El potencial de Yamal, que ha electrificado la Euro con España, ya era sabido entre vecinos y amigos
En el vecindario de clase media en el que creció el fenómeno adolescente español Lamine Yamal, hay dos campos de fútbol divididos por una reja.
Junto a la carpeta verde del club local de fútbol, se dice que Yamal solía jugar con sus amigos en un campo de concreto en donde ahora chicos y chicas vienen a patear un balón. Los balones pegan contra una portería sin red y hacia una pared con el nombre del vecindario en graffiti: Rocafonda.
Pero esos días de fútbol llanero se esfumaron y Yamal ha surgido como la nueva estrella del fútbol global. En lugar de verlo desde la banca, sus vecinos lo ven por televisión, en sus teléfonos y en grandes pantallas instaladas en el parque para alentar el domingo a Yamal y España en la final de la Eurocopa ante Inglaterra.
“Ya no puede pasear por el barrio como pasear”, reconoció Juan Carlos Serrano, dieño de un pequeño bar al que Yamal asistía con su padre para desayunar antes de emprender los 90 minutos al centro de entrenamiento del Barcelona, equipo al que se unió a los siete años. “Hay mucha gente que se le echa encima y tiene 16 años. Es un niño, sabe? La gente lo agobia, ahí estoy. Pero bueno, hay gente que lo ha descubierto. Nosotros hace tiempo que ya sabíamos que iba a despuntar”
El fervor que provoca Yamal también le ha llegado a su padre, Mounir Nasraoui, quien visitó a Serrano antes de viajar a Alemania para celebrar el cumpleaños 17 de su hijo este sábado.
“Estoy orgulloso, contento”, le dijo Nasraoui a The Associated Press sentando en una mesa bajo la camiseta enmarcada de cuando Yamal debutó con el equipo de reservas del Barcelona y con lo que se convirtió en el jugador más joven a los 15 años. “Siempre lo he pensado, pero era un pensamiento interno para mí. No era para nadie. Yo pensaba eso. Cualquier padre piensa que su hijo va a ser el mejor, que lo sea o no, cada uno tiene su destino”.
En cuanto a la final del domingo su papá advierte: “Ganaremos, por supuesto”.
TRES-CERO-CUATRO
Yamal levanta tres dedos de una mano, hace un círculo con su índice y pulgar, mientras extiende cuatro dedos de la otra mano. Con lo brazos cruzados sobre el pecho sonríe para darle el último toque a su celebración de gol.
Aunque sin sentido para millones de espectadores, el peculiar gesto representa los últimos tres digítos del código postal de Rocafonda: 304
El vecindario es hogar de 10.000 de los 130.000 habitantes de Mataro, la costera ciudad al norte de Barcelona.
La diversidad de Rocafonda, que es común en las ciudades de todo España, se ve reflejada en las calles. Los inmigrantes administran varias tiendas locales. Los niños de distintos orígenes juegan fútbol, mientras que adultos musulmanes caminan cerca en dirección a la mezquita local.
Hijo de padre Marroquí y madre de Guinea Ecuatorial, una excolonia española en la África Sub-Sahariana, Yamal representa la nueva y multicultural España, un país que está viviendo un cambio demográfico.
UNCIÓN DE MESSI
Tras ser descubierto por los visores del Barcelona, Yamal ingresó a la afamada academia La Masia y en donde siguió los pasos de su ídolo Lionel Mesi.
Los dos jugadores que fueron ligados por el destino –o los Dioses del fútbol—gracias a una foto para un calendario caritativo y en el que se ve a Messi bañando a Yamal de bebé en una tina de plástico. La imagen del 2007 recientemente volvió a salir cuando el padre de Yamal la publicó en línea y que provocó entusiasmo en redes sociales. Los aficionados lo vieron como una unción de Messi a su aparente heredero.
“Son casualidades que pasan en la vida, Y luego resulta ese chaval que destaca jugando al fútbol, “aseguró Nasraoui, quien lo consideró el destino. “Es una bendición de Dios”.