Stay up to date with notifications from The Independent

Notifications can be managed in browser preferences.

La isla de Jeffrey Epstein: ¿qué pasó en realidad?

Las acusadoras afirman que el paraíso privado del multimillonario en Little St. James, en las Islas Vírgenes de EE. UU., era el centro de una red internacional de tráfico sexual

Io Dodds
San Francisco
Jueves, 09 de octubre de 2025 01:31 EDT
Relacionado: JP Morgan llega a un acuerdo millonario con las víctimas de Jeffrey Epstein
Read in English

Los invitados a las islas de Epstein procedían de todo el mundo y de los más altos rangos de la sociedad: desde celebridades y miembros de familias reales, hasta científicos, que aterrizaban en un jet privado y luego subían a un helicóptero para llegar a la isla.

A su propietario le gustaba llamarla “Little St. Jeff” (o Pequeña San Jeff en español). Los lugareños la llamaban “isla de los pedófilos”.

Pero, ¿cuál es la verdad sobre Little St. James, el paraíso privado de 30 hectáreas en las Islas Vírgenes de EE. UU. que el multimillonario abusador sexual Jeffrey Epstein una vez llamó hogar?

La isla de Little St. James, una de las propiedades del financiero Jeffrey Epstein, en una vista aérea en julio
La isla de Little St. James, una de las propiedades del financiero Jeffrey Epstein, en una vista aérea en julio (REUTERS)

Una denuncia penal del fiscal general de las Islas Vírgenes estadounidenses la describía como “el escondite y refugio perfecto para la trata de mujeres jóvenes y niñas con fines de servidumbre sexual, abuso de menores y agresión sexual”.

La denuncia agrega que en la isla: “Epstein y sus socios podían evitar la detección de su actividad ilegal por parte de las fuerzas de seguridad de las Islas Vírgenes y federales, así como impedir que estas jóvenes y niñas salieran libremente y escaparan de los abusos”.

La isla se mencionó en el juicio por tráfico sexual de Ghislaine Maxwell. Fue declarada culpable de cinco cargos de tráfico sexual y sentenciada a 20 años tras las rejas más una multa de 750.000 dólares el 28 de junio de 2022.

Finalmente, en mayo de 2023, se vendió la propiedad a un adinerado inversor por menos de la mitad de su precio original, con la esperanza de convertirla en un complejo turístico de lujo.

Presentamos un repaso sobre Little St .James y lo que Epstein hizo allí.

¿Dónde está la isla de Jeffrey Epstein y cómo es?

Little St. James es una pequeña isla rodeada de arrecifes de coral en las azules aguas de las Islas Vírgenes de EE. UU., con ensenadas protegidas y arboledas boscosas que se elevan hasta espectaculares crestas azotadas por el viento y escarpados acantilados.

Se encuentra frente al extremo sureste de St. Thomas, una de las tres islas principales del archipiélago caribeño.

Las Islas Vírgenes fueron una adquisición que hizo el gobierno estadounidense a Dinamarca en plena Primera Guerra Mundial para impedir que fueran utilizadas como base de submarinos alemanes.

Hoy en día, muchos expertos financieros los consideran un paraíso fiscal, con enormes descuentos en el impuesto de sociedades y el impuesto sobre la renta de las personas físicas para las empresas con sede ahí.

Fue en las Islas Vírgenes donde Epstein se registró como delincuente sexual en 2010, tras su primera condena por prostitución infantil en 2008. También instaló sus empresas fantasma en una pequeña oficina sin nombre en un centro comercial costero de St. Thomas, junto a un Sam's Mini Mart y un salón de belleza llamado Happy Nails.

En 1998, compró Little St. James al inversor de capital de riesgo Arch Cummin a través de una empresa fantasma y pagó al parecer algo menos de 8 millones de dólares. El nuevo propietario arrasó rápidamente toda la vegetación endémica y la sustituyó por palmeras de 12 metros.

