Asesino en serie “El hijo de Sam” afirma que el diario de Ana Frank es su inspiración
David Berkowitz hizo las declaraciones en vísperas de su audiencia de libertad condicional
El asesino en serie estadounidense David Berkowitz, conocido como “El hijo de Sam”, indicó que espera poder inspirar a la gente desde su celda de un modo similar a como el diario de Ana Frank durante la Segunda Guerra Mundial inspiró a millones de personas.
Días antes de reunirse con la junta de libertad condicional, Berkowitz, que mató a seis personas en Nueva York en los años setenta, declaró al The New York Post que el libro de la niña judía ha sido más inspirador para él que la Biblia.
“Tuvo un impacto en la vida de millones de personas”, declaró Berkowitz al medio. “La pequeña Ana cambió el mundo con un bolígrafo. Así que me pregunto: ¿qué puedo hacer con mi fiel máquina de escribir? ¿Quizá yo también pueda cambiar vidas con mi mensaje de esperanza en Dios?”.
El asesino en serie hizo la comparación en su entrevista con el Post días antes de su duodécima audiencia con la junta de libertad condicional por los asesinatos que cometió en los distritos de Brooklyn, Queens y el Bronx.
La matanza comenzó el 29 de julio de 1976, cuando el joven, que entonces tenía 23 años, disparó a Donna Lauria (18) e hirió a Jody Valenti (19).
En los meses siguientes, dejó otros cinco muertos y seis heridos. Sus principales víctimas parecían ser mujeres jóvenes con el cabello largo y oscuro, así como parejas sentadas en coches.
El 17 de abril de 1977, Berkowitz dejó una nota tras matar a la pareja formada por Alexander Esau (20 años) y Valentina Suriani (18).
“Soy un monstruo. Soy el hijo de Sam”, escribió. “Me encanta cazar. Merodear por las calles en busca de carne sabrosa”.
Entonces el miedo se extendió por la ciudad. Las mujeres empezaron a cortarse el cabello y usar pelucas para evitar ser objeto de ataques. Por su parte, Berkowitz también escribió a periódicos sensacionalistas para burlarse del Departamento de Policía de Nueva York mientras lo buscaban.
“Hola, desde las alcantarillas de Nueva York, que están llenas de estiércol de perro, vómito, vino rancio, orina y sangre… Sam es un muchacho sediento y no me permitirá dejar de matar hasta que se sacie de sangre”, escribió al columnista del Daily News, Jimmy Breslin.
Cuando finalmente lo capturaron el 10 de agosto de 1977, el asesino preguntó a la policía: “¿Por qué tardaron tanto?”.
Berkowitz explicó más tarde que el perro de su vecino Sam le había dicho que llevara a cabo los asesinatos.
Se sometió a tres exámenes mentales y lo declararon apto para ser juzgado. Se declaró culpable de todos los cargos y se le impusieron seis condenas de 25 años a cadena perpetua. Berkowitz cumplió los requisitos para obtener la libertad condicional en 2002 y desde entonces se ha enfrentado a una audiencia con la junta de libertad condicional cada dos años.
Aunque afirma haber encontrado a Dios, en esta última entrevista se refirió a Ana Frank como una inspiración como otra persona que estuvo “en cautiverio”.
“La joven Ana escribió el diario durante su cautiverio. Compartió su corazón en las páginas”, argumentó el hombre de 70 años sobre la niña que se escondió de los nazis y cuyo diario se convirtió en una de las voces más destacadas de la vida durante el Holocausto.
“Poco podía imaginar la influencia que su vida y sus escritos tendrían en el futuro”, expresó al Post.
Berkowitz se ha referido a sí mismo como “el hijo de la esperanza” desde que encontró la religión a finales de la década de 1980 y ha dicho que merece estar en prisión el resto de su vida por sus delitos.
Se ve a sí mismo como una “figura paterna” para otros reclusos, según declaró al Post, y ahora parece querer compartir de manera más amplia sus creencias y experiencias.
El condenado aseguró que asistiría a su próxima audiencia para no mostrar desafío a la autoridad, después de haberse saltado algunas en el pasado.
“Sobre todo, asisto para disculparme abiertamente por mis delitos pasados y expresar mi remordimiento”, añadió.
“Y también asisto para poder compartir mi fe en Dios, y cómo Él puede perdonar, sanar y restaurar incluso al ‘peor’ de los delincuentes”.