es un mujeriego y Pike, una sociópata con todas las letras, por lo que un personaje como este no debería plantear ninguna clase de problemas. No obstante, las autoridades policiales han estado desestimando de manera errónea y prejuiciosa las denuncias legítimas de agresión sexual desde mucho antes de que se estrenara la película; de hecho, es muy probable que, incluso sin ella en mente, hubiesen desestimado el caso de Huskins. Además, en la película no se plantea que Amy sea representativa de su género. Se la presenta de manera aislada como una mujer con una astucia y una capacidad de engaño extraordinaria, cuya audacia vale la pena ser contada.
Si bien la película es uno de los pocos dramas para adultos de los últimos años que ha logrado abrirse camino y convertirse en un éxito de masas, la elección de destacar una falsa acusación de violación fue, para muchos críticos, lamentable. Las estadísticas han demostrado que solo un pequeño porcentaje de las acusaciones de agresión sexual son falsas y el hecho de que la película optara por darle lugar a uno de estos casos aislados hizo que Joan Smith, de The Guardian, la calificara como un “reciclaje de mitos sobre la violación”.
El calvario de Huskins conectó la ficción con la realidad y, si bien la película no fue responsable de los prejuicios del Departamento de Policía, está claro que ayudó a manifestar algunas ideas sexistas en las mentes de los agentes, le dio un nombre y sentó un precedente.
¿Esto quiere decir que la película nunca debió haberse hecho? No. Tampoco debería haber sido obligada a enmarcarse en el contexto de la violencia de género y la oscuridad relativa de las denuncias falsas. El arte debe ser libre de expresar lo que sea y cómo sea, y de ser juzgado por sus propios méritos. No obstante, si la historia se hubiera dejado más en claro, o si se hubiese contado algo totalmente distinto, quizá no se habría utilizado para atacar a una mujer que necesitaba ayuda con desesperación.
American Nightmare ya está disponible en Netflix.
Traducción de Noelia Hubert