A partir de 2007, Epstein inició un programa masivo de construcción y remodelación que despertó las sospechas de los funcionarios locales. El recinto principal casi duplicó su tamaño, convirtiéndose así en una lujosa mansión con una terraza exterior que conecta el dormitorio principal y la piscina, junto con un sistema de desalinización.

Las fotos de satélite muestran una extensa red de terrazas, cabañas, casas de playa, piscinas, muelles, edificios de servicios públicos, un helipuerto, una cancha de tenis, gradas, una especie de lago o laguna cerrada y varias cabañas de propósito desconocido, todo ello conectado por carreteras bordeadas de palmeras por las que los carritos de golf transportaban a los huéspedes de un lugar a otro (según se dice, un viaje a través de la isla duraba unos cinco minutos).

Unas impresionantes imágenes de dron publicadas en YouTube ofrecen una visión más cercana: hay un enorme reloj de sol en el centro de la isla lo suficientemente grande como para caminar alrededor y dos altas banderas estadounidenses colocadas en los extremos opuestos de la isla.

Al otro lado de la mansión de Epstein hay una estructura cuadrada de rayas azules y blancas, a menudo llamada “templo”, rodeada de una terraza con un laberinto rojo. Solía tener una cúpula dorada y dos estatuas de oro en el tejado, que al parecer fueron arrancadas por el huracán María.

El edificio difiere en gran medida del permiso de obras original de Epstein, que preveía un pabellón de música octogonal, y se ha convertido en un pararrayos de especulaciones enardecidas. Los teóricos lo han descrito como la entrada a una guarida subterránea, un altar a una deidad egipcia, un cementerio para sus padres o un lugar para rituales de abuso sexual, pero una investigación de Business Insider concluyó que lo más probable es que fuera un estudio privado y una sala de música para Epstein.

En 2016, Epstein también compró la vecina isla de Great St. James, aproximadamente el doble de grande con 67 hectáreas, y supuestamente fingió que el verdadero comprador era un empresario de Dubái llamado Sultan Ahmed bin Sulayem.

“No fue bien recibido”, dijo un residente de St. Thomas a Associated Press. “La gente creía que era demasiado rico para ser vigilado adecuadamente”.

¿Cómo era la vida en la isla?

En los días anteriores a su condena de 2008, Epstein visitaba Little St. James dos o tres veces al mes y se quedaba varios días seguidos. Un antiguo empleado lo describió como “un lugar de retiro zen” en el que el financiero se paseaba en sandalias, con “música meditativa” que se reproducía en los altavoces y las mujeres a menudo tomando el sol sin ropa.

Siempre había mujeres, por supuesto: a menudo atractivas, a veces sospechosamente jóvenes, del brazo de Epstein o de alguno de sus muchos invitados o, a veces, trasladadas en grupos a bordo de un barco de 12 metros de eslora llamado Lady Ghislaine, al parecer por Ghislaine Maxwell, la cómplice de Epstein.

La isla contaba con una plantilla de unos 70 empleados, desde cuidadores y jardineros hasta lavanderos y capitanes de barco de guardia. Vestían polos negras o blancas y juraron guardar un estricto secreto; de hecho, tenían la instrucción de mantenerse fuera de la vista de Epstein mientras realizaban su trabajo. También tenían prohibido entrar en cualquiera de los dos despachos de Epstein en la mansión principal, uno de los cuales albergaba una caja fuerte de acero estrechamente vigilada.

Según The LA Times, a Epstein también le entusiasmaba los “tesoros piratas”, nombre que daba a las viejas botellas de ron y vajillas que se encontraron en la isla. Pagaba a los criados entre 100 y 1.000 dólares por hallazgos interesantes en buen estado.

