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US Open: el polémico torneo de dobles mixtos funcionó, pero no es sostenible

Los aficionados acudieron en masa a Nueva York y los dobles mixtos fueron la estrella del espectáculo, pero sigue habiendo un defecto intrínseco en la nueva imagen del torneo

Flo Clifford
Viernes, 22 de agosto de 2025 10:50 EDT
Pegula y Draper aseguran que dobles mixto del US Open no es un torneo de exhibición
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“Se avecina algo espectacular” era el eslogan que adornaba todas las vallas publicitarias en el interior del Arthur Ashe y el Louis Armstrong para el renovado torneo de dobles mixtos del Abierto de tenis de EE. UU. de esta semana. El veredicto final puede ser poco menos entusiasta.

El resultado de la noche del miércoles fue la victoria de los defensores del título y única pareja real de dobles mixtos, Sara Errani y Andrea Vavassori. También fue una victoria tanto para los especialistas en dobles, que se enfrentan a una ardua batalla incluso para ser tomados en serio, como para los puristas del tenis de todo el mundo.

Y algo vergonzoso para el Abierto de EE. UU., que hizo un gran alarde del bote de premios de 1 millón de dólares para atraer a las estrellas de individuales, para que ninguno de sus mejores jugadores se llevara el cheque a casa al final. Por supuesto, el torneo no admitirá que el experimento no salió como estaba previsto.

Por lo demás, el acontecimiento fue un éxito rotundo: los boletos baratos, los jugadores famosos y el factor novedad atrajeron a un público numeroso, tanto que el estadio Arthur Ashe estaba abarrotado para la final. Además, la programación hizo que todas las miradas estuvieran puestas en el acontecimiento y no en los enfrentamientos individuales, lo que supuso una gran ayuda para el deporte.

Los partidos en sí, aunque a menudo no fueran de la mejor calidad, demostraron lo emocionantes que pueden llegar a ser los dobles mixtos, incluso cuando los juegan un montón de parejas reunidas apresuradamente. Tras su triunfo, Vavassori declaró: “Estos dos días serán muy importantes para los dobles en el futuro. Demostramos que los jugadores de dobles son grandes jugadores y que este producto puede crecer”.

Los campeones del año pasado solo estaban en el sorteo gracias a una wildcard, pero demostraron su valía con cuatro victorias contundentes
Los campeones del año pasado solo estaban en el sorteo gracias a una wildcard, pero demostraron su valía con cuatro victorias contundentes (Getty Images)

Pero el formato de sets rápidos, sin ventajas, con superdesempate en el set final, el sorteo reducido y el hecho de que toda la primera ronda y los cuartos de final se jugaran el mismo día terminaron restándole seriedad al torneo. Dio la sensación de ser un espectáculo forzado, una artimaña llamativo; ni una sola vez se sintió como un verdadero grand slam. Incluso los propios jugadores Jack Draper y Karolína Muchová llegaron a llamarlo una “exhibición”, un desliz revelador.

Sin duda, las semifinales y las finales tuvieron un aire más serio que la eliminatoria del primer día. Pero sería difícil argumentar que alguna de las estrellas individuales jugaba por el prestigio y el honor de un título de Grand Slam, más que por el dinero.

Lo que hace que esta exhibición, pensada para divertirse, se sienta bastante triste. Puede que el Abierto de tenis de EE. UU. se considere a sí mismo como el torneo más vanguardista, pero hay una delgada línea entre la innovación y hacer trabajo innecesario. Se supone que las grandes ligas son la cumbre del deporte, una prueba de resistencia humana, habilidad táctica y resistencia mental. Sería difícil llamar así a este acontecimiento.

Parejas como la de Alcaraz/Raducanu demostraron su facilidad para las redes sociales, pero no pudieron competir con la habilidad de los especialistas en dobles
Parejas como la de Alcaraz/Raducanu demostraron su facilidad para las redes sociales, pero no pudieron competir con la habilidad de los especialistas en dobles (Getty Images)

Habrá que esperar para ver si los ejecutivos piensan que es un experimento que vale la pena repetir, como parece probable. Pero si siguen adelante con su slam “reinventado”, deberían considerar algunos cambios.

El torneo estuvo plagado de problemas desde el principio, como la renuncia de jugadoras de la talla de Aryna Sabalenka y Coco Gauff, lo que anuló la expectativa suscitada por las idas y venidas de las estrellas.