Captura de pantalla de un vídeo de TikTok en el que un “explorador urbano” observa el “templo” azul y blanco
Captura de pantalla de un vídeo de TikTok en el que un “explorador urbano” observa el “templo” azul y blanco (TikTok/@braccozz)

“Era un hombre muy amable y, aunque no apruebo las cosas de las que se le acusa, me caía muy bien”, declaró a The Daily Mail Miles Alexander, que junto con su esposa Cathy administró la isla entre 1999 y 2007. “Nuestro trabajo consistía en ser discretos. Tenemos la conciencia tranquila de no haber presenciado nada inapropiado”, aseguró.

La pareja sudafricana describió cómo a Epstein no le gustaba comer delante de la gente, sino que se llevaba bocadillos a su habitación, donde también recibía masajes diarios. Estaba “absolutamente prohibido” molestarlo ahí, aunque una vez encontraron una caja de juguetes sexuales mientras estaba fuera.

Cuando los contrataron, los Alexander aseguran que se les dijo: “Lo que Jeffrey quiere, Jeffrey lo consigue”.

¿A quién alojó Epstein en su isla?

Por supuesto, siempre había invitados. Entre los famosos que, al parecer, fueron recibidos por Epstein figuran el físico teórico Stephen Hawking, el premio Nobel Lawrence Krauss, el cómico Chris Tucker, el magnate de Victoria’s Secret Les Wexner, la modelo Naomi Campbell, el exasesor de Tony Blair, Peter Mandelson, y el príncipe Andrés de la monarquía británica.

Se ha afirmado que Bill Clinton también fue invitado, aunque él niega haber estado allí. Al parecer, Donald Trump voló en uno de los jets privados de Epstein, pero no está claro si visitó la isla. Se dice incluso que el mago David Copperfield pidió matrimonio allí a la supermodelo Claudia Schiffer.

Los invitados llegaban en uno de los jets Gulfstream de Epstein al aeropuerto Cyril E. King de St. Thomas, en una zona privada separada de la pista principal. A continuación, eran trasladados a Little St. James en uno de los helicópteros negros de Epstein.

El célebre físico teórico británico Stephen Hawking disfruta de una barbacoa en la isla caribeña Little St. James, propiedad de Jeffrey Epstein, mientras asiste a una conferencia en St. Thomas, en marzo de 2006
El célebre físico teórico británico Stephen Hawking disfruta de una barbacoa en la isla caribeña Little St. James, propiedad de Jeffrey Epstein, mientras asiste a una conferencia en St. Thomas, en marzo de 2006 (Tim Stewart News Limited)

Epstein era aficionado a agasajar a los invitados y, según se dice, pagó la modificación de un submarino para dar una vuelta por el fondo del mar al profesor Hawking, que nunca antes había estado bajo el agua. Un antiguo empleado lo describió como “un hotel de cinco estrellas en el que nadie pagaba”.

Cathy Alexander recuerda al príncipe Andrés como uno de los visitantes más amables y lo describe como “muy divertido y poco exigente”. Un día volvió de la playa “muy contento”: una de sus acompañantes había pisado un erizo de mar y él le había orinado en el pie para curárselo.

Alexander recuerda que le dio una propina de 350 dólares, algo “inesperado, porque otros huéspedes no lo hacían”.

Varias figuras famosas han sido vinculadas públicamente a Epstein a lo largo de los años, algunas de las cuales podrían ser presuntas visitantes de la isla.

El príncipe Andrés y Bill Clinton se encontraban entre las más de 100 personas nombradas en documentos legales vinculados a Epstein que fueron desvelados en enero de 2024.

Los archivos incluían los nombres de víctimas, amigos y socios del agresor sexual y de Maxwell, aunque muchos otros no tendrán relación directa con Epstein.

La fiscal general Pam Bondi prometió en febrero que el público recibiría “los archivos completos” sin editar y que estaban “reposando en [su] escritorio”. El enfado se intensificó tras el fiasco por la publicación de los archivos en la “fase 1” en febrero, en la que Bondi entregó carpetas a influencers de derecha en la Casa Blanca.

Recibieron unas 200 páginas de archivos, incluidos una serie de registros de vuelo del jet privado de Epstein, una “lista de contactos” parcialmente censurada y una lista de “masajistas”totalmente censurada, la mayoría de los cuales ya eran de dominio público y se habían publicado previamente durante el procesamiento de Maxwell en 2021.

¿Nadie se dio cuenta del supuesto tráfico sexual de Epstein?

Por supuesto que sí. Desde el principio, los habitantes de St. Thomas cuchicheaban sobre las actividades de Epstein, y mencionaban sus jets privados como “el Lolita Express”. Al parecer, cuando los submarinistas nadaban cerca de la isla, aparecían guardias de seguridad patrullando por el borde del agua.

En un momento dado, Epstein organizó el traslado diario de unos 200 trabajadores para construir sus proyectos. “Cuando él estaba allí, era reservarse y hacer lo tuyo”, contó uno de ellos a Associated Press, y añadió que el magnate a veces regalaba material viejo o excedente.

El personal del aeropuerto de St. Thomas podía ver a quién llevaba Epstein en el Express. “En múltiples ocasiones vi a Epstein salir de su helicóptero, pararse en la pista a la vista de mi torre y subir a su avión privado con niñas”, declaró un antiguo controlador aéreo a Vanity Fair.

Video Player Placeholder

“Mis colegas y yo no dejábamos de hablar de que no entendíamos cómo a este tipo se le seguía permitiendo estar cerca de niñas. No dijimos nada porque pensamos que las fuerzas del orden estaban haciendo su trabajo. Es lamentable, pero ni siquiera sabíamos a quién contárselo, o si a alguien le importaba realmente”.

Otro empleado de la pista de aterrizaje dijo: “Había chicas que parecía que podían estar en secundaria. Se veían muy jóvenes. Siempre llevaban sudaderas universitarias. Parecía camuflaje, es la mejor manera de decirlo”.

Y agregó: “Pude verlo con mis propios ojos. Lo comparé con ver a un asesino en serie a plena luz del día. Lo llamé la cara del mal... Era como si estuviera alardeándolo”. A veces, las chicas llevaban bolsas de compra de marcas de diseño como Gucci y Dior.

Los Alexander también empezaron a sospechar. “Parecían salidas de un catálogo de ropa interior”, declaró Cathy a The Mail. Y comentó: “Paseaban con muy poca ropa o se echaban junto a la piscina sin nada puesto. Así era la mayor parte del tiempo. Me preocupaba su edad. Algunas parecían muy jóvenes y no pude evitar preguntarme si sus madres sabían dónde estaban”.

Miles Alexander añadió que a veces había tenido que rechazar las peticiones de Epstein de introducir de manera clandestina a invitadas en barco sin registrar sus nombres y números de pasaporte ante el gobierno de St. Thomas.

El malestar de la pareja fue en aumento hasta que finalmente renunciaron en 2007. “En nuestra última reunión, [Epstein] me dijo que yo siempre había sido su conciencia”, aseguró Alexander. “Desde luego, ahora estoy luchando con mi proia conciencia”.

¿Qué ocurrió realmente en la isla de Epstein?

El territorio es objeto de múltiples procesos judiciales en curso, pero las acusaciones son escandalosas.

Según la demanda presentada por Virginia Giuffre, acusadora del príncipe Andrés, Little St. James era el centro de una trama mundial de captación de menores en la que los reclutadores que trabajaban para Epstein captaban a mujeres jóvenes dispuestas a sufrir abusos y manipulaciones, jugaban con sus esperanzas y temores, las deslumbraban con “demostraciones de gran riqueza y poder” y luego las obligaban a mantener relaciones sexuales con clientes mientras las mantenían a raya con amenazas y chantajes.

La demanda describía las islas como un paso más en una red mundial de vuelos privados que transportaban a víctimas del tráfico sexual a Londres, París, Tánger, Granada (en España), San Luis, Palm Beach, Atlantic City y otros lugares.

Giuffre dijo que el príncipe Andrés había abusado sexualmente de ella en Little St. James cuando tenía 17 años, lo que el príncipe negó “categóricamente”. En 2022, aceptó llegar a un acuerdo extrajudicial por una suma no revelada, sin admitir su responsabilidad.

Giuffre se suicidó el sábado 26 de abril de 2025 en su domicilio de Australia. Tenía 41 años.

Un gráfico de la demanda de Virginia Giuffre contra el príncipe Andrés, que muestra las paradas en la supuesta red de tráfico sexual de Epstein
Un gráfico de la demanda de Virginia Giuffre contra el príncipe Andrés, que muestra las paradas en la supuesta red de tráfico sexual de Epstein (Boise Schiller Flexner via PACER)

El príncipe volvió a los titulares en enero de 2025 después de que unos correos electrónicos publicados en documentos judiciales del Reino Unido parecieran demostrar que estuvo en contacto con Epstein más tiempo del que había admitido.

Al parecer, los correos electrónicos entre Andrew y Epstein entregados a un tribunal de Londres muestran que siguieron intercambiando mensajes al menos hasta finales de febrero de 2011, cuando el duque escribió: “Mantente en contacto y pronto jugaremos más”.

La oficina de la fiscal general de las Islas Vírgenes hizo afirmaciones similares a las que se incluyeron en la demanda de Giuffre: “Entre 2001 y 2019, la Epstein Enterprise transportó a niñas y mujeres jóvenes menores de edad a las Islas Vírgenes, que luego fueron llevadas en helicóptero o en embarcaciones privadas a Little St. James, donde fueron sometidas con engaños a servidumbre sexual, obligadas a participar en actos sexuales y coaccionadas para la actividad sexual comercial y el trabajo forzoso.

Para lograr sus fines ilegales, Epstein formó una asociación con múltiples acusados y otros (tanto empresas como particulares), que estaban dispuestos a participar en la actividad delictiva de Epstein, facilitarla y ocultarla a cambio de que Epstein le otorgara beneficios económicos y de otro tipo, incluidos servicios sexuales y trabajos forzados de las víctimas”.

Además, establece que algunas de esas víctimas tenían solo 12 años.

Video Player Placeholder

La denuncia también alegaba que Little St. James servía de prisión para las víctimas y que Epstein controlaba toda comunicación con el mundo exterior. Asegura que una joven de 15 años intentó escapar nadando, pero Epstein organizó una búsqueda, la encontró y le confiscó el pasaporte.

“Recuerden que es dueño de toda una isla”, señaló la fiscal general Denise George en 2020. “Así que no era una situación en la que una niña o una mujer joven pudiera simplemente escaparse y correr calle abajo hasta la comisaría más cercana”.

Una presunta víctima declaró a CBS News que había sido violada en el despacho de Epstein en St. Thomas y que este tenía una pistola atada al poste de la cama en su dormitorio de Little St. James. Según la denuncia, Epstein mantenía una lista digital de niñas que se encontraban en las Islas Vírgenes o en sus proximidades y que podían ser llevadas a la isla.

¿Por qué nadie hizo nada?

Las autoridades hicieron varios intentos de investigar Little St. James. Como delincuente sexual, Epstein debía volver a registrarse cada año y las autoridades sí intentaron visitar la isla en 2018 para verificar su dirección.

No obstante, según la denuncia de la fiscal general, Epstein negó la entrada a los agentes en el muelle, alegando que era su “domicilio privado” e insistió en reunirse con ellos en su despacho de St. Thomas. También hizo que los empleados firmaran acuerdos de confidencialidad que les prohibían hablar con las fuerzas del orden y les obligaban a informar a Epstein cualquier indagación.

“Vigilar a un delincuente sexual con sus propias islas privadas y los recursos para llevar y traer a las víctimas en aviones y helicópteros privados representaba retos únicos y permitía a la empresa Epstein limitar el escrutinio”, indica la denuncia.

Además, tanto Little St. James como Great St. James son zonas protegidas por sus arrecifes de coral y su fauna. Los funcionarios locales de urbanismo sospechaban que Epstein había sobrepasado los límites de sus permisos de construcción y la denuncia del fiscal general informa que se le impusieron multas de miles de dólares por incumplir las normas medioambientales, aunque esa cantidad de dinero no era nada para Epstein.

Los fiscales de Nueva York anuncian su caso contra Ghislaine Maxwell, cómplice de Epstein
Los fiscales de Nueva York anuncian su caso contra Ghislaine Maxwell, cómplice de Epstein (AFP/Getty)

De hecho, la denuncia sostiene que la compra de Great St. James por parte de Epstein fue simplemente una treta para ocultar lo que estaba ocurriendo en Little St. James. “The Epstein Enterprise compró la isla por más de 20 millones de dólares porque los participantes querían asegurarse de que no se convirtiera en una base desde la que otros pudieran ver sus actividades o a sus visitantes”, explica el documento.

Además alega que Epstein compró estas propiedades para “proteger aún más su conducta de la vista, evitar su detección por las fuerzas del orden o el público, y permitirle continuar y ocultar su empresa criminal”.

Una “empresa criminal”

En diciembre de 2022, las Islas Vírgenes estadounidenses presentaron una demanda ante un tribunal federal de Nueva York contra JPMorgan Chase alegando que el banco de Wall Street había sido cómplice de ayudar a Epstein a traficar con mujeres y niñas vulnerables para someterlas a “servidumbre sexual” en sus dos islas aisladas.

La fiscal general de las Islas Vírgenes de Estados Unidos alegó que JPMorgan ayudó a “mover las palancas” a través de las cuales Epstein pagaba a su red de cómplices y víctimas.

Epstein retiró hasta 750.000 dólares al año en efectivo de las cuentas de JPMorgan, incluso después de que el difunto pedófilo hubiera sido “detectado como peligroso” por el banco como delincuente sexual infantil, aseveraron los abogados del territorio en la demanda.

JPMorgan rechazó las acusaciones e intentó culpar de los delitos de Epstein a altos funcionarios de las Islas Vírgenes. Sus abogados alegaron que las Islas Vírgenes lo protegieron de la rendición de cuentas mientras “cosechaban los beneficios de su riqueza”.

A principios de 2023, las Islas Vírgenes comenzaron a emitir discretamente citaciones para los altos ejecutivos del banco y otras figuras poderosas y secundarias que fueron arrastradas al caso.

Entre ellos se encontraban el director ejecutivo de JPMorgan, Jamie Dimon, el director ejecutivo de Tesla y propietario de Twitter, Elon Musk, y los cofundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin.

No hay indicios de que ninguno de los hombres estuviera implicado en el delito de Epstein.

El director ejecutivo de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, dijo que no recordaba haber oído hablar nunca de Epstein hasta que lo arrestaron en 2019
El director ejecutivo de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, dijo que no recordaba haber oído hablar nunca de Epstein hasta que lo arrestaron en 2019 (Associated Press)

Cuando Dimon fue interrogado bajo juramento por los abogados de las islas a finales de mayo de ese año, mencionó que no recordaba haber oído hablar nunca de Epstein ni de su conducta sexual inapropiada hasta después de su detención en 2019.

Dimon, una poderosa figura de Wall Street que ha expresado su interés en presentarse a las elecciones presidenciales, dijo que se enteró de la existencia de Epstein “cuando la historia saió a la luz pública”.

Según una transcripción de la declaración en video, Dimon fue confrontado con un correo electrónico del exasistente de Epstein sugiriendo que la pareja tenía previsto reunirse ya en 2010.

Respondió de manera rotunda que nunca había tenido una cita, nunca se había reunido ni había conocido a “Jeff Epstein”.

En los archivos de la corte en mayo de 2023, JPMorgan acusó a las islas y los altos funcionarios de permitir que Epstein cometiera sus crímenes.

Los abogados del banco alegaron que Epstein había comprado a los altos funcionarios de las Islas Vírgenes y que trabajaban activamente con él mientras “cosechaban los beneficios de su riqueza”.

“Les dio dinero, consejos, influencias y favores. A cambio, lo protegieron e incluso lo recompensaron”, escribieron.

JPMorgan también alegó que Epstein había financiado la campaña política de un funcionario de las Islas Vírgenes que posteriormente le concedió exenciones fiscales.

En septiembre de 2023, semanas antes de que el caso fuera a juicio, JPMorgan anunció que había llegado a un acuerdo por 75 millones de dólares sin admitir su culpabilidad.

En un comunicado, el banco afirmó que pagaría 55 millones de dólares a organizaciones benéficas y de lucha contra el tráfico de personas de las Islas Vírgenes, y 20 millones para cubrir los gastos legales del territorio insular.

¿Qué pasará ahora con la isla?

Epstein murió en prisión en 2019, en lo que las autoridades dictaminaron que fue un suicidio. A principios de julio de 2025, el Departamento de Justicia provocó la ira tras publicar un memorándum en el que afirmaba que no había pruebas de que Epstein tuviera una “lista de clientes” y que no se publicarían más documentos sobre el caso del delincuente sexual.

Después, durante casi dos años, el destino de Little St. James y Great St. James estuvo en el limbo después de que el gobierno de las Islas Vírgenes de EE. UU. pidiera a un juez que le diera el control de los antiguos activos de Epstein.

El albacea del multimillonario se opuso a la petición con el argumento de que quieren utilizar sus bienes para crear un fondo de ayuda a las víctimas de agresiones sexuales. Incluso pidió al gobierno que descongele sus dos islas para poder venderlas.

George contraatacó acusándoles de gestionar mal la herencia y de pagar “los honorarios de abogados, paisajistas y helicópteros, pero no a las valientes mujeres que han dado un paso al frente para participar en el fondo de compensación”.

Pero en noviembre de 2022, las Islas Vírgenes llegaron a un acuerdo con el patrimonio de Epstein, que aceptó pagar al gobierno 105 millones de dólares y la mitad de los ingresos de una eventual venta de las islas, además de 450.000 dólares para reparar los daños medioambientales.

Las autoridades dijeron que Epstein había removido las ruinas de antiguas estructuras coloniales de la época de la esclavitud.

Con el camino hacia la venta ya despejado, el inversor Stephen Deckoff anunció el 3 de mayo de 2023 que compraría ambas islas por 60 millones de dólares, con la esperanza de abrir un complejo turístico de lujo de 25 habitaciones a finales de 2025.

Ese dinero era menos de la mitad de los 125 millones de dólares que se pedían por las islas.

Mientras tanto, Little St. James se ha convertido en un punto de atracción para turistas morbosos, “exploradores urbanos” e influencers que intentan ingresar a la isla y grabar videos. Los viajeros suelen preguntar al respecto, y algunos operadores de barcos locales lo incluyen en sus excursiones.

En noviembre de 2021, Google eliminó una serie de comentarios ofensivos de broma en el anuncio en Google Maps después de que The Independent llamara la atención del gigante tecnológico sobre ellos.

Vernon Morgan, taxista de St. Thomas, declaró a Associated Press que preferiría que la gente la dejara en paz. “Aportó cierta notoriedad a las Islas Vírgenes", afirmó.

“Preferiríamos que se viera a las Islas Vírgenes con otros ojos”.

Traducción de Michelle Padilla

Thank you for registering

Please refresh the page or navigate to another page on the site to be automatically logged inPlease refresh your browser to be logged in