Aunque la idea de ver jugar juntas a las mejores estrellas individuales del mundo es enormemente entretenida, las parejas carecían de sentido. Por su parte, Caty McNally admitió tras su victoria en la primera ronda: “El domingo por la noche estaba en casa, en Cincinnati, y me llamó mi agente y me dijo: ‘Tienes 60 segundos para decirme si quieres jugar con Lorenzo Musetti’”.

Las combinaciones de última hora (a las que no ayudó la prolongación de las pruebas 1000 en Canadá y Cincinnati) hicieron que la mayoría de los equipos en acción en el parque Flushing Meadows ni siquiera practicaran antes de saltar a la cancha, lo que justificó las críticas de muchos doblistas consagrados de que este nunca fue un evento serio. Naomi Osaka incluso se presentó a su partido de primera ronda con un equipo de entrenamiento.

Los subcampeones Swiatek y Casper Ruud formaron un sólido equipo
Los subcampeones Swiatek y Casper Ruud formaron un sólido equipo (Getty Images)

La excepción obvia a esa falta de esfuerzo fueron Errani y Vavassori. Como era de esperar, tenían un punto que demostrar, y se deshicieron de los segundas cabezas de serie, Elena Rybakina y Taylor Fritz (sorprendentemente, la única pareja de dobles mixtos que no era cabeza de serie) en 40 minutos. La idea de que un partido de dobles de un Grand Slam pueda durar 40 minutos es una burla. “Jugábamos por los equipos de dobles que no pudieron estar aquí”, declaró Vavassori después. “Éramos el equipo que podía perderlo todo”, añadió tras la final.

Y como era de esperar, dieron pie al mejor partido de tenis de la semana. De todos los enfrentamientos, Draper/Jessica Pegula contra Carlos Alcaraz/Emma Raducanu fue el más estelar y entretenido.

Pero fue notable el bajón de calidad del tenis desde el partido entre Andrey Rublev/Muchova y Errani/Vavassori. No es casualidad, ya que ese encuentro protagonizó la única pareja de verdaderos jugadores de dobles, además de un equipo cuyas habilidades se adaptan excepcionalmente bien al formato de dobles. Como dijo la finalista derrotada, Iga Swiatek: “Dermostraron que los jugadores de dobles mixtos son más inteligentes en cuestión de táctica que los de individuales, supongo”.

Además, el torneo se vio frustrado antes de empezar por el interminable desastre que es la programación del tenis, ya que los campeones de Cincinnati, Swiatek y Alcaraz, tuvieron 24 horas para recuperarse antes de empezar a jugar en Nueva York el martes. La renuncia por enfermedad de Jannik Sinner obligó a su compañera Katerina Siniakova, campeona olímpica y de Grand Slam de dobles mixtos, a abandonar la competición. Siniakova sufrió un doble golpe financiero: no recibió ninguna parte del premio económico en Nueva York y, además, no pudo participar en el torneo de la WTA en Cleveland esta semana.

El evento de la Semana del Aficionado, que no tuvo que competir con ningún partido individual, contó con buenos números de asistencia
El evento de la Semana del Aficionado, que no tuvo que competir con ningún partido individual, contó con buenos números de asistencia (Getty Images)

Su parte del botín del Abierto de EE. UU. fue a parar a Danielle Collins, exjugadora del top 10 en singles, quien ha causado controversia al alardear repetidamente de las lujosas vacaciones que financia con sus ganancias. Por supuesto, Collins puede hacer lo que quiera con su dinero, pero resulta profundamente injusto que los doblistas —que apenas logran ganarse la vida practicando un deporte igual de exigente y valioso— hayan sido privados de una inyección económica tan significativa.

A pesar de la insistencia de los jugadores en aumentar su participación en los ingresos de los torneos, los sospechosos habituales no se han pronunciado al respecto esta semana. El Abierto de EE. UU. es un negocio y lo ve como una empresa comercial, pero ante todo es deporte, y está en juego el sustento de los jugadores.

Quizá la solución esté en permitir que ambos formatos coexistan: por un lado, esta versión como una exhibición divertida, pensada para atraer más atención hacia una disciplina menos conocida; por otro, un verdadero torneo de dobles mixtos, con las reglas tradicionales de Grand Slam, un cuadro más amplio y basado en el ranking de dobles, disputado durante la segunda semana del torneo, como es habitual.

Así, todos ganan: los jugadores de singles reciben su compensación económica; el público disfruta de combinaciones entretenidas y más partidos; y los especialistas en dobles pueden hacer su trabajo: competir por el prestigio de un título mayor, sin condiciones especiales.

Traducción de Michelle Padilla